» bibel » Otros » Julián Marías » Breve tratado de la ilusión » IV.- La ilusión como realización proyectiva del deseo
El carácter fontanal del deseo
La ilusión es inseparable del deseo, pero no se reduce a él: es condición necesaria pero no suficiente. Llevo largo tiempo sintiendo la insuficiencia del tratamiento del deseo en el pensamiento moderno. La voluntad ha acaparado la atención, y con frecuencia se ha pasado por alto la peculiaridad del deseo, y desde luego su importancia. En Nuestra Andalucía primero, en Antropología metafísica después, insistí en este punto. En el primero de estos libros (cap. X) escribí: «Andalucía es una tierra de deseos, no una tierra voluntariosa. La voluntad nos fija en algo preciso, nos impone un esfuerzo y, sobre todo, una elección, muchas renuncias -'al que algo quiere, algo le cuesta'-; con frecuencia el hombre quiere unas cosas u otras, se esfuerza por ellas, las consigue, pero nos preguntamos si las desea. Vemos tantas gentes afanadas por cosas que no parecen desear, que no les dan ilusión, que, alcanzadas, las dejan vacías. El deseo es mucho más amplio que la voluntad; se puede desear... todo: lo posible y lo imposible, lo inconciliable, lo presente, lo futuro y también lo pasado; lo que se quiere, lo que no se quiere y hasta lo que no se puede querer. Es abarcador, envolvente, quizá irresponsable. Pero es la fuente de la vitalidad, el principio que nos mueve a todo, incluso a querer, cuando es con autenticidad. Gracias al deseo mana fontanalmente la vida del hombre, y no es una máquina de optar, de juzgar, de preferir. »
En el segundo de los libros nombrados señalé también que Aristóteles adivinó, por lo menos, la importancia de la órexis, del deseo, al mostrar que las potencias adquiridas -frente a las congénitas-, que son las más propiamente humanas, no se actualizan sin más y automáticamente, meramente porque estén dadas las condiciones para su ejercicio, sino que necesitan una órexis o proaíresis (elección). Por eso el hombre, además de tener zoé o vida biológica, tiene bíos o vida biográfica, y por eso, añade, «difieren mucho las vidas de los hombres». El deseo es el ámbito en que se engendra la ilusión. Podríamos decir que pone en tensión el fondo de la persona, lo moviliza hacia algo, y lo hace manar en continuidad: por eso he empleado el adverbio «fontanalmente» para calificar el curso -o, mejor, fluencia- de la vida humana. Pero la ilusión añade algo decisivo y que no se da en el mero deseo.
Del director
- Islandia: primer país sin nacimientos Síndrome de Down, el 100% son abortados
- 9 cosas que conviene saber sobre el Miércoles de Ceniza
- Juan Claudio Sanahuja, in memoriam
- Trumpazo: la mayoría de los católicos USA votaron por Trump (7 puntos de diferencia)
- Mons. Chaput recuerda y reitera en su diócesis la necesidad de vivir la castidad a los divorciados que se acerquen a la Confesión y la Eucaristía
- Cardenal Sarah, prefecto para el Culto Divino, sugiere celebrar cara a Dios a partir de Adviento
- Medjugorje: Administrador Apostólico Especial. Por ahora no parece.
- Turbas chavistas vejan y humillan a seminaristas menores