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¡Pide el cambio! Cartas a los jóvenes que quieren mejorar el mundo
El pasado viernes, en el Espacio del lector de la Librería NOBEL de Torrent (Valencia) nuestra colaboradora, Remedios Falaguera, presentó en sociedad su nuevo libro ¡Pide el cambio! Cartas a los jóvenes que quieren mejorar el mundo.
La presentación estuvo a cargo del periodista, profesor de la Facultad de Comunicación y director del Diario Qué! Valencia, Javier Peris, y reunió a un gran grupo de lectores, en su gran mayoría jóvenes protagonistas de este nuevo reto: construir un mundo mejor transformando la sociedad en un campo fértil y limpio de rastrojos heredados.
Suele decirse que «nadie es profeta en su tierra», pero nuestra autora, valenciana de nacimiento, para disfrutar de la compañía de su gente y para «venderse», como dice la gente joven a la que va dirigida –fundamentalmente– su libro, se ha atrevido a plantarle cara al dicho popular. Y no le ha salido mal, ¡nada mal!
Desde sus comienzos en este mundo del periodismo, la autora suele presentarse como madre, maestra y periodista. Tres profesiones muy parecidas porque sus resultados –positivos o negativos–, solo se ven a largo plazo, y por lo tanto, exigen mucho espíritu de servicio y generosidad, mucha paciencia y firmeza, y mucho, mucho, mucho sentido del humor para no desfallecer en el intento.
Todo esto se trasluce nítidamente en el libro que presento el viernes pasado.
«¡Pide el cambio!, como afirma su subtitulo contiene cartas dirigidas a los jóvenes –concretos con nombre y apellidos– a los que quiere ayudar a mejorar el mundo que les rodea; pero los consejos, alientos y reflexiones que contiene –todos ellos tienen sentido universal y colectivo–, no van dirigidos solo a sus destinatarios, sino a toda la juventud y también a todos los que participan de una manera u otra en su educación: padres, profesores, abuelos, monitores,…
Como dice Leopoldo Abadía en su prologo «… me sorprendí porque, a primera vista, era un libro para chicos jóvenes y me encontré, de repente, haciendo examen de conciencia. Había muchas cosas que parecía que las había escrito para mí.
Del examen no salí con sobresalientes, pero sí con buenos propósitos.
Buenos propósitos que, en algún caso, pueden sonar extraños. Porque si os digo que uno que he sacado de la lectura de este libro es ser una ranita sorda, os podéis quedar perplejos. Pero cuando lo leáis, vosotros diréis que sí, que también queréis serlo.
Que también queréis que lo sean vuestros hijos. Porque hacen falta muchas ranitas sordas, que no oigan las tonterías que se dicen por ahí ni escuchen las voces de los esterilizadores de ilusiones, esos que se dedican a quitar el optimismo de verdad, el que consiste en luchar duro para salir adelante.»
Es verdad, que muchas veces nos sentimos abrumados cuando conocemos las conclusiones de los últimos estudios e investigaciones sobre la juventud en las que nos aseguran que la gran mayoría de jóvenes son apáticos, flojeras, consumistas, y conformistas. Jóvenes que sólo piensan en vivir al día, divertirse todo lo que puedan y no comprometerse con nada que les suponga un poco de esfuerzo. Instalados en el bienestar de la casa paterna aman su «libertad» sin aceptar los deberes y las responsabilidades.
Pero, lo cierto es que hay una gran mayoría de jóvenes conscientes de tener el mundo en sus manos, y de querer mejorarlo; y el viernes por la presentación rondaban algunos de ellos.
Alegres, modernos, divertidos, sin miedo y sin complejos, solidarios, elegantes, intelectualmente muy bien preparados, y «currándose» una buena formación humana y espiritual,… se preguntan: ¿quiénes somos?, ¿qué buscamos?, ¿cuáles son nuestras inquietudes, nuestros sueños, nuestros miedos?, y, sobre todo, ¿Qué he de hacer para transformar el mundo? ¿Cómo? ¿Con qué instrumentos cuento para esta tarea?
Como dice un proverbio popular: «El mundo es de Dios, pero Dios se lo alquila a los valientes.». Y una gran mayoría de jóvenes tienen las cualidades físicas, intelectuales, humanas y sobrenaturales necesarias para hacer de este, nuestro mundo, un lugar más humano, más digno, más comprometido.
Es verdad que la vida no se lo está poniendo fácil y ser valiente, en un mundo como el que les estamos construyendo, luchar por lo que vale la pena, es, en muchas ocasiones, una tarea ardua y complicada para ellos.
Lo que nos lleva a preguntarnos como Leopoldo Abadía en uno de sus artículos no en qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos sino qué hijos vamos a dejarle al mundo.
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