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La «Iglesia autóctona» va por la «Madre Tierra»

No pasa un día sin que una nueva sorpresa haga más inestables y precarias las pocas certezas que aún tenemos. Cuando no es en materia política, lo es en la económica o social y también en la religiosa. Lo que un día parece ser un suceso coherente, al siguiente es contradicho por otro.

Por ejemplo: la corrupción política en Brasil, denunciada, probada y sentenciada, ahora se «explica y justifica», por «la falta de recursos claros para financiar a los partidos políticos», según la voz de José Dirceu, quien fuera líder del PT y jefe de la Casa de Gobierno de Lula, político denunciado y caído por corrupción, hoy en vísperas de sentencia.

En el ámbito religioso en México, en 2011, se viven casos patéticos: los obispos de Tijuana, Mexicali y Ecatepec, solidarizándose públicamente a Jorge Hank Rhon; desatinos, por llamarlo de algún modo, del obispo de Saltillo, en materias delicadas de orden moral que escandalizan a sus fieles, quienes se animan a pedir públicamente «Queremos un Obispo Católico»; persistencia del sucesor del difunto Obispo Samuel Ruíz, en la implantación de un modelo ideologizado de teología y de iglesia, que desde Roma ha sido rechazado.

Hace dos meses monseñor Arizmendi, obispo de San Cristóbal de las Casas, anunció un viaje a Roma, para pedir el «levantamiento de la restricción» para ordenar más diáconos permanentes, considerados los constructores de la llamada «iglesia autóctona», triplicando el número de sacerdotes en la diócesis.

No se puede entender que el obispo vaya a Roma a realizar esas gestiones y simultáneamente el operador de uno de los dos modelos de «iglesia autóctona», el padre Mardonio Morales S.J., haga pública una petición para el ordenamiento de «diaconisas permanentes».

Su argumentación es la siguiente: «Por eso nos preguntamos con preocupación: ¿por qué hay quienes se oponen eficazmente a que nuestro Obispo pueda ejercer su derecho de ordenar nuevos Diáconos Permanentes que vayan supliendo a los que nos van faltando por edad, enfermedad o muerte? Parece que la dificultad está en que no se puede superar el problema de considerar sujeto del ministerio diaconal a la mujer.

Nos parece que no se acepta el dato cultural del papel de la mujer en el ejercicio de su derecho a participar de la realidad sacramental de su matrimonio. La realidad de ser esposa de un diácono la constituye en ser compañero que fortalece, anima y coopera en sus funciones. Esa ha sido la práctica que viene sucediendo en la Diócesis de San Cristóbal de las Casas». (sic) .Revista Christus 783, marzo-abril de 2011.

Se recordará cuando en vísperas de terminar su ejercicio como Obispo en San Cristóbal de las Casas, monseñor Samuel Ruíz, realizó una masiva ordenación de diáconos, imponiéndole también las manos a las respectivas esposas, –hecho video filmado– que provocó grave alarma en Roma. Se explicó después, que sólo de trató de «algo simbólico y no real».

Sin que se supiera ciertamente de la intención de fondo, hecho que de todas maneras hubiera sido canónicamente inválido. Ahora quieren «diaconisas», como quieren también el «sacerdocio indígena uxorado», para luego exigir «sacerdocio indígena femenino», y después «obispas», como ya ocurre entre las novedosas entidades europeas llamadas «nosotros también somos iglesia».

Sin conocerse públicamente el resultado de su gestión en Roma, visitando distintos dicasterios de la Santa Sede, ahora nos llevamos la sorpresa, de una concentración organizada por «Pueblo Creyente» y las «Comunidades Eclesiales de Base», enfatizada como peregrinación, al ser encabezada por el obispo titular y su auxiliar, que terminó en celebración eucarística, con «ritos indígenas» (¿?) en cuya homilía, cuasi diatriba, monseñor Arizmendi denunció a «los leones» que abusan y se aprovechan: empresas cerveceras, vendedores de drogas, explotadores de bosques, empresas mineras, secuestradores, abusadores de migrantes, etcétera.

En fin todos en el mismo costal, sin distinción alguna, presentando reflejos de la «ecología de la liberación» de Leonardo Boff y Frei Betto, con «Gaia» (la tierra como ser vivo, de la cual los seres humanos somos partículas) así como reconocimientos a la «Pachamama» (la madre tierra y sus derechos) de los cultos paganos indígenas promovidos por Evo Morales, en el programa del «Mercosur Religioso» inventado por Fernando Lugo, obispo renegado y presidente de Paraguay.

Algunas frases de la homilía destacan: «Leones son diversos proyectos que pretenden apoderarse de tierras y territorios de los campesinos, dejándolos sin la madre tierra que les da vida e identidad cultural»… «Dios quiere que tratemos a la tierra como a una madre y a una hermana, donde abunde la vida digna para todos»… «Sólo con la fuerza de Dios, nos mantendremos firmes en proteger y cuidar la madre tierra»… «Una iglesia que se siente responsable de la hermana madre tierra y del cosmos»… También se mencionó en la homilía: «Otro mundo es posible», lema globalifóbico.

Habrá quien interprete este señalamiento como una exageración que no corresponde al espíritu o a la línea del Obispo.

Cada quien debe sacar sus conclusiones y tomar nota de la trayectoria histórica de la ideologización que sufre esa diócesis desde hace décadas y de la resistencia a las directrices derivadas de las cinco reuniones interdicasteriales provocadas por la desviación pastoral y doctrinal, que hacen incompatibles estos «experimentos» y «expresiones» con el auténtico magisterio romano sobre la evangelización y la catequesis.

No hace mucho que el Papa Benedicto XVI advirtió a un grupo de obispos brasileños en visita «Ad Limina», sobre la gravedad de la contaminación de elementos culturales ajenos a la liturgia eucarística expresados en un «panteísmo neopagano», refiriéndose explícitamente a las tesis de la Gaia y la Pachamama.