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Laura Bassi y Giuseppe Veratti, matrimonio católico y científico
Sufrimos una auténtica oleada de laicismo militante, que se ha propuesto no sólo no tolerar, sino poner bajo sospecha o excluir de la vida pública todo lo que huela a católico. Malos tiempos, pues, para la familia. Se experimenta con todo menos con la gaseosa, y se cometen barbaridades como las de equiparar al matrimonio cualquier unidad de convivencia, dando un paso al frente a ver qué pasa.
El V Encuentro Mundial de las Familias celebrado el año 2006 en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia tuvo como lema La transmisión de la fe en familia. Benedicto XVI dijo en el encuentro festivo testimonial del 8 de julio que "la familia es un bien necesario para los pueblos, un fundamento indispensable para la sociedad". Si para la sociedad es muy conveniente el desarrollo científico, se podía entender que la familia podría contribuir al desarrollo científico. El 9 de julio, durante la homilía de la eucaristía, afirmaba en la misma línea: "Por eso, reconocer y ayudar a esta institución es uno de los mayores servicios que se pueden prestar hoy día al bien común y al verdadero desarrollo de los hombres y de las sociedades."
Aunque por los medios de comunicación se transmite en nuestra sociedad el mensaje de que religión y ciencia son incompatibles, más ahora en medio de la corriente laicista que nos invade, o que fe y razón son enemigas, además de que la denominada familia tradicional está superada, nunca se ha abordado la puesta en evidencia de la relación entre la familia y el desarrollo de la ciencia. Ante semejante catequesis mediática continua contraria a que tal coincidencia pueda existir, confieso que a veces a los que somos padres nos hace cierta mella a la hora de transmitirles la fe a los hijos, porque tememos que limite la capacidad de aprendizaje, raciocinio, etc.
Pese a que por mi experiencia y la de muchos católicos que conozco esto no sea así, el ambiente es tozudo. Sin embargo, más tozuda es la realidad. ¿Existe, pues, algún caso en el que una realidad familiar católica haya coincidido con una realidad científica importante? Sí, al menos el que paso a comentar, en pleno siglo XVIII, el siglo de las luces: los Veratti-Bassi.
Laura Bassi nació en Bolonia en 1711. Hija de un modesto abogado de Modena, comenzó con 5 años a estudiar latín con su primo, el padre Lorenzo Stegani, que también le enseñó francés y aritmética. Tras terminar su educación elemental, tomó con 13 años lecciones privadas de filosofía con Gaetano Tacconi, el médico familiar, que también enseñaba en la Universidad de Bolonia y era miembro de la Academia de Ciencias de dicha ciudad. Además, se preparó en profundidad latín, álgebra, geometría y griego.
Con 20 años, el 17 de abril de 1732, en la Sala de los Ancianos del Palacio Público de Bolonia y en presencia del cardenal Girolamo Grimaldi, del arzobispo Próspero Lambertini (futuro Benedicto XIV) y de otros numerosos notables, llevó a cabo el debate sobre 49 tesis de filosofía y física, con un éxito que recibió la aclamación popular. Un mes después, el 12 de mayo, volvió a aparecer en público para recibir el doctorado en filosofía por la Universidad de Bolonia. Fue además elegida miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia por los hombres que la componían. Se escribieron en su honor 3 tomos de poesía. El mismo año se convirtió en profesora de anatomía de dicha universidad. El 17 de abril de 1734 recibió ex officio la Cátedra de Filosofía en la misma universidad. Fue la primera profesora y catedrática de la historia, en la Universidad de Bolonia, primera universidad del mundo, fundada por la Iglesia Católica en el siglo XII.
Se casó el 26 de abril de 1738 con Giuseppe Veratti (1707-1793), doctor en medicina y profesor de filosofía natural de la Universidad de Bolonia. Después de su doctorado, estudió álgebra con el célebre doctor Gabrielle Manfredi, y alcanzó soltura en física experimental, carteándose y haciendo experimentos con el famoso abad Nollet o el padre Beccaria, católicos y científicos también los dos.
En 1742 comenzaron a dar clases en su casa que consistían en una parte teórica y otra práctica, siendo verdaderos pioneros en la incorporación de la investigación a la docencia. El éxito y la dedicación les llevaron a constituir en 1749 una escuela de física experimental en su propia casa, que llegó a ser un importante centro docente e investigador en toda Europa. La tarea docente la desempeñaba fundamentalmente Laura, que dejó por motivos domésticos la universidad, mientras que Giuseppe, que siguió con su trabajo, colaboraba en las clases, sobre todo en la parte experimental, poniendo dinero de su bolsillo en bastantes ocasiones para comprar máquinas para ayudar en la docencia y las prácticas.
Las clases teórico-prácticas eran impartidas durante 8 meses al año. Contribuyeron de forma determinante a la difusión de las teorías de Isaac Newton, científico cristiano. Entre sus alumnos encontraría la vocación por la docencia y la investigación científica en biología nada menos que el padre Lázaro Spallanzzani, científico católico determinante en el desarrollo de la microbiología.
Además de la docencia, los Veratti-Bassi investigaban en su domicilio, siendo pioneros en la simultaneidad de ambas actividades. Abordaron estudios sobre electricidad, magnetismo, dinámica de fluidos y, en menor medida, sobre biología, en colaboración con Spallanzanni. Laura Bassi demostró la no universalidad de la Ley de Boyle, que se tiene como su contribución más importante, y Giuseppe Veratti aplicó la electricidad a la medicina.
Se sabe que Laura Bassi publicó 28 artículos científicos y escribió discursos para la Academia de Ciencias de Bolonia y la Academia de Ciencias Benedictina, fundada por el Papa Benedicto XIV, de la que también llegaría a formar parte. Mantuvo correspondencia con eminentes científicos de su época, como Volta, y fue elogiada por el mismísimo Voltaire. En 1776, a la edad de 65 años, el senado boloñés le confirió la cátedra de física experimental en el Instituto de las Ciencias de Bolonia. Moriría dos años después.
Pero aquí no acaba la cosa. El matrimonio Veratti-Bassi tuvo doce hijos, de los cuales ocho fueron bautizados y cinco llegaron a la edad adulta. Tres de ellos fueron canónigos y uno profesor del Instituto de las Ciencias de Bolonia. De ahí podemos concluir que les transmitieron la fe y la ciencia, o al menos lo intentaron, con no poco éxito.
En alguna medida, la elección de la Ciudad de las Artes y las Ciencias como lugar para celebrar el encuentro mundial de las familias convocado por Benedicto XVI fue profética, al menos para mí. La fe y la razón no son incompatibles. La transmisión de la fe no es incompatible con la transmisión y el crecimiento de la razón. Aun cuando "la negación de Dios o de la religión no constituye, como en épocas pasadas, un hecho insólito e individual; hoy día, en efecto, se presenta no rara vez como exigencia del progreso científico y de un cierto humanismo nuevo" (Gaudium et Spes), la tozuda realidad supera a una ficción creada por opiniones alejadas de lo objetiva y científicamente admisible.
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