conoZe.com » Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo primero.- La caridad cristiana frente a la barbarie nazi.

Judíos y antifascistas en el seminario

Es en este ambiente de hospitalidad donde tienen lugar los hechos del Seminario Mayor Romano, situado junto a la basílica de San Juan de Letrán. Gracias a su prerrogativa de zona extraterritorial, según el artículo 13 del tratado entre la Santa Sede e Italia, se convirtió en centro de refugio no sólo para los judíos, sino también para altos cargos del gobierno Badoglio y para representantes del Comité de Liberación Nacional (CLN).

El Seminario de Letrán se convirtió en centro de asistencia para los perseguidos de todo género, primero de militares en fuga, después de políticos y, por último, de numerosos judíos que llegaban sobre todo después del 16 de octubre de 1943, cuando los nazis deportaron a 1.007 ciudadanos del gueto.

En el edificio se habían preparado tres departamentos para los refugiados, separándolos por categorías y motivaciones: en la planta baja los hombres del gobierno Badoglio, en el primer piso algunos miembros importantes del Comité de Liberación Nacional (CLN) y, en el piso más alto del edificio, los ex oficiales, los judíos y los perseguidos políticos.

Entre los miembros más representativos del CLN que se encontraban allí refugiados: Mauro Scoccimarro del Partido Comunista, Alcide de Gasperi de la Democracia Cristiana, que en la posguerra fue presidente del gobierno ocho veces, Giuseppe Saragat del Partido Socialdemócrata y después presidente de la República, Pietro Nenni del Partido Socialista e Ivanhoe Bonomi, primer presidente del gobierno y presidente del CLN. Entre otros personajes ilustres estaban el futuro ministro de Defensa, Alessandro Casati, el director del Banco de Italia, Giovanni Acanfora, el director general del Ministerio de Asuntos Exteriores, Amedeo Giannini, el futuro ministro del Tesoro, Marcello Soleri, el director del Giornale d'Italia, Alberto Bergamini. Entre los judíos estaban el profesor Federico Enriques, famoso matemático, los hermanos Paolo y Pier Ettore Olivetti, el ingeniero Gino Cohen, y miembros de las familias Piperno, Sonnino, Tesoro, Veneziano, etcétera.

Organizando la red de asistencia estaba el rector monseñor Roberto Ronca, un sacerdote romano que se ordenó después de hacer la carrera de ingeniero. Tenía contactos diarios con personalidades políticas confiadas al cuidado de don Pietro Palazzini.

El mismo Palazzini contaba que, un día de septiembre, monseñor Ronca le dijo que fuera a casa de monseñor Pietro Barbieri (un sacerdote empleado en la curia, pero encargado de dirigir los huéspedes al Seminario Mayor). «Me iban a presentar a una persona a la que debía llevar al seminario empleando toda precaución posible. Fui a la Via Cernaia, número 14, donde me presentaron a la persona en cuestión; dije que no tenía a mi disposición ningún medio de transporte y que, por lo tanto, no quedaba más remedio que coger el tranvía número 16. El desconocido se puso unas gafas de sol y subimos al tranvía. El viaje transcurrió sin incidentes. Llevé al nuevo huésped a la habitación que monseñor Ronca me había indicado. Aquel huésped era Pietro Nenni. También iba a refugiarse en el seminario el honorable Bruno Buozzi, pero fue arrestado la tarde anterior del día acordado para su traslado.»[10]

Según los documentos recogidos posteriormente, por lo demás incompletos, los refugiados en el Seminario Mayor fueron alrededor de doscientos, de los cuales cerca de 85 eran judíos. Si se añaden los demás establecimientos de Letrán se alcanza la cifra de 1.068 huéspedes.

El cardenal Palazzini ha contado que «la Secretaría de Estado estaba siempre informada. El 16 de diciembre de 1943 se le entregó una lista a monseñor Giovanni Battista Montini. También Domenico Tardini estaba al corriente del tema, tanto que sus parientes más cercanos estaban todos escondidos en Letrán».

La labor asistencial no careció de riesgos. Monseñor Elio Venier, en un libro en el que narra sus vivencias de aquella época,[11] escribió que en febrero de 1944 la Gestapo arrestó a un oficial que bajo tortura confesó tener relación con los refugiados de Letrán. «Fue entonces cuando el fanático fascista Pietro Koch, que ordenó la entrada en el Instituto Oriental, en el Seminario Lombardo y en la basílica de San Pablo, ordenó que se tomaran posiciones. Un día dispuso seguir a monseñor Ronca hasta el patio del Santo Oficio.» Surgió entonces el problema de defender el seminario de una posible irrupción que hubiera dejado de lado la extraterritorialidad. Por eso se organizó un plan de emergencia en caso de que llegaran los nazis. Se dispuso una estrecha vigilancia nocturna. Ante una señal de alarma, todos los refugiados debían dirigirse a los escondrijos preparados. Algunos detrás de puertas y paredes falseadas, otros en los subterráneos, y otros en los locales abandonados y escondidos. De Gasperi y Nenni se encontraron en una galería subterránea donde se unían las cloacas. Los nazis no encontraron ni el tiempo ni la ocasión para entrar en el seminario, de manera que todos los refugiados estaban sanos y salvos cuando los aliados llegaron a Roma.

Entre aquellos que vivieron esta experiencia hay que recordar también el testimonio del cardenal Vincenzo Fagiolo, que se encontraba en el seminario en aquella época.

«Estudiaba el quinto año de Teología. Durante mi estancia en el Seminario Romano constaté cómo el rector, a instancias de la Santa Sede, se ocupó de asistir de forma ejemplar a todos aquellos que por un motivo u otro eran perseguidos. La atención no se dirigió solamente a los opositores del régimen nazifascista, sino también hacia los judíos en peligro de muerte por culpa de las persecuciones nazis. Estoy seguro de ello porque yo mismo fui protagonista de un episodio. Un día me llamó monseñor Ronca y me dijo: "Vete a la parada del tranvía número 16, en la plaza de San Giovanni, y estáte allí sin decir nada. Se acercará a ti una persona que tú no conoces, te dirá una palabra, tú sólo debes responder: Ven conmigo." Yo no sabía de qué se trataba, por lo que tuve muchas dudas en el trayecto hacia el seminario. La persona temblaba continuamente, estaba pálido, blanco como la cera. A lo largo de la calle estaban los SS alemanes con las armas preparadas, a una distancia de quince a veinte metros unos de otros. La persona que me acompañaba se impresionó y mostraba señales de mucho miedo. Viéndolo tan abatido y tembloroso, intenté bromear un poco con él, quise charlar algo distendidamente, reía también de modo ostentoso para que los alemanes vieran que no teníamos nada que ocultar, quería evitar sospechas y mostrar calma. Por fin, llegué al seminario, el rector lo acogió, y se salvó. Sólo después supe que se trataba de un judío, porque, después de cuarenta años, la embajada de Israel ante el Vaticano me envió una carta invitándome a recibir la medalla de los Justos entre las Naciones.»[12]

En 1983, tanto el cardenal Pietro Palazzini como el cardenal Vincenzo Fagiolo recibieron la medalla de los Justos entre las Naciones y se plantó un árbol con sus nombres en la calle del Recuerdo, en la colina al oeste de Jerusalén, donde se levanta el memorial Yad Vashem.

Notas

[10] Pietro Palazzini, Il clero e l'occupazione tedesca di Roma, Editrice Apes, Roma, 1995. Bruno Buozzi, antiguo diputado parlamentario, era entonces el secretario del CGIL, el principal sindicato antifascista.

[11] Elio Venier, «Il Clero romano durante la Resistenza», extraído de la Rivista Diocesana di Roma, Colombo, Roma, 1972.

[12] Antonio Gaspari, «1943, La lista del Laterano», Avvenire, 11 de febrero de 1998, p. 21.

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