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Presocráticos
Se llama presocráticos a los pensadores y filósofos griegos que precedieron a Sócrates, comprendidos aproximadamente entre el s. VI y el V a. C. Por el mismo tiempo se desarrolla también una intensa actividad de pensamiento en China y en India, pero de carácter más religioso, a veces mítico, y moral; en cambio en Grecia se manifiesta con más pretensión de racionalismo y de análisis especulativo de la naturaleza. Los presocráticos suelen considerarse, pues, como los primeros filósofos conocidos. Los presocráticos aparecen sucesivamente en tres focos principales, que responden a vicisitudes históricas de Grecia: las colonias jónicas de la costa de Asia Menor, la Magna Grecia y Sicilia, y Atenas. Se trata, en general, de corrientes de pensamiento que tienen una actividad, desarrollo, rasgos y, en ocasiones, modos de vida común, y que pueden llamarse escuelas en sentido amplio; en algún caso son personalidades aisladas que destacan entre sus contemporáneos (p. ej., Heráclito).
Después del precedente de las cosmogonías y teogonías míticas, de las religiones mistéricas, de la reflexión moral de los llamados Siete Sabios de Grecia y de la ética-política de los poetas, entre los presocráticos se pueden distinguir dos periodos presocráticos:
Primer periodo: El que puede llamarse periodo cosmológico, por su interés predominante hacia la naturaleza (physis) o principio (arjé) de todas las cosas del Universo, del que todo nace y al que todo vuelve; principio, por tanto, del ser y del movimiento, de la unidad y de la inteligibilidad del mundo; al mismo tiempo sustancia de que todas las cosas se componen, permanente a través del cambio; energía o principio de acción que explica su composición, su nacimiento y su muerte. Del carácter activo y dinámico de ese principio parece proceder el hilozoísmo presocráticos de los presocráticos, o convicción de que la sustancia corpórea primordial encierra en sí misma una fuerza que la hace moverse y vivir, de modo que el mundo sería como un gran animal viviente. El principio de los presocráticos viene a ser como una realidad eterna e indestructible, en cierto modo divina presocráticos.
Aristóteles caracteriza así a los primeros presocráticos: «Los primeros que se dedicaron a la filosofía consideraron principios aquellos tan sólo que se dan bajo la especie de la materia. Aquello de que están constituidos todos los seres, de donde vienen al llegar a ser y a donde vuelven cuando al fin se corrompen, persistiendo en ellos la sustancia con sus variables modificaciones, esto es lo elemental y el principio de todos los seres. Y según esto, creen que en realidad nada nace ni llega a la corrupción, supuesto que esta prirnera naturaleza subsiste siempre (...). Pues es necesario que haya una primera naturaleza, única o múltiple, de la cual procedan todas las demás cosas, quedando ella a salvo. Sin embargo, respecto del número y del carácter propio de este principio, no están de acuerdo aquellos filósofos» (Metafísica, 1,3,983b7-19). Para Heidegger y sus seguidores, estos primeros filósofos buscan, más allá de las apariencias inmediatas de las cosas, múltiples y variables, insuficientes en sí mismas, el descubrimiento del ser (Parménides), del principio oculto capaz de darles cumplimiento y sentido (el cómo y el porqué), ya que «la naturaleza gusta de ocultarse» (Heráclito; cfr. Diels FVS, 2213, fr. 123). Hay que desprenderse de las apariencias (doxa) para descubrir el ser. La verdad (aléceia) es des-cubrimiento, des-velación (a-léceia; lanzáno: ocultarse; léce: olvido). Lo encubierto no son las cosas de la experiencia, sino el ser. La verdad se refiere al ser o a lo encubierto. Las cosas de la experiencia cotidiana no son objeto de verdad, porque no se des-cubren, no están ocultas; además, son ellas las que encubren el ser. Según esta interpretación, a los presocráticos se debería el descubrimiento del ser presocráticos.
A este periodo pertenecen, por este orden:
- la Escuela de Mileto presocráticos, con Tales, Anaximandro y Anaxímenes;
- la Escuela pitagórica, con Pitágoras de Samos y sus seguidores;
- Heráclito de Éfeso;
- la Escuela de Elea, con Parménides, Zenón y Meliso, que tienen un precedente en Jenófanes de Colofón;
- Empédocles de Agrigento;
- Anaxágoras de Clazomene;
- y los atomistas presocráticos, con Leucipo de Mileto y la Escuela de Abdera, fundada por Demócrito presocráticos.
Entre los presocráticos no se encuentra todavía:
- Verdadero dualismo entre filosofía y ciencias particulares, hombre y mundo, mundo y Dios, corpóreo e incorpóreo (Aristóteles los llama «fisiólogos»). En Heráclito el problema de la Naturaleza está unido a un inicio de investigación sobre el hombre: «Yo me he investigado a mí mismo» (Diels, FVS, 2213, fr. 101). Lo incorpóreo sólo aparece explícitamente en el Ser de Meliso, pero es único e idéntico a la verdadera realidad del mundo. En la Inteligencia (Nous) de Anaxágoras se muestra un principio separado y trascendente a la realidad de los elementos que forman los cuerpos, aunque es también material.
- Faltos de una idea recta de Dios, también les falta la idea de creación presocráticos; se mueven por el principio de que de la nada nada nace.
El periodo de los sofistas presocráticos, que, aunque también presocráticos, son considerados por algunos dentro del ámbito de la filosofía socrática. En ellos la especulación cambia de signo; se abandona la pretensión de conocer la naturaleza y se viene a caer en el escepticismo, tendiendo a ser el hombre y los límites de su conocimiento el motivo de interés principal; este periodo es más antropológico. La sofística no supera el escepticismo presocráticos intelectual y el subjetivismo presocráticos moral, y practica una actividad mercantilizada, oportunista y retórica, orientada a la formación para el éxito político. Sus principales representantes son Protágoras presocráticos de Abdera, Gorgias de Leontini, Pródico de Ceos e Hipias de Elis. En esta situación aparece la enorme figura de Sócrates, creador de un método de pensamiento -la dialéctica- para buscar una base sólida a los problemas morales. Este método será llevado en gran parte por Platón presocráticos y Aristóteles presocráticos a todos los problemas de la filosofía, dando lugar a sistemas de pensamiento de los más ricos y elaborados que ha conocido la humanidad. Sócrates, por tanto, representa como una línea divisoria que permite considerar como una unidad todo el periodo precedente, bajo el nombre de presocráticos.
Algunos han pretendido asignar un origen oriental a toda la filosofía griega, como a los demás aspectos de su cultura presocráticos. Pero hoy día es casi unánime la opinión de que los griegos recibieron de Oriente la ciencia (matemática, astronomía, etc.), cultivada allí por fines prácticos, y algunas ideas religiosas, míticas y morales relacionadas con la filosofía. Pero al genio griego se debe haber elevado en poco tiempo esos gérmenes a un desarrollo insospechado, y haber adoptado una actitud más especulativa o contemplativa, que busca el saber por sí mismo, con independencia de su utilidad práctica inmediata y de la tradición religiosa y mítica, y que da comienzo a la investigación racional a partir de la admiración presocráticos o el asombro ante las cosas.
En los presocráticos se encuentran, a veces expresadas de forma tosca, simple o unilateral, intuiciones fundamentales profundas, que no han perdido su fuerza con el pasar de los siglos. Pero el estudio de los presocráticos presenta grandes dificultades, en razón de la pobreza de fuentes y de la facilidad de proyectar sobre ellos pensamientos posteriores:
- Algunos presocráticos no escribieron nada o no se conservan sus obras; de otros se conservan sólo fragmentos. En general, los títulos han sido puestos a sus obras con posterioridad. Casi todos los que escribieron en el periodo cosmológico tienen una obra que se ha llamado Sobre la Naturaleza (Peri Physeos).
- Hay que acudir, pues, además, a los testimonios de escritores posteriores, que, sean favorables o adversos, son con frecuencia tendenciosos y contradictorios; las figuras de los grandes presocráticos están envueltas en las brumas de la leyenda. Los principales testimonios se encuentran en las obras de Platón y Aristóteles. Escritores posteriores se han aplicado a recoger las opiniones (doxai, placita) de los filósofos antiguos, anécdotas de su vida y datos cronológicos; se les conoce con el nombre de doxógrafos (literalmente, los que han puesto por escrito las opiniones de los filósofos antiguos; en sentido amplio, los escritores que de algún modo hacen referencia a ellos). Desde mediados del s. XIX se han hecho colecciones críticas de los fragmentos y de los doxógrafos de los presocráticos, entre las que sobresalen las de H. Diels.
Bibliografía
H. DIELS, Poetarum philosophorum fragmenta, Berlín 1901; íD, Doxographi graeci, 3 ed. Berlín 1958 (ordenado por los doxógrafos Aecio, Teofrasto, Simplicio, etc.; se suele citar indicando la presocráticos, que no ha variado en las reediciones, p. ei.: Diels Dox., 476); íD, Die Fragmente der Vorsokratiker, 6 ed. por W. KRANZ, 3 vol., Berlín 1960 (Dublín 1968) (es la obra fundamental, más citada, y que ha servido de base para ed. más breves en otros idiomas, que suelen seguir su numeración; está ordenada por los filósofos presocráticos, a cada uno de los cuales corresponde un número; dentro de cada filósofo hay dos apartados: A, que recoge doxógrafos referentes a ese filósofo, numerados correlativamente; B, que recoge los fragmentos de ese filósofo, también numerados correlativamente; se suele citar indicando esos datos; p. ei., Diels FVS, 11A, 13; Diels FVS, 22B, fr. 101); J. D. GARCÍA BACCA, Fragmentos Filosóficos de los Presocráticos, Caracas s. a. (Los Presocráticos, México 1943); Refranero, poemas, sentenciarlo de los primeros filósofos griegos, trad. J. D. GARCÍA BACCA, Caracas y Madrid 1963; K. FREEMANN, The Pre-Socratic Philosophers. A Conrpanion to Diels, nueva ed. Oxford 1956; Les penseurs grecs avant Socrate de Thalés de Milet á Prodicos, trad., pref. y notas por J. Voilquin, París 1964.
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