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1. Los prólogos antimarcionitas a los evangelios
Los más antiguos prólogos a los evangelios son obra de un antimarcionita, que los compondría poco después de la crisis marcionita, que D. de Bruyne y A. v. Harnack colocan aproximadamente entre los años 160 y 180. Su patria fue probablemente Roma, y su lengua original el griego, aunque luego fueron traducidos en África a fines del siglo III para una nueva edición de la antigua versión latina de los Evangelios. Son de gran interés histórico, por cuanto que revelan la tradición de la primitiva Iglesia sobre los autores de los evangelios. Desgraciadamente, el prólogo al evangelio de Mateo se ha perdido - según parece, la pérdida se remonta a una época muy antigua -; de los demás, solamente el de Lucas, que es el más extenso, se ha conservado en el original griego. Los de Marcos y Juan, y asimismo el de Lucas, han llegado hasta nosotros en latín. Recientemente E. Gutwenger ha puesto en tela de juicio la hipótesis de D. de Bruyne y de Harnack. Ha hecho observar que estos autores suponen que los tres prólogos proceden de la misma pluma. Ahora bien, la diferencia de longitud y de contenido y la diversidad de tono y de ambiente hacen difícil de aceptar esa suposición. Debemos, pues, concluir que el origen y fecha de cada uno de estos prólogos deben estudiarse por separado.
Este trabajo ha sido realizado por R. G. Heard. Ha llegado a la conclusión de que al principio los prólogos se presentaban aislados. Es posible que los prólogos a Marcos y a Lucas estuvieran reunidos antes de que se les agregara el prólogo a Juan, que es posterior. El prólogo a Marcos refleja, en gran proporción, la tradición del Evangelio tal como se conocía en Occidente hacia fines del siglo II, mientras que es posible que su descripción del evangelista se funde en recuerdos auténticos. El prólogo a Lucas, destinado en su forma actual a servir de prólogo a una copia de Lucas que circulaba separadamente, contiene una frase tomada de Ireneo, y se remonta al siglo III o a principios del IV. Su primer párrafo, que quizás represente forma primitiva de prólogo, contiene información aceptable sobre Lucas y es un testigo importante de la verdad de la tradición que hace de éste el autor del tercer evangelio. No se puede sostener la opinión de R. M. Grant, según la cual el prólogo a Lucas sería "la respuesta de la Iglesia católica a Marción," pues falta en él toda referencia específica a Marción. El prólogo a San Juan data del siglo V o VI, y su contenido carece de valor histórico. Es probable que los prólogos a Marcos y a Juan originalmente fueran también compuestos en griego, como el prólogo a Lucas.
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