» Historia de la Iglesia » Padres de la Iglesia » Patrología (I): Hasta el Concilio de Nicea » II: La Literatura Antenicena Después de Ireneo » 3. Los Romanos » Hipólito de Roma
El Fragmento Muratoriano
Todavía hay otro documento que se atribuye a Hipólito de Roma, el llamado Fragmento Muratoriano. Contiene la más antigua lista de escritos del Nuevo Testamento aceptados como inspirados. Es, por consiguiente, de grandísima importancia para la historia del Canon. Fue descubierto y publicado por L. A. Muratori en 1740 de un manuscrito del siglo VIII de la Biblioteca Ambrosiana de Milán. Su latín es incorrecto y defectuosa su ortografía. Otros cuatro fragmentos del mismo texto se encontraron en códices de los siglos XI y XII en Montecasino. El manuscrito de la Biblioteca Ambrosiana provenía originalmente del antiguo monasterio de Bobbio. Está mutilado al principio y al fin y empieza a la mitad de una frase sobre el evangelio de Marcos. El fragmento comprende en total 85 líneas. No se contenta con enumerar los diferentes libros, sino que también demuestra su origen apostólico y da otros pormenores concernientes a la paternidad y canonicidad, especialmente por lo que se refiere al evangelio de San Juan. Después de los Evangelios, la lista enumera los Hechos de los Apóstoles, trece epístolas de San Pablo, las epístolas de San Juan y de San Judas, y dos Apocalipsis, el de Juan y el de Pedro. No se hace mención de la epístola a los Hebreos, ni de las de Santiago y San Pedro. Otras epístolas de San Pablo, como las escritas a los Laodicenses y a los Alejandrinos, son tachadas de heréticas: "Circulan, además, una epístola a los Laodicenses y otra a los Alejandrinos falsificadas bajo el nombre de Pablo, para favorecer a la herejía de Marción, y algunas otras que no pueden recibirse en la Iglesia católica, porque no conviene mezclar la hiel con la miel" (3). Es interesante que en este canon, el más antiguo del Nuevo Testamento, se cite también el libro de la Sabiduría, "escrito por los amigos de Salomón." El Apocalipsis de Pedro (cf. p.143s) viene mencionado después del de San Juan, pero con cierto recelo: "aunque algunos entre nosotros no quieren que se lea en la Iglesia": esto indica que había oposición contra él. Se recomienda el Pastor de Hermas (cf. p.97-109) como lectura privada, pero no es aceptado como libro inspirado, por pertenecer al período post-apostólico: "En cuanto al Pastor, lo escribió muy recientemente Hermas en nuestros tiempos en la ciudad de Roma, cuando su hermano, el obispo Pío, estaba sentado en la cátedra de la Iglesia de Roma. Y por eso conviene también leerlo, pero no al pueblo públicamente en la iglesia, ni entre los profetas, porque su número ya está completo, ni entre los Apóstoles, hasta el fin de los tiempos" (4). Al final se rechazan otras obras heréticas: "De [los escritos de] Arsínoo, llamado también Valentín, o de Milcíades, no recibimos nada absolutamente. También [se rechazan] los que escribieron el nuevo libro de los Salmos para Marción, juntamente con Basílides y el fundador de los catafrigios asiáticos" (4).
El párrafo que trata del Pastor de Hermas indica que el Canon Muratoriano fue compuesto poco después de haber gobernado Pío la Iglesia de Roma (142-155), probablemente antes de finalizar el siglo II. Se admite generalmente su origen romano, como lo sugiere la mención "de la ciudad." Sin embargo, no se puede considerar como un documento oficial que implique la responsabilidad de la Iglesia de Roma, como sostuvo A. v. Harnack. H. Koch ha demostrado que son muchas las razones que militan contra esa teoría.
Se discute todavía si fue el griego o el latín la lengua original del documento. J. B. Lighfoot, con muchos otros, se decidió por el griego y consideró la obra actual como una traducción literal más bien torpe y que, además, se ha corrompido en el curso de su transmisión. Se funda en que la literatura de la Iglesia romana en aquella época era aún griega, como lo demuestra el ejemplo de Hipólito. Hacen observar también que la estructura y la conexión de las frases son griegas. Sin embargo, las recientes investigaciones de C. Mohrmann han demostrado que el cambio de lengua en la comunidad cristiana de Roma había empezado a realizarse hacia la mitad del siglo II y que por esa época existían ya versiones latinas del Antiguo Testamento. A pesar de esto, queda siempre la posibilidad de que el original fuera griego, puesto que el juego de palabras fel enim cum melle misceri non congruit apenas significa nada en contra.
Por falta de pruebas concretas no podemos atribuir este fragmento con certeza a ningún autor determinado. J. B. Lighfoot ha defendido con fuerza la paternidad de Hipólito de Roma. Th. H. Robinson, Th. Zahn, N. Bonwetsch, M. J. Lagrange son de la misma opinión. Por lo que se refiere al tiempo de su composición, dicen que sería una de las primeras obras de Hipólito. Podemos atribuírsela a él con mayores probabilidades que a cualquiera de los autores cuyos nombres se han sugerido, e. g. Clemente de Alejandría, Melitón de Sardes y Polícrates de Efeso.
Del director
- Islandia: primer país sin nacimientos Síndrome de Down, el 100% son abortados
- 9 cosas que conviene saber sobre el Miércoles de Ceniza
- Juan Claudio Sanahuja, in memoriam
- Trumpazo: la mayoría de los católicos USA votaron por Trump (7 puntos de diferencia)
- Mons. Chaput recuerda y reitera en su diócesis la necesidad de vivir la castidad a los divorciados que se acerquen a la Confesión y la Eucaristía
- Cardenal Sarah, prefecto para el Culto Divino, sugiere celebrar cara a Dios a partir de Adviento
- Medjugorje: Administrador Apostólico Especial. Por ahora no parece.
- Turbas chavistas vejan y humillan a seminaristas menores