» Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo sexto.- Justicia para Pío XII
«¡Gracias, Santidad!»
Al final de la guerra, centenares de documentos de estima, reconocimiento y gratitud de los judíos llegaron al Vaticano.
En la sala número diez del museo de la liberación de Roma, en la Via Tasso, hay una placa puesta en una pared en la que está escrito: «El congreso de los delegados de las comunidades israelitas italianas, celebrado en Roma por primera vez después de la liberación, siente el imperioso deber de dirigir un homenaje reverente a Vuestra Santidad, y expresar un profundo sentimiento de gratitud que anima a todos los judíos, por las pruebas de fraternidad humana suministradas por la Iglesia durante los años de las persecuciones y cuando su vida fue puesta en peligro por la barbarie nazi. En muchas ocasiones hubo sacerdotes que acabaron en la cárcel o en los campos de concentración, inmolaron su vida por asistir a los judíos en todo lo posible.»
En el volumen número 10 de las Actes et Documents du Saint-Siège relatifs à la Seconde Guerre Mondiale se recogen muchos de los mensajes de afectuoso reconocimiento que las diversas organizaciones mundiales judías enviaron al papa Pacelli.[21]
El delegado apostólico Cicognani refiere que el American Jewish Commitee y el Commitee to save the jews of Europe hicieron llegar al Santo Padre y al cardenal Maglione «la expresión de los sentimientos de profundo reconocimiento por las decisivas mejoras obtenidas en Hungría, donde la deportación cesó gracias a la intervención del Santo Padre».[22] Las organizaciones judías y las de refugiados de guerra, que habían solicitado la intervención del Santo Padre, «expresaron su gratitud por la ayuda aportada por Su Santidad a favor de los judíos húngaros». Joseph M. Proskauer, presidente del American Jewish Commitee, escribió en una carta que «la intervención de Su Santidad, de las nunciaturas apostólicas y de los prelados católicos en el mundo entero han sido, sin duda alguna, prueba de una gran responsabilidad. Estas actividades benéficas avalan, en tiempos de barbarie moderna, la noble tradición humanitaria de la Iglesia católica. Todo ello ha inspirado al pueblo judío un profundo y duradero sentimiento de gratitud».
El señor Perlzweig, representante del World Jewish Congress de Estados Unidos, en un mensaje enviado al delegado apostólico escribió: «Las repetidas intervenciones del Santo Padre a favor de las comunidades judías de Europa suscitan un profundo sentimiento de aprecio y gratitud en los judíos de todo el mundo. Estos actos de coraje por parte de Su Santidad quedarán en la memoria y en la vida del pueblo judío.»[23]
El gran rabino Isaak Herzog de Jerusalén se dirigió al delegado apostólico en Estambul, monseñor Roncalli, para expresar su gratitud por los pasos dados por la Santa Sede y por Pío XII a favor de los judíos. «El pueblo de Israel -escribió Herzog- no olvidará jamás el apoyo dado por Su Santidad a sus desafortunados hermanos y hermanas en el momento más triste de nuestra historia.»[24] «El representante de los rabinos ortodoxos norteamericanos -escribió monseñor Cicognani- está agradecido a la Santa Sede por la buena acción a su favor, y suplica a la Santa Sede que comprometa a los obispos en los países bálticos para salvar a cuantos judíos sea posible.» En una nota de la Secretaría de Estado del 10 de junio de 1944, a cargo de monseñor Tardini, se lee: «He sabido que un grupo de judíos romanos promueve una manifestación de gratitud al Santo Padre. Se trata de ofrecer a Su Santidad un rico pergamino. Hay también una propuesta de poner sobre los muros de la sinagoga una placa en honor del Santo Padre, siempre que esto sea compatible con las normas litúrgicas judías.» En otra nota de la Secretaría de Estado, monseñor Igino Quadraroli escribe: «Cedo ante las instancias de no pocos señores israelitas que anhelan ver al Santo Padre y agradecerle su altísima obra de bondad hecha con ellos.»[25]
En una minuta de la Secretaría de Estado del 7 de julio de 1944 se contiene la respuesta que monseñor Montini envió a Dante Almansi, presidente de la Unión de las Comunidades Judías Italianas, y a Ugo Foà, presidente de la Comunidad Judía de Roma. Monseñor Montini escribió: «La conmoción con la que los representantes de las comunidades judías de Italia han expresado a Su Santidad el reconocido afecto de sus compañeros por la protección de la que han sido, y son todavía, objeto por parte de la Iglesia católica en el curso de los deplorables hechos todavía no acabados, ha tenido un eco grato en el corazón de Su Santidad, que a su vez agradece el deferente homenaje.
»El Santo Padre es feliz de renovar en esta ocasión todos sus votos para que todo injusto trato, inspirado por criterios de raza, haya cesado finalmente, y la inocencia pueda sentirse siempre y en todas partes segura.»[26]
El doctor Israele Zolli, gran rabino de Roma, pidió audiencia a Pío XII para «expresar de forma oficial al Santo Padre el agradecimiento de los judíos de Roma por cuanto se ha hecho en su favor». El National Jewish Welfare Board escribió al papa Pío XII: «Puesto que la libertad ha vuelto a Europa, nuestros soldados nos han contado la ayuda y protección que el Vaticano, los sacerdotes y las instituciones de la Iglesia han dado a los judíos italianos durante la ocupación nazi del país. Estamos profundamente conmovidos por estas escalofriantes historias de amor cristiano. Sabemos bien que por esta actividad de ayuda a los judíos muchos han arriesgado la vida y otros han muerto a manos de la Gestapo. Desde lo profundo del corazón enviamos al Santo Padre nuestra gratitud infinita por esta noble expresión de hermandad religiosa y de amor.»[27]
Aún más numerosos son los mensajes de agradecimiento y gratitud enviados por las asociaciones judías a los nuncios de Hungría, Rumania, Eslovaquia, Suiza, Bulgaria y Turquía.
Agradecimientos y reconocimientos especiales dirigieron las comunidades judías a monseñor Roncalli, futuro Juan XXIII.
Cuenta el padre Gumpel que monseñor Rohcalli, ante la gratitud del diplomático judío Lapide, afirmó: «Yo sólo he hecho lo que Pío XII había ordenado.»
En la avenida de los Justos en Jerusalén se ha plantado un árbol en honor del cardenal Palazzini, que salvó a muchos judíos escondiéndolos en el Seminario Romano durante la guerra. El cardenal Palazzini aceptó con placer pero añadió que «el mérito es todo de Pío XII, que había ordenado hacer todo lo posible por salvar a los judíos de la persecución».
Notas
[21] Actes et Documents du Saint-Siège relatifs à la Seconde Guerre Mondiale, Le Saint-Siège et les victimes de la guerre - Janvier 1944-Juillet 1945, volumen núm. 10, Librería Editrice Vaticana, Roma, 1980.
[22] Ibídem, p. 34.
[23] Ibídem, p. 140.
[24] Ibídem, p. 161.
[25] Ibídem, p. 319.
[26] Ibídem, p. 345.
[27] Ibídem, pp, 358-359.
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