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Dominio de las TIC, sin obsesiones
En los últimos años, jóvenes y menos jóvenes, nos encontramos inmersos en la plena experimentación de nuevas formas de socialización y de adquisición de conocimientos a través de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Y ya tenemos los «screenagers», nativos digitales, chicos y chicas capaces de saltar de forma espontánea de una labor a otra, que disfrutan con los trabajos multitarea de la generación 2.0, eso lo sabemos y es normal que así sea.
También es cierto que una adecuada educación en las TIC debería, en casa y en la escuela, proporcionar valores y actitudes sociales, así como experiencias constructivas que nos permitan a todos beneficiarnos de las nuevas oportunidades comunicativas y profesionales. Estas deberían facilitar la felicidad personal y el progreso colectivo.
Interesa aprender a gestionar bien el conocimiento. Eso incluye procesos de selección, adquisición, integración, análisis y colaboración en entornos sociales en red. Aunque tal vez para muchos jóvenes las escuelas sean el único lugar en el que se aprenden de manera adecuada tales competencias.
Hemos de preparar a las nuevas generaciones en las destrezas para usar sus conocimientos y habilidades en los desafíos de la vida real; en eso, más que en capacitarlos para dominar un currículo escolar específico. ¡Estamos de acuerdo!
Pero la necesaria adaptación tecnológico-educativa de nuestros centros escolares, con el objetivo de estimular mejor el aprendizaje del alumnado, no puede significar caer en lo que un buen amigo llama el «iluminismo tecnológico». A lo efectivo es preciso unir lo afectivo, lo relacional, el cara a cara de alumnos y profesores. Considero un hacer de menos al profesorado denominarlo «gestores del conocimiento», como si fuesen cuidadores o controladores del funcionamiento de una cadena de producción industrial.
Convendremos también en que hemos de tener habilidades funcionales TIC, necesarias para un buen uso de las diferentes aplicaciones informáticas y multimedia. Y habilidades TIC para aprender a combinar actividades cognitivas y de orden superior con habilidades funcionales para el uso y manejo de las aplicaciones.
¡Por supuesto! Pero sin olvidar que se ha de pensar en salir a la palestra del trato con la vida real, a menudo difícil, que exige un alto nivel de habilidades sociales, «in situ», presenciales, no virtuales o simuladas, lejos de lo digital-onírico. Y para eso, aquí va una práctica receta para todos: salir de la «bedroom cultura», la cultura de la habitación en la que el aislamiento del resto de la familia es un gran perjuicio para un desarrollo equilibrado. Y en alguna medida aquí deberíamos incluirnos y adelantarnos los mayores.
Recordemos que una mayor capacidad tecnológica humana no siempre va seguida de la sabiduría que redunde generosamente hacia el bien común y evite el empobrecimiento, la decadencia y la corrupción. La red social principal donde aprendemos la comunicación es la familia. Y ésta ha de ser la que nos catapulte, a todos, a un conocimiento más efectivo y afectivo de las TIC. Sí, el uso de las TIC por parte de niños y jóvenes pide implicación de la familia y de todos los agentes sociales. Es preciso orientar un uso adecuado según las edades y dar respuestas integrales, no sólo desde la escuela, sino también desde las empresas y los poderes públicos.
También es verdad que en algunos lugares, como ahora en Cataluña, parece que se va a hacer de la necesidad virtud, pues la flamante consellera d’ensenyament, Sra. Irene Rigau, ve oportuno continuar de diferente manera la introducción de portátiles para cada alumno en las aulas de ESO. Ahora, la introducción de las tecnologías en el aula llegará de una manera más gradual, pues se tiene presente que nunca serán tan importantes las TIC como el profesorado y la adecuada didáctica para transmitir cada materia.
Así, la Sra. Rigau se propone «analizar el valor económico y pedagógico del portátil en el aula». La verdad es que es algo que algunos ya veníamos solicitando hace tiempo, pues el anterior gobierno autonómico quiso implantar los portátiles con el programa Educat 1x1, sin un contrastado estudio presupuestario y pedagógico, que además discriminaba las más de las veces a la educación concertada.
Sea como sea, es claro que nos interesa a todos conseguir un gran dominio de las TIC, pero sin obsesiones, y relacionando al máximo familia y escuela. Asimismo, como he dicho en otros lugares, el desarrollo profesional del profesor es el factor clave para mejorar la educación. Y ésta va a ser crucial para preparar estudiantes, ciudadanos y trabajadores en la utilización de las tecnologías, cosa que animará el desarrollo social de todo el país.
Pienso que este liderazgo de los educadores tiene un papel muy significativo en la creación de una cultura que lleve a la innovación, y a la vez permita tener una sociedad civil crítica, emprendedora y solidaria. Es imprescindible, entonces, crear las condiciones de contexto-convivencia necesarias, el clima educativo adecuado: en escuelas y familias; en universidades y centros de negocios y deporte; en medios de comunicación y servicios sanitarios; en industrias e instituciones políticas y culturales.
Pues para eso, todavía falta que alguno baje ya de «la nube».
Del director
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