» Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo cuarto.- Quien salva una vida es como si salvara al mundo entero
Tapiados en la cúpula de la iglesia
En marzo de 1996, Giuliana Lestini recibió la medalla de los Justos entre las Naciones. El reconocimiento se dirige también a su padre Pietro Lestini y al padre Antonio Dressino, párroco de la iglesia de San Joaquín en el barrio de Prati.
Cuando en 1943 el nazi Herbert Kappler y el fascista Pietro Koch rastreaban Roma a la caza de judíos, partisanos y escapados de la leva, el ingeniero Pietro Lestini, que presidía la Acción Católica de la parroquia, junto a su hija Giuliana y al párroco padre Dressino escondieron a un grupo de unos treinta y cinco perseguidos, entre los que había siete judíos.
Para evitar riesgos de represalias, los perseguidos fueron puestos entre la cubierta del ábside y el techo de la iglesia. La entrada fue tapada. Comida, mensajes y comunicaciones llegaban a los refugiados a través del rosetón de la iglesia.[15]
Entre los judíos salvados estaba el profesor Gilberto Finzi, médico de urgencias en el hospital del Santo Espíritu, y su hermano Arrigo, hoy profesor de Física en Jaffa, Israel.
Cuenta la profesora Lestini que «el primer acogido fue Poldo Moscati, un chico judío de quince años. La madre nos lo había confiado con el encargo de salvarle la vida. Después llegaron los demás. Mi padre conocía muy bien cada rincón de la iglesia porque se encargaba de los trabajos de restauración interiores. Al principio hizo que se escondieran en el sótano, pero era un lugar poco seguro, fácil de descubrir. Entonces pidió al párroco padre Dressino la posibilidad de utilizar la estancia que estaba entre la cúpula y el techo de la iglesia. El padre Dressino lo habló con sus hermanos redentoristas. Alguno temía represalias y dudaba, pero la decisión fue puesta a votación y el padre Dressino tuvo la mayoría. De noche, los refugiados subieron a aquella estancia y se levantó un tabique en la entrada con argamasa y ladrillos. Para mantener contacto con el exterior, comunicarse y recibir la comida y vaciar los desechos, se utilizaba el rosetón de la iglesia. Durante la noche, teniendo en cuenta las noches de luna llena, la ventana del rosetón se abría y desde allí con la ayuda de una polea tenían lugar los intercambios. Sor Margherita se ocupaba de los víveres».
El profesor Gilberto Finzi recuerda que después de haber escapado a una redada, se enteró de que su madre y su hermana estaban escondidas en una pensión que se encontraba cerca de la iglesia de San Joaquín. Todo lo había organizado sor Margherita, la cual había encontrado un refugio para su hermano Arrigo. El profesor Finzi se dirigió al ingeniero Lestini, que llevaba la operación de salvamento. Hacia finales de enero de 1944 se decidió esconder también al profesor Finzi en el techo de la iglesia. Para no abrir un agujero en el muro subió por una escalera de cuerda tirada desde el rosetón.
«En mi recuerdo -cuenta Gilberto Finzi- puedo decir que había un cierto aire de conspiración, hacía mucho calor y teníamos una gran confianza en Pietro Lestini. Estábamos convencidos de que en sus manos llegaríamos sin daños al fin de nuestra aventura... Todos superamos indemnes aquellos trágicos momentos y volvimos a la vida.»
Notas
[15] Giuliana Lestini, S.A.S.G. (Sezione Aerea di San Gioacchino), Cooperativa Editrice Il Ventaglio, Roma, 1993.
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