» Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo tercero.- Una red de asistencia judeocristiana
El fraile capuchino «padre de los judíos»
El encargado de tomar las riendas de la Delasem fue el padre Maria Benedetto du Borg d'Irè, un capuchino francés descrito por sus contemporáneos como «el hombre de las misiones imposibles», «el padre de los judíos», «el heroico y legendario personaje que desafió muchas veces a la muerte para salvar a los judíos de la furia nazi», «un ejemplo para todos». Al final de la guerra, el padre Marie Benoit, más conocido como padre Benedetto, pudo declarar que: «En septiembre de 1943, sólo en la ciudad de Roma, la red de asistencia había ayudado a poco más de cien judíos extranjeros. En junio de 1944 el número había subido a cuatro mil: mil quinientos extranjeros y dos mil quinientos italianos.»
Nacido en Francia, el padre Benedetto conocía bien a la comunidad judía. Cuando era estudiante en Roma logró un reconocimiento como el mejor estudiante de hebreo y de judaísmo. Antes del estallido de la segunda guerra mundial había sido profesor de Teología y de Hebreo en el seminario de los capuchinos de Marsella. Se encontraba en el convento de los capuchinos, en el número 51 de la rue Croix de Repnier, cuando el gobierno de Vichy publicó el triste «Estatuto de los judíos». Fue entonces cuando transformó su convento en un centro de ayuda para centenares de fugitivos judíos y antinazis. Preparó documentos de identidad y salvoconductos falsos para dirigir a los fugitivos hacia España y Suiza.[10] Pero cuando Marsella y el sur de Francia fueron ocupados por los alemanes, las esperanzas de una evasión española o suiza se vinieron abajo. Como alternativa quedaba Italia y las zonas ocupadas por ella.
El padre Benedetto se puso en contacto con Angelo Donati, director del Banco de Crédito ítalo-Francés, un judío volcado enteramente en la defensa de sus hermanos. Donati puso en conocimiento del padre Benedetto un proyecto para transferir de treinta mil a cincuenta mil judíos de Francia a Italia y de allí a Marruecos, Argelia y Túnez. La idea era que Pío XII les recibiera en audiencia y, a través de la Santa Sede, hacer presión a Mussolini. Para decidir qué temas proponer al pontífice, el padre Benedetto se encontró con las mayores autoridades judías francesas: el presidente de la comunidad, señor Heilbroner, el gran rabino de Francia, Schwartz, junto al rabino Kaplan. El padre Benedetto se encontró también con el gran rabino de Lylle, Berman, el rabino de Estrasburgo, Hirschler, el rabino de Marsella, Salze, el presidente de la Unión General de los Israelitas de Francia, Raoul Lambert, y Edmond Fleg, presidente de los Exploradores Israelitas. El capuchino francés cuenta que «todos tuvieron palabras de respeto y admiración para el pontífice Pío XII».[11]
El padre Benedetto fue recibido en audiencia por el papa Pacelli el 16 de julio de 1943, y los cuatro puntos de su relación fueron tomados en consideración por el Santo Padre. Se trataba de tener noticias de más de cincuenta mil judíos franceses, deportados a Alemania; conseguir un trato más humano para los judíos internados en los campos de concentración franceses; facilitar la repatriación de los judíos de nacionalidad española, y ayudar en el proyecto de transferir a Italia, y luego a África del norte, algunos judíos refugiados en las zonas de Francia ocupadas por los italianos. Desde la capitulación de Francia en 1940, el ejército italiano ocupaba una parte importante del territorio francés y había elegido algunas pequeñas localidades como zonas de residencia forzada para los judíos. Como consecuencia de ello, la zona italiana se había convertido en un refugio para millares de ellos, que huían de la zona de Francia ocupada por Alemania. En contraste, las condiciones bajo la administración italiana eran «aceptables». Naturalmente, los judíos refugiados en estas zonas no podían abandonar el pueblo, a no ser por problemas de salud graves, y debían firmar todos los días en el puesto de policía italiana, pero por lo demás no había persecuciones ni, por supuesto, deportaciones. Después del 8 de septiembre de 1943, las unidades italianas recibieron la orden de volver a casa y los alemanes se apresuraron a tomar el control de las zonas donde estaban concentrados los judíos. Justo después del encuentro con el papa y con la aprobación de los ingleses y de los americanos, el padre Benedetto envió una carta al Comité Judío de Lisboa, en la que expresaba su esperanza de salvar cincuenta mil judíos de Francia y, con este propósito, había ya preparado cuatro barcos que debían llevarlos a las costas africanas. La carta es del 8 de septiembre de 1943. La firma del armisticio italiano bloqueó todo el proyecto. Los judíos franceses que no fueron capaces de huir, acabaron bajo el control de la Gestapo mientras las tropas nazis ocupaban Italia.
Notas
[10] Para todas las informaciones sobre los hechos vividos por el padre Maria Benedetto du Borg d'Irè, cfr. Fernande Leboucher, Incredible Mission - The amazing story of père Bendit, rescuer of the jews from the nazis, Doubleday & Company, Inc., Garden City, Nueva York, 1969; cfr. Père Tharcisius, Un capucin «Père des Juif» La Père Marie Benoit, Paris, 1990; véase también el número de noviembre-diciembre de 1962 de la revista Capucines Missionaires, rue Boisso-nade, 2, París.
[11] Père Tharcisius, Un capucin «Père des Juif» La Père Marie Benoit, París, 1990, p. 11; véase también Elio Venier, «Il Clero romano durante la Resistenza», extraído de la Rivista Diocesana di Roma, Tipografia Colombo, Roma, 1972, p. 91.
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