» Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo primero.- La caridad cristiana frente a la barbarie nazi.
La iglesia del Buen Pastor en la EUR
Para salvar a los judíos se aprovechó cualquier oportunidad. Don Andrea Damino, un padre paúl, cuenta que «en la casa parroquial del Buen Pastor en Roma se acogió a una veintena de refugiados, entre los que estaban siete judíos que intentaban huir de las deportaciones nazis. Todos vestían sotana y vivían con la esperanza de que los aliados llegasen pronto, aunque durante meses se quedaron bloqueados en los frentes de Cassino y Anzio. Se vivía con estrecheces, comida había poca, también porque los refugiados carecían de tarjeta de racionamiento, pero para muchos el miedo era más fuerte que el hambre. Para defendernos de pesquisas inesperadas, además de proporcionarles una sotana, preparamos a los refugiados para que pudieran responder a un interrogatorio. A los hermanos de fe hebrea les enseñamos las oraciones, el catecismo, la misa. Los habíamos instruido sobre los superiores paúles en el sur, porque ellos tenían que decir que habían escapado del sur de Italia porque subían los americanos.
»E1 domingo 14 de mayo de 1944 sufrimos un registro -continúa don Damino-. Vimos numerosos soldados que rodeaban la casa y que entraron resueltamente. Teníamos miedo de que alguien se hubiera enterado de que en casa había refugiados y lo hubiera denunciado. En temerosa espera empezamos a rezar el rosario. En una pausa del rosario intenté fortalecer a los refugiados, en especial a los judíos que estaban aterrados. Dije: "Estad tranquilos; sabéis lo que tenéis que decir, no os ocurrirá nada." A mis palabras un judío respondió: "A vosotros no os ocurrirá nada. A nosotros nos pueden descubrir, estamos circuncidados." Después de un instante de estupor exclamé: "¡Pero no llegarán a tanto!" Él, moviendo la cabeza, me dijo: "Han llegado ya otras veces." Recuerdo que dentro de mí decía: "María, protégenos a todos y especialmente a estos pobrecitos, que después de todo son de tu estirpe y además te están rezando."
«Finalmente, las cosas se aclararon y pudimos respirar con tranquilidad. Aquel pelotón de soldados no nos buscaba a nosotros sino una imprenta donde se producía material "comunista derrotista".»[13]
La parroquia del Buen Pastor la dirigía don Pier Luigi Occelli, más conocido como don Pedro, el cual contó a monseñor Venier que los judíos escondidos fueron muchos, hasta alcanzar la cantidad de veintitrés. Fueron presentados por párrocos del centro de Roma y por alguno de los primeros huéspedes que intercedían por sus conocidos. El personaje más notorio fue el abogado Romanelli. También había dos jóvenes, Sergio y Aldo Terracini. La mayoría eran comerciantes de tejidos, como Pace y De Benedetti. Aquellos muchachos que fueron salvados no lo olvidaron y, en diciembre de 1956, la comunidad israelita de Roma entregó a don Pedro un certificado de «benemérito y reconocimiento por cuanto hizo a favor de los judíos en el periodo de la persecución racial».
Notas
[13] Antonio Gaspari, «Nei conventi dei Giusti», Avvenire, 19 de febrero de 1998, p. 20.
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