conoZe.com » Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo cuarto.- Quien salva una vida es como si salvara al mundo entero

Mártires cristianos por salvar a los judíos

Pero no todos estos sucesos tuvieron un final feliz. Es larga la lista de sacerdotes que perdieron la vida en la labor de salvar a los judíos. El obispo emérito de Crema, Cario Manziana, fue internado en el campo nazi de Dachau. Entonces era asistente de los licenciados y universitarios de Brescia, y fue arrestado por estar de acuerdo con los jóvenes en la libre afirmación de los principios de la ley cristiana. Llegó a Dachau en 1944 y allí encontró a mil cuatrocientos eclesiásticos, la mayor parte católicos, de todas partes de Europa. Ya habían muerto mil, incluido el obispo polaco Kozal.

Monseñor Manziana cuenta que: «Al confrontar espontáneamente nuestras experiencias nos sorprendimos, no sin satisfacción, de encontrar motivos comunes y análogos episodios, que directa o indirectamente nos habían merecido el castigo nazi: la defensa de los jóvenes y de los débiles, la libertad de conciencia y de palabra, la protección de los judíos.» A propósito de la defensa de los judíos, el obispo de Crema ha escrito: «¿Por qué no recordar la figura de nuestro padre Giuseppe Girotti, el valeroso biblista dominico, junto al alma de niño del padre Jean Himmelrrecih, el culto franciscano holandés, ambos encarcelados y asesinados por los nazis por haber escondido a judíos?»[12]

Entre las muchas víctimas estuvo también el joven don Aldo Mei, párroco de Fiano, que por haber ocultado a un judío fue fusilado el 4 de agosto de 1944 en Lucca. En febrero de 1944, las persecuciones racistas se intensificaron, y aun sabiendo los riesgos que afrontaba no dudó en esconder a un joven judío en su casa parroquial. La mañana del 2 de agosto los nazis irrumpieron en la iglesia y arrestaron a don Aldo. Tres fueron los motivos de imputación: haber dado refugio a un judío, haber asistido espiritualmente a los partisanos de la zona y haber escuchado Radio Londres. Fuera de la prisión, el obispo de Lucca, monseñor Torrini, estuvo tres horas ante el mando alemán sin ser recibido. Don Aldo Mei murió sin el consuelo de un hermano.

Notas

[12] Carlo Manziana, «Il mite padre della pace», L'Osservatore Romano della Domenica, número especial monográfico, 28 de junio de 1964, p.30.

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