» Actualidad » Culture War » Iglesia y batallas culturales de la postmodernidad
La «guerra civil occidental»
Podría ser un buen punto de partida para estas reflexiones la consideración de las reacciones originadas por las declaraciones del Papa Benedicto XVI en su viaje a Africa. Una sola frase sobre preservativos —distorsionada, sacada de contexto— ha bastado para desencadenar la habitual cascada de descalificaciones indignadas, acusaciones de corresponsabilidad en la extensión del SIDA (reprobaciones parlamentarias incluidas), etc. De nada sirve explicar que la ética sexual católica es la única en ofrecer una protección infalible frente al contagio; recordar que, de hecho, las organizaciones sanitarias internacionales han avalado —muy a su pesar— la postura católica al reconocer el éxito de la estrategia ABC (basada en la promoción de la abstinencia premarital y la fidelidad conyugal, además de en la distribución de profilácticos) en Uganda (el único país africano que ha conseguido un descenso espectacular del porcentaje de población infectada)[1] ... Se tiene la impresión de hacer frente a un odium ideologicum prerracional, no desactivable con argumentos; un aborrecimiento que abruma y asusta. ¿Qué hemos hecho para merecer tanto odio?
Samuel P. Huntington puso de moda hace 13 años la idea del choque de civilizaciones[2]: lejos de converger hacia un "fin de la Historia" ecuménico y post-identitario, las diversas civilizaciones (islámica, china, hindú, etc.) están, más bien, afirmándose en sus respectivas identidades y hechos diferenciales, lo cual augura relaciones conflictivas entre ellas, y de todas ellas con Occidente. La teoría ganó rápidamente adeptos —de manera comprensible— tras el 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, es mucho menos conocida una variante de la teoría anterior, que me gustaría traer aquí a colación: la idea de la "guerra civil occidental"[3] (entiéndase "guerra" en el sentido débil de escisión cultural interna). El conflicto de civilizaciones ... atraviesa a Occidente mismo, partiéndolo en dos (por cierto, este choque de civilizaciones interior influye en alguna medida en el clash of civilizations exterior[4]: la creciente agresividad de los fundamentalistas islámicos hacia Occidente se debe al hecho de que intuyen esa división o debilidad interna[5]; nunca se hubieran atrevido contra un Occidente creyente en sí mismo, sólidamente aferrado a unos valores claros; se atreven, en cambio, contra un Occidente que perciben como dividido, decadente, autonegador)[6]. Quien no se respeta a sí mismo no inspira respeto[7].
El choque de civilizaciones intraoccidental opondría -como ha señalado Robert P. George- a los "conservadores" que todavía se identifican con la tradición cultural y moral judeo-cristiana (incluso si algunos de ellos no comparten la fe)[8] con los "progresistas" que consideran dicha tradición periclitada y se adhieren más bien a la Weltanschauung (relativista, hedonista, liberacionista, post-religiosa) característica de la "izquierda postmoderna" o "izquierda sesentayochista"[9]. El campo de batalla entre uno y otro bando viene dado, fundamentalmente, por las polémicas actuales en torno a:
- la bioética: aborto, eutanasia, ingeniería genética, células madre, etc.;
- la ética sexual y el modelo de familia: permisividad sexual, divorcio exprés, matrimonio gay, "vientres de alquiler", etc.;
- el lugar de la religión en la vida pública.
El escenario antedicho tornaría inteligible la creciente cristofobia de la mayor parte de los medios de comunicación y la intelectualidad europeos[10]. La Iglesia se ha visto atrapada por el fuego cruzado de la "guerra civil occidental": lo quiera o no, es percibida como símbolo y baluarte de uno de los bandos en conflicto. Da igual que razone, que argumente, que presente sus tesis con el máximo posible de matices y cautelas: en la medida en que sea fiel a su tradición e insista en principios como la sacralidad de la vida desde la concepción a la muerte natural[11] o el rechazo de las relaciones sexuales no matrimoniales, atraerá inevitablemente sobre sí las iras del bando progresista (que es el que posee hoy por hoy la hegemonía cultural)[12]. Incluso si la Iglesia renunciara a presentar batalla en asuntos como el aborto o el matrimonio gay, no por ello dejaría de ser hostigada por la cultura dominante: su mera existencia como "metarrelato" [grand récit][13], como visión del mundo densa que maneja aún un concepto fuerte de verdad objetiva, resulta intolerable en una atmósfera intelectual presidida por el pensamiento débil, por la deconstrucción postmoderna, por la "dictadura del relativismo"[14] y la convicción de que la creencia en absolutos es sinónimo de fundamentalismo[15] e intolerancia[16].
Mi tesis, pues, es que la divisoria conservadores vs. progresistas va a convertirse en el eje de referencia más significativo, la polaridad social más trascendente en las décadas que vienen. Es una nueva polaridad que desplaza a otras cada vez menos relevantes, como la clase social ("burgueses vs. proletarios"), el sexo o la raza; desplaza también a la vieja antítesis ideológica derecha-izquierda, centrada en el modo de producción (capitalismo vs. socialismo: una disyuntiva resuelta por la historia del siglo XX, que entregó la victoria indiscutible al sistema de mercado; casi nadie defiende hoy ya la abolición del capitalismo). Sociólogos y filósofos como Peter L. Berger[17], James Davison Hunter[18], George Weigel[19] o Gertrude Himmelfarb[20] han documentado y teorizado el fenómeno, especialmente en lo que se refiere a la sociedad norteamericana (que, no lo olvidemos, habitualmente ha ido prefigurando las transformaciones que después ha sufrido la europea). Gertrude Himmelfarb ha escrito: hoy día, "una familia obrera que asiste a la iglesia tiene más en común con una familia burguesa que asiste a la iglesia, que con una familia obrera que no lo hace; o bien: una familia negra biparental (padre y madre casados entre sí) tiene más en común con una familia blanca biparental que con una familia negra monoparental"[21]. Es decir, la religiosidad y la fidelidad al modelo familiar tradicional se convierten en "marcadores" sociales más significativos que el nivel de ingresos o la raza[22].
Una primera manifestación importante de esta realineación socio-cultural vino dada por el fenómeno de los "Demócratas de Reagan": en la década de los 80, el presidente Republicano Reagan consiguió "robar" al Partido Demócrata un segmento importante de votantes de clase baja; y lo que atrajo a dichos electores fueron fundamentalmente valores como la defensa de la familia, la libertad individual y la desconfianza frente al Big Government invasivo, el restablecimiento del orgullo nacional (muy deteriorado en los años 70), el papel de la religión en la vida pública (asunto de la oración en las escuelas), la oposición al aborto ... Por primera vez, lo que podríamos llamar "patrimonio moral conservador" imantaba a electores que, por su extracción socio-económica, parecían más bien llamados a votar a la izquierda.
Las fuerzas de esos dos bandos ideológicos -añade Himmelfarb- no están equilibradas: la cosmovisión progresista ejerce una evidente hegemonía en los medios de comunicación, en las universidades, en el cine y la literatura, en las escuelas, hasta el punto de merecer la calificación de "cultura dominante". La contracultura liberacionista de los 60 ha pasado a convertirse en la ortodoxia, en la doctrina oficial del establishment bienpensante y políticamente correcto[23]. Pero esa contracultura devenida en cultura oficial se ve contestada (cada vez más enérgica y articuladamente, al menos en EEUU) por una "cultura disidente" de signo conservador ("revolución conservadora", "contra-contracultura", etc.). Ser conservador -defender la vida del no nacido, la familia tradicional y la religión, cuestionar la permisividad sexual[24], etc.- es hoy día la expresión máxima de la transgresión y la heterodoxia.
El dominio del paradigma progresista tiene lugar, no tanto en el terreno de los hechos, como en el del imaginario social y las ideas públicamente aceptables. No es tanto que ya nadie se case, tenga hijos, vaya a misa u observe una actitud sexual morigerada -aunque el porcentaje que "vive de forma conservadora" es menor que en épocas anteriores- como que los que viven con arreglo a valores tradicionales lo hacen de manera casi vergonzante, con complejo de inferioridad cultural, sin ser capaces -en muchos casos- de defender articuladamente los valores y principios que subyacen a esa forma de vida ... Muchas personas en la sociedad actual llevan una vida objetivamente conservadora (son esposos fieles, amantes padres de familia, etc.), pero no tienen un discurso conservador: se adhieren a las teorías (progresistas) dominantes: afirman que "cualquier conducta sexual entre adultos libres" es admisible, que las parejas de hecho o las homosexuales deben recibir el mismo tratamiento legal que las casadas, etc. Se da un curioso y revelador divorcio entre la praxis (conservadora) y la teoría (progresista). El problema de este conservadurismo vergonzante o inconsciente de sí mismo es que, como ha indicado Himmelfarb, no resulta sostenible a largo plazo: el propio sujeto se verá tentado tarde o temprano por una praxis más "liberal" (una aventura adúltera, por ejemplo), y no tendrá principios a los que aferrarse; o bien, aunque persista él mismo -digamos "inercialmente"- en el estilo de vida conservador, será incapaz de recomendar éste a sus hijos (si el sujeto abomina teóricamente de los principios que de hecho practica, no será capaz de transmitirlos o explicarlos)[25].
Himmelfarb describe al bando conservador como la "cultura disidente": los conservadores tienen una conciencia clara de ser la resistencia cultural, de no constituir ya la mayoría social; esta sensación de disidencia o "persecución" ha obligado al conservadurismo americano a dotarse de un cuerpo teórico consistente y autoconsciente[26]. El aborto, la permisividad sexual, la eutanasia, la defensa de la libertad de las escuelas (canalizada a menudo a través de la reivindicación del cheque escolar), la enseñanza de la religión, el derecho de los cristianos y judíos a defender opiniones políticas condicionadas por sus creencias, son algunos de los temas clásicos en los que la "contra-contracultura" conservadora entra en conflicto con el paradigma progresista dominante. Cada uno de esos temas ha generado una sub-rama conservadora específica: así, un movimiento pro-vida muy potente (mucho más que el europeo)[27]; multitud de asociaciones y movimientos defensores de la familia y los family values (Focus on the Family, Heritage Foundation, etc.); un resurgir pujante de las escuelas católicas, protestantes y judías; movimientos y asociaciones específicamente dedicados a la promoción de la castidad juvenil (Purity Ring, Promise Keepers, etc.); un retorno a la práctica religiosa tradicional en parte de la juventud (fenómeno sobre el que volveremos después); un retorno de segmentos importantes de la sociedad americana a criterios de ética sexual más puritanos[28]; un rechazo consciente a los medios de comunicación dominantes, considerados portavoces de la cultura progresista (movimiento de las TV-free homes: familias que deciden vivir sin televisor); incluso un movimiento de objeción de conciencia global al sistema educativo público, inculcador de valores progresistas (home-schooling: familias que optan por educar a sus hijos en casa; con resultados académicos espectaculares, por cierto)[29] ... Mi impresión es que este despertar conservador en EEUU -que tiene ya dos o tres décadas de antigüedad- empieza a llegar tímidamente a Europa: en España se ha producido un evidente resurgir del movimiento pro-vida en los últimos dos años; una inesperada movilización frente al adoctrinamiento progresista en las escuelas (impugnación de la Educación para la Ciudadanía, manifestaciones contra la LOE) y, más genéricamente, la emergencia de un sector de opinión consciente y articuladamente conservador que ha osado manifestarse repetidamente por la familia (concentraciones de las dos últimas navidades en Madrid), por el matrimonio heterosexual (gran manifestación en 2005), etc.
Las iglesias juegan un papel fundamental en la "cultura disidente": así es en EEUU, y así va a ser también -conjeturo- cada vez más en España. Se dan, sin embargo, algunas diferencias significativas. De un lado, EEUU es un país mucho más religioso que el nuestro, con una tasa de población practicante próxima al 50% (en tanto que en España se sitúa apenas en el 15%). De otro, el panorama religioso norteamericano es mucho más plural, con multitud de denominaciones protestantes, una potente Iglesia católica, sinagogas de diversas tendencias, etc. Las guerras culturales norteamericanas han generado un interesante fenómeno de acercamiento ecuménico: católicos, protestantes conservadores y judíos ortodoxos se descubren compartiendo trinchera (por la vida del no nacido o por el matrimonio tradicional), y toman conciencia de que sus diferencias recíprocas son triviales, comparadas con el foso que les separa del paradigma hedonista-secularista[30]. Cabe hablar de una "unidad de acción" transconfesional en algunos de estos combates[31].
Pero, de otra parte, no cabe ignorar que el frente de la "guerra civil occidental" a veces pasa también a través de las propias confesiones, cortándolas en dos[32]. Numerosas iglesias protestantes -los episcopalianos, por ejemplo- han claudicado frente a la cultura dominante en asuntos como el aborto o la licitud moral de la práctica homosexual; y la Iglesia católica norteamericana tiene su propio sector disidente (recordemos a teólogos como Curran o Drinan, por no hablar de prominentes seglares que reniegan del magisterio de la Iglesia en asuntos nodales como el aborto: políticos como Nancy Pelosi, Joseph Biden, John Kerry, Ted Kennedy, etc.). Interesa saber que las iglesias que se han rendido a las modas culturales -las más "progresistas"- se están quedando rápidamente sin fieles[33]; en tanto que las que se mantienen firmes en la doctrina tradicional experimentan un auge notable, especialmente entre los jóvenes[34] [volveremos más adelante sobre este punto].
Notas
[1] "Too often I've started to explain how the Ugandan H.I.V. rate began to drop after people started having fewer sexual partners, only to be met with a look of suspicion or condescension and informed that abstinence doesn't work.Yet, when Africans are asked how they have changed their behavior in the face of AIDS, the great majority don't talk a lot about condoms. They talk about becoming monogamous, says a 2002 United Nations study that summarized years of research" (GREEN, E.W., "The New AIDS Fight: A Plan as simple as ABC", The New York Times, 1-03-2003 [http://www.nytimes.com/2003/03/01/opinion/the-new-aids-fight-a-plan-as-simple-as-abc.html?sec=health&&scp=8&sq=edward%20c.%20green&st=cse]).
[2] HUNTINGTON, S.P., El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Paidós, Barcelona, 1997. En una línea similar: KAGAN, R., El retorno de la Historia y el fin de los sueños, Taurus, Madrid, 2008.
[3] La expresión "guerra civil occidental" se debe a Martín ALONSO: "Nuestro mundo [occidental] [...] está en guerra consigo mismo. Una casa dividida, como se dijo hace dos mil años, no puede durar. Esta es una sociedad en transición, donde la vida se relativiza [aborto, eutanasia ...] y la cultura judeo-cristiana es desterrada de la plaza pública. [...] Pero la utopía poscontemporánea occidental -el secularismo extremo- que la sustituye está llamada a ser tan efímera, una o dos generaciones, como para no alcanzar siquiera la categoría de anécdota" (ALONSO, M., Doce de septiembre: La guerra civil occidental, Gota a Gota, Madrid, 2006, p. 142). ALONSO entiende que la hegemonía creciente de la cultura progresista-secularista supone, en realidad, un lento suicidio civilizacional de Occidente. Europa, especialmente, está abocada al colapso por implosión demográfica (tasas de natalidad muy por debajo del índice de sustitución generacional) o por "eurabización" (afluencia masiva de inmigrantes musulmanes, que transformarán el rostro del continente hasta hacerlo irreconocible).
[4] La "guerra civilizacional" interna incide en la externa también de esta forma: en la medida en que los "progresistas" van imprimiendo a Occidente una identidad cada vez más materialista y atea, aumenta la intensidad del choque cultural con las civilizaciones no occidentales, que siguen siendo profundamente religiosas. Los integristas islámicos, por ejemplo, odian a Occidente no tanto porque es cristiano como porque es postcristiano (cf., por ejemplo, LEWIS, B., La crisis del Islam: Guerra santa y terrorismo, Ediciones B, Barcelona, 2003, p. 95). BENEDICTO XVI lo ha formulado muy bien: "Si se llega a un enfrentamiento de culturas, no será por un choque entre grandes religiones [...], sino por el conflicto entre esa emancipación radical del hombre [eliminación de referencias trascendentes] y las grandes culturas históricas" (RATZINGER, J., El cristiano y la crisis de Europa, Cristiandad, Madrid, 2005, p. 42); "para las culturas del mundo, la profanidad absoluta que se ha ido formando en Occidente es algo profundamente extraño. Están convencidas de que un mundo sin Dios no tiene futuro" (op. cit., p. 76).
[5] "As clashes of civilizations go, this one is between two extremes: on the one hand, a world that has everything it needs to wage decisive war: wealth, armies, industry, technology; on the other, a world that has nothing but pure ideology and plenty of believers. [...] Even a loser can win when he's up against a defeatist. A big chunk of Western Civilization, consciously or otherwise, has given the impression that it's dying to surrender to somebody, anybody. Reasonably enough, the jihadists figure: hey, why not us?" (STEYN, M., America Alone: The End of the World as We Know It, Regnery Publishing, Washington DC, 2006, p. xliv).
[6] "[...] [L]a batalla decisiva, por tanto, no es la que nos enfrenta a la facción del Islam decidida a destruirnos (una amenaza que no pasaría de ser una anécdota si encontrase enfrente a un Occidente creyente en sí mismo), sino la lucha intestina entre la parte de Occidente definitivamente inficionada por el nihilismo y la que todavía se aferra a ciertas raíces y valores. Un escenario también atisbado, por lo demás, por pensadores actuales como André Glucksmann ("Occidente contra Occidente", 2004) o Mark Steyn ("America Alone", 2006)" (CONTRERAS PELÁEZ, F.J., "Reseña de La ciudad en la cima, de Martín Alonso", http://www.gees.org/pdf/6017/).
[7] "Quel modèle offrons-nous aux jeunes [musulmans] issus de l'immigration? Comment une nation qui ne s'aime plus elle-même, qui n'a plus d'enfants [...] inspirerait-elle le respect ? Si la France et l'Occident ne présentaient pas le spectacle d'une société dont les repères collectifs se dissolvent et d'où le spirituel semble absent, nous aurions moins de motifs de craindre un islam conquérant » (SÉVILLIA, J., Quand les catholiques étaient hors la loi, Perrin, París, 2005, p. 287).
[8] Sobre el interesante fenómeno de los intelectuales agnósticos que valoran positivamente el legado cultural judeocristiano (y su vigencia actual), la necesidad de que los cristianos participen activamente -y desde sus valores propios- en la vida pública, etc. (Giuliano FERRARA, Marcello PERA, Jürgen HABERMAS, Gustavo BUENO, etc.), vid.: CONTRERAS PELÁEZ, F.J., "Europa: agonía del sesentayochismo, ¿retorno del cristianismo?, Persona y Derecho, Vol. 58-2008, p. 353 ss.
[9] "[T]he clash that is coming -and that has, indeed, already begun- is not so much among the world's great civilizations as it is within the civilization of the West, between those who claim the Judeo-Christian worldview and those who have abandoned that worldview in favor of the "isms" of contemporary [...] life -feminism, multiculturalism, gay liberationism, lifestyle liberalism- what I here lump together as a family called "the secularist orthodoxy"" (GEORGE, R.P., "The Clash of Orthodoxies", en GEORGE, R.P., The Clash of Orthodoxies: Law, Religion and Morality in Crisis, ISI Books, Wilmington (Del.), 2001, p. 3).
[10] Sobre la cristofobia europea, vid. WEILER, J., Una Europa cristiana: Ensayo exploratorio, Encuentro, Madrid, 2003, p. 92 ss.; RÉMOND, R., Le nouvel anti-christianisme: Entretiens avec Marc Leboucher, Desclée de Brouwer, París, 2005, p. 100 ss.
[11] En la medida en que la Iglesia va quedándose sola en la defensa de este principio, es esperable que se recrudezca la ofensiva anticatólica de la cultura hedonista-laicista; últimamente, también por medio de agencias internacionales de la ONU y la UE (que hacen suya la ideología de los "derechos reproductivos", como veremos infra): "El ataque al Vaticano se hace más duro, porque más dura es la guerra en curso de la humanidad contra sí misma" (ROCELLA, E., "No crezcáis, no os multipliquéis", en ROCELLA, E. - SCARAFFIA, L., Contra el Cristianismo: La ONU y la Unión Europea como nueva ideología, trad. de L. Sanz, Ed. Cristiandad, Madrid, 2008, p. 111).
[12] "The bishops and their staff must be brought to see that no matter how reasonable the terms in which they couch their pro-life witness, no matter how extensively they link abortion to other issues, no matter how careful they are to avoid sounding as though stopping abortion is the only thing they care about, American cultural elites, for whom the ready availability of abortion is critical as a matter of self-interest as well as ideology, will viciously attack them" (GEORGE, R.P., "Bioethics and Public Policy", en The Clash of Orthodoxies, cit., p. 296).
[13] "Se tiene por postmoderna la incredulidad con respecto a los metarrelatos. [...] Al desuso del dispositivo metanarrativo de legitimación corresponde especialmente la crisis de la filosofía [...] La función narrativa pierde sus functores: el gran héroe, los grandes peligros, los grandes periplos y el gran propósito. Se dispersa en nubes de elementos lingüísticos narrativos, etc., cada uno de ellos vehiculando consigo valencias pragmáticas sui generis. Cada uno de nosotros vive en la encrucijada de muchas de ellas" (LYOTARD, J.F., La condición postmoderna, trad. de M.A. Rato, Cátedra, Madrid, 1987, p. 10).
[14] "Tener una fe clara, según el credo de la Iglesia, es etiquetado a menudo como fundamentalismo. En cambio, el relativismo, es decir, el "dejarse llevar por cualquier viento de doctrina" [Ef. 4, 14], aparece hoy como lo único compatible con la altura de los tiempos. Se va estableciendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio "yo" y los propios deseos" (RATZINGER, J., "Missa Pro Eligendo Romano Pontifice: Omelia del Card. Joseph Ratzinger", www.vatican.va/gpII/documents/homily-pro-eligendo-pontifice_20050418_it.html).
[15] "[En el clima cultural actual] Lo verdadero ya no existe, el anuncio de lo verdadero se considera fundamentalismo, y hasta la misma afirmación de lo verdadero produce miedo o suscita recelo" (PERA, M., "El relativismo, el cristianismo y Occidente", en PERA, M. - RATZINGER, J., Sin raíces: Europa, relativismo, Cristianismo, Islam", Península, Barcelona, 2006, p. 40).
[16] El europeo postmoderno asocia sin más "creencia en verdades objetivas, absolutos, etc." con "intolerancia" ("las convicciones sobre la verdad absoluta son esencialmente violentas", ha escrito Herbert SCHNÄDELBACH). Da por supuesto que si alguien cree firmemente en algo, se sentirá obligado inexcusablemente a imponerlo a los demás. Romper esa falsa ecuación me parece una de las tareas culturales más urgentes del momento actual. Escribe SPAEMANN: "[L]a Iglesia ha comprendido la verdad que le ha sido confiada como algo en cuya esencia está el que sólo puede abrazarse mediante la libre adhesión, por lo cual su anuncio no debe hacer peligrar la paz pública. Mas esto no obsta en nada el carácter absoluto que invoca para sí este anuncio. Hoy como ayer, la Iglesia sólo puede ver en el relativismo religioso ["todas las religiones valen lo mismo", "son distintas perspectivas sobre una misma verdad", etc.] un oponente enfrentado a su pretensión" (SPAEMANN, R., Ética, política y cristianismo, trad. de J.Mª Barrio, Palabra, Madrid, 2007, p. 52).
[17] "This [polarization] does not mean, of course, that everyone in the country is manning the opposing barricades [...]. But the battle lines are clearly drawn. Both the democratic political process and the courts are favored battlefields, as each side tries to enlist the vast powers of the state on its behalf. [...] [We are going through] [A] deeply divisive conflict of beliefs and values" (BERGER, P.L., The Limits of Social Cohesion: Conflict and Mediation in Pluralist Societies, Bertelsmann, Oxford, 1998, p. 355).
[18] HUNTER, J.D. - BOWMAN, C. (eds.), The State of Disunion: 1996 Survey of American Political Culture, Ivy, Va., 1996; HUNTER, J.D., Is There a Culture War?: A Dialogue on Values and American Public Life, Barnes & Noble, Nueva York, 2006.
[19] WEIGEL, G., "Talking the Talk: Christian Conviction and Democratic Etiquette", en CROMARTIE, M. (ed.)., Disciples and Democracy: Religious Conservatives and the Future of American Politics, Eerdmans Pub., Grand Rapids, 1994, pp. 90-94).
[20] HIMMELFARB, G., One Nation, Two Cultures, Random House, Nueva York, 2001.
[21] HIMMELFARB, G., One Nation, Two Cultures, cit., p. 116.
[22] "The divide we are confronting today cuts through class lines, as it also does through religious, racial, ethnic, political, and sexual lines" (HIMMELFARB, G., op. cit., p. 116).
[23] "[E]l relativismo, cuanto más llega a ser la forma de pensamiento generalmente aceptada, más tiende a la intolerancia y a convertirse en un nuevo dogmatismo. La political correctness [...] pretende imponer un solo modo de pensar y de hablar" (RATZINGER, J., "Carta a Marcello Pera"", en Sin raíces, cit., p. 123). Este "nuevo dogmatismo" se extiende al ámbito de las costumbres, elevando las "liberaciones" de 1968 a la condición de nuevo e inobjetable rasero moral; la nueva ética hedonista genera sus propios imperativos y tabúes, tan rígidos o más que los de éticas anteriores (¡y todo ello en nombre de la "lucha contra los prejuicios"!): "[L]os prejuicios o los tabúes, aquellos que la opinión pública [informada por la ideología "sesentayochista"] no cesa de denunciar, son los prejuicios de nuestras abuelas, no los de hoy. [...] Milagro de la retórica: las ideas establecidas ["vive como quieras", "ten sexo con quien te apetezca", "disfruta el momento", etc.] se presentan como rebeldes, los prejuicios con la apariencia de anti-prejuicios. [...] [Para el nuevo dogmatismo hedonista] [L]a joven sexualmente "liberada" no es la que decide libremente su opción, sino aquella que adopta un comportamiento que implica el rechazo de los "prejuicios", es decir, la que se adhiere al modelo [promiscuo] dominante" (BÉNÉTON, Ph., "Moralmente correcto", Debate Actual, nº5 (Noviembre 2007), pp. 16-17).
[24] En otras épocas, los viciosos fingían virtud; en la nuestra, los virtuosos fingen vicios (lo cual confirma que la virtud ha pasado a estar mal vista y el vicio se ha convertido en la norma cultural): "[E]n nuestra época viciosa, con tan sólo pegarle una patada a una piedra, encontraremos a muchos falsos ecologistas, pero desde luego habremos de armarnos de lámparas y paciencia para encontrar a un lujurioso que se finja casto. Yo, en cambio, conozco a muchos castos [...] que, para no desentonar en una época viciosa, [...] se las dan de lujuriosos. [...] La virtud es hoy más que nunca arriesgada y rebelde; es la única forma que nos queda en una época viciosa de cultivar nuestra vocación felina de singularidad" (DE PRADA, J.M., "Falsos y aburridos", en DE PRADA, J.M., La nueva tiranía: El sentido común frente al Mátrix progre, Libros Libres, Madrid, 2009, pp. 41-42).
[25] "The [intellectual, artistic] elite is only a small if a most visible and influential part of this [progressive] culture. The bulk of it consists of people who are generally passive and acquiescent. Most [people] lead lives that, in most respects, most of the time, conform to traditional ideals of morality and propriety. But they do so with no firm confidence in the principles underlying their behaviour. Thus they are vulnerable to weaknesses and stresses in their own lives, and undermined by the example of their less conventional peers or those whom they might think of as their superiors. More important, they find it difficult to transmit their own principles and practices to their children" (HIMMELFARB, G., One Nation, Two Cultures, cit., pp. 119-120).
[26] Sobre el tema, vid. MARCO, J.Mª, La nueva revolución americana: Por qué la derecha crece en Estados Unidos, y por qué los europeos no lo entienden, Ciudadela, Madrid, 2007; ALONSO, M., La ciudad en la cima: Viaje por la historia y la cultura popular de Estados Unidos, Tébar, Madrid, 2008.
[27] En EEUU está creciendo el porcentaje de personas que se declaran contrarias al aborto (un 51%, según una encuesta de mayo de 2009; entre los votantes del Partido Republicano, el porcentaje alcanza el 70%): "Una mayoría de norteamericanos rechazan el aborto", ABC, 16-05-2009 (http://www.abcdesevilla.es/20090516/internacional-estados-unidos/mayoria-norteamericanos-rechazan-aborto-200905160149.html?cambio=1&urlini=www.abc.es)
[28] "Twenty-five years ago, only one-seventh of those in their twenties said that premarital sex was always wrong; today one-fourth of that generation (now in their forties) share that view" (HIMMELFARB, G., op. cit., p. 129).
[29] Vid. HIMMELFARB, G., op.cit., p. 130 ss. La rebelión contra el adoctrinamiento progresista en las escuelas ha encontrado incluso su (notable) novela: O'BRIEN, M.D., La última escapada, Libros Libres, Madrid, 2009.
[30] "Orthodox Jews sometimes discover that they have more in common with Protestant fundamentalists and Catholic traditionalists on such subjects as school vouchers, gay marriage, or sex education in the schools than with their brethren in the [Jewish] Reform denominations. [...] And in spite of the traditional anti-Catholic bias among evangelicals, the leaders of both groups [Protestant "Christian Coalition" and Catholic "Catholic Alliance"] issued a manifesto, "Evangelicals and Catholics Together", asserting their common mission" (HIMMELFARB, G., op.cit., p. 100).
[31] Así, el católico Robert P. GEORGE señala: "[O]ur true friends are the ones we have encountered in the trenches of the pro-life movement: evangelical Protestant Christians, black and white" (GEORGE, R.P., "Bioethics and Public Policy", cit., p. 296).
[32] "This "ethics gap" or "great divide" [...] cuts through all religions and denominations. Southern and Northern Baptists differ sharply not only on such subjects as the ordination of women and homosexuals, but on cultural and moral values in general. [...] All the churches (including Judaism) have been rent by disputes over gay marriage [...]. Catholics are also more diverse than might be supposed. "Cafeteria Catholics", as they are derogatorily called, observe only those teachings of the church that they find congenial" (HIMMELFARB, G., op. cit., p. 99).
[33] "¿Qué pasaría si la Iglesia católica aceptase el aborto, las prácticas homosexuales, la libertad de cada parroquia de establecer su propia doctrina, el clero femenino, el matrimonio de los divorciados y las bodas gays? ¿Atraería eso a multitudes de personas? El experimento ya se ha hecho, durante muchos años y con millones de personas. Y el resultado, publicado en el reciente informe ARIS 2008, con entrevistas a 54.000 norteamericanos, es claro: las iglesias progresistas se mueren. El estudio, realizado por el Trinity College de la Universidad de Hartford, muestra que la Iglesia Episcopaliana ha perdido un 30 por ciento de sus feligreses en 7 años (de 2001 a 2008) y que la United Church of Christ (UCC), en la que se bautizó Barack Obama, ha perdido un 46,6% de sus adherentes en este tiempo" (GINÉS, P.J., "Las iglesias protestantes de EEUU pierden un tercio de sus fieles", La Razón, 11-03-2009, http://www.larazon.es/noticia/las-iglesias-progresistas-de-ee-uu-pierden-un-tercio-de-sus-fieles-2).
[34] Datos exhaustivos en CAMPBELL, C.C., The New Faithful: Why Young Christians are Embracing Christian Orthodoxy, Loyola Press, Chicago, 2002.
Del director
- Islandia: primer país sin nacimientos Síndrome de Down, el 100% son abortados
- 9 cosas que conviene saber sobre el Miércoles de Ceniza
- Juan Claudio Sanahuja, in memoriam
- Trumpazo: la mayoría de los católicos USA votaron por Trump (7 puntos de diferencia)
- Mons. Chaput recuerda y reitera en su diócesis la necesidad de vivir la castidad a los divorciados que se acerquen a la Confesión y la Eucaristía
- Cardenal Sarah, prefecto para el Culto Divino, sugiere celebrar cara a Dios a partir de Adviento
- Medjugorje: Administrador Apostólico Especial. Por ahora no parece.
- Turbas chavistas vejan y humillan a seminaristas menores