» Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo tercero.- Una red de asistencia judeocristiana
Louis Goldman y el camino de la salvación
Louis Goldman era solamente un muchacho cuando el horror nazi despedazó Europa. Llegado a Italia en 1943, se salvó gracias a la red de asistencia judeo-católica. Hoy vive en Nueva York, es un fotógrafo de fama, está casado y tiene tres hijos.
La familia Goldman vivía en Alemania y con la llegada del nazismo se refugió en Francia. Apenas las tropas alemanas se prepararon para sustituir a las italianas en Francia, Louis, su familia y otros quinientos judíos escaparon a Italia.
Durante algunos meses se refugiaron en la montaña. Su suerte hubiera quedado marcada si no hubieran encontrado al contable Raffaele Cantoni, que trabajaba en los comités judíos de Florencia y Roma.
Después de llevarlos a Génova y esconderlos en un convento, Cantoni logró que Goldman y otros judíos llegasen a Florencia, donde el arzobispo, el cardenal Elia della Costa, desarrollaba un trabajo de coordinación similar al de Boetto. La operación no estaba libre de riesgos, ya que los alemanes rastreaban la ciudad del norte de Italia en busca de judíos y partisanos. Louis y su hermano Harry huyeron milagrosamente de un tren de la muerte que llevaba a Auschwitz, mientras el padre, todavía convaleciente de una operación de hernia, fue hecho prisionero y conducido al exterminio.
En Florencia existía un comité secreto compuesto por judíos y católicos que gestionaba las labores de socorro. Formaban parte de él el doctor Nathan Cassuto, rabino de Florencia y brillante oculista; don Leto Casini, párroco y responsable del monasterio de clausura del Espíritu Santo en Varlungo; Matilde Cassin, que ya había trabajado con la Delasem y que, junto al padre dominico Cipriano Ricotti, escondía familias judías en los institutos católicos; Giuseppe Ziegler, un rico comerciante de pieles que provenía de Bruselas; el contable Raffaele Cantoni y cierto señor Kahlberg.[14]
Todo había comenzado cuando el señor Ziegler, por indicación de Angelo Donati (el mismo que se había puesto en contacto con el padre Benedetto), decidió huir de Francia a Italia. La idea era alcanzar Roma, pero el bombardeo de un puente lo obligó a permanecer en Florencia. Ziegler fue recibido primero por Cassuto y, posteriormente, por el cardenal Elia della Costa.
Después de haber discutido con Cassuto, el cardenal decidió no poner demasiado en evidencia a la diócesis y encargó a don Leto Casini la obra de asistencia a los judíos.
Por causa de la traición de Marco Ischio, un ayudante de Ziegler, el 26 de noviembre de 1943 las SS capturaron a parte del comité. Los miembros judíos del comité fueron enviados a San Vittore en Milán y de allí, el 30 de enero de 1944, a Auschwitz. Anna, la esposa de Cassuto, negó ser la mujer del rabino porque temía por sus hijos y padres escondidos en Florencia. Cantoni logró saltar del tren en Bolzano, y se salvó con una herida en una pierna. En la posguerra fue miembro honorífico del Ejecutivo Mundial Judío. Don Casini fue liberado pero tuvo que actuar con suma cautela porque sabía que estaba bajo vigilancia estricta. Matilde Cassin escapó por casualidad al arresto.
David Cassuto, uno de los hijos del rabino de Florencia, alcanzó Palestina en 1945, a la edad de siete años. Ahora es vicealcalde de Jerusalén. Él y sus tres hermanos fueron escondidos y salvados en Florencia por la red de asistencia de la Iglesia. Anna, la madre, sobrevivió al Holocausto y volvió a Palestina en 1946, donde sus hijos al principio ni siquiera la reconocieron. Desgraciadamente, la señora Anna Cassuto murió asesinada por un comando terrorista que en 1948 exterminó a los 78 ocupantes de un camión que llevaba personal sanitario al hospital del Monte Scopus.
La mayor parte de los judíos de Florencia de aquel periodo se salvaron gracias a la acción atenta y valiente de centenares de religiosas y sacerdotes. Entre ellos hay que recordar a don Giulio Facibeni, director del orfanato Madonnina del Grappa en Rifredi, a don Angelo della Torre, a don Leto Casini, a su colaborador don Giovanni Simoni, a sor Cornelia Cordini del convento de Santa Marta de Settignano, a sor Ester Busnelli del convento de las franciscanas misioneras de la piazza del Carmine, a sor Ludovica Bonatti, de las Siervas de María Dolorosa de la Via Faentina, y a tantos otros cuya historia aún no se conoce. Todos han sido honrados con el título de Justos entre las Naciones.
Notas
[14] Louis Goldman, Amici per la vita, SP 44 Editore, Florencia, 1993.
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