» Leyendas Negras » Pío XII y el Nazismo » Los judíos, Pío XII y la Leyenda Negra: Historia de los Hebreos salvados del Holocausto » Capítulo sexto.- Justicia para Pío XII
Un papa beato
Más allá de las críticas de carácter «político», habría que preguntarse cuáles son las cualidades espirituales y las «virtudes heroicas» que podrían permitir la beatificación de Pío XII.
«Después de haber estudiado todos los textos —observa el padre Gumpel— puedo decir que pocas veces he encontrado testimonios tan confluyentes sobre las virtudes de Pío XII. Sobre todo, las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad. Pío XII era un hombre de una grandísima fe, rezaba mucho. Ha sido un hombre de gran caridad, se ha entregado no sólo por los judíos sino por todos los perseguidos, ha intentado ayudar a la gente víctima del nazismo y del fascismo, incluso después del fin de la guerra. Cuántos trenes cargados de comida, ropa, zapatos y medicinas han partido para ayudar a las víctimas de la guerra. En coherencia con las virtudes que practicaba, Pío XII era un hombre en extremo sobrio, comía poquísimo, dormía sólo algunas horas, con frecuencia trabajaba hasta las dos de la noche y se levantaba a las seis de la mañana. Era un hombre incansable, basta ver los veinte volúmenes de sus escritos que él elaboraba personalmente. En solidaridad con las míseras condiciones de la población, rehusó beber durante la guerra una sola taza de café, sabiendo que la gente no lo tenía. Hizo lo mismo con la calefacción, de la que se privó incluso en los inviernos más extremos. Durante la guerra renunció a las vacaciones y no fue a Castelgandolfo. Sor Pascalina ha contado que la ropa blanca del Santo Padre estaba toda remendada. El papa Pacelli disponía, al comienzo de su pontificado, de un significativo patrimonio familiar. Lo gastó todo en obras de caridad. A su muerte, su patrimonio ya no existía. La única riqueza que mantuvo fueron los muebles que le regalaron cuando dejó la Nunciatura en Alemania y sus libros, por lo demás no tenía ni una lira. No dejaba de infundir esperanza, incluso en los peores momentos, e invitaba a tener confianza en la obra del Espíritu Santo. Pío XII era un hombre fuerte y también muy afable.»
A pesar de las muchas virtudes, algunos representantes de los grupos judíos más radicales han pedido a la Santa Sede que suspendiera la causa de beatificación de Pío XII. El padre Gumpel responde que «la causa de beatificación de Pío XII avanza con regularidad y de manera buena. Hemos tenido ya el proceso principal en Roma, y procesos complementarios en Génova, Munich, Berlín, Varsovia, Madrid, Lisboa y Montevideo. Se han recogido más de cien exposiciones de personas que han conocido personalmente al papa Pío XII y que representan a todos los tipos de fieles: hay muchos ex embajadores ante el Vaticano durante la segunda guerra mundial, algunos de los cuales fueron después ministros de Asuntos Exteriores; hay cardenales, estrechos colaboradores de Pío XII en la Secretaría de Estado y en otros puestos, y gente sencilla que lo ha conocido en varios países. Todo el material se ha transcrito y está preparado para la imprenta. Las ponencias que debemos presentar a la Congregación para las Causas de los Santos es necesario que recojan todos los documentos que de alguna manera se refieren a la vida, a la actividad y a la fama de santidad del siervo de Dios. Se trata de una labor enorme, teniendo en cuenta que Pío XII, antes de ser durante veinte años papa, ha sido nuncio y secretario de Estado en un periodo histórico especialmente borrascoso. Por estas razones, hemos tenido que esperar a que se abrieran los archivos de los diversos Estados para encontrar documentos relativos a la obra y actividad de Pío XII. Hemos visitado los archivos del Foreign Office en Londres. Están en curso investigaciones en los archivos del Departamento de Estado estadounidense, y lo que es más complicado, en los archivos de Rusia y de los países del antiguo Telón de Acero. Estos archivos se han abierto hace poco, lo que explica que no hayamos terminado aún todas nuestras investigaciones para recoger el material necesario con el fin de presentar la positio en la congregación. No obstante, puedo decir que los trabajos proceden con diligencia, y cuantos más documentos se encuentran, más se refuerza nuestra convicción de que Pío XII era un hombre extraordinario, que ha afrontado las graves situaciones con valentía y gran prudencia. En su vida personal ha sido un cristiano, un sacerdote, un obispo, un cardenal y un papa ejemplar».
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