» Historia de la Iglesia » Padres de la Iglesia » Patrología (II): La edad de oro de la literatura patrística griega » 4. Los Escritores de Antioquía y Siria » Apolinar de Laodicea
Sus Escritos
1. Obras exegéticas
Según San Jerónimo (De vir. ill. 104), compuso "innumerables volúmenes sobre las Sagradas Escrituras."
De estos Comentarios a los libros del Antiguo y Nuevo Testamento sólo quedan algunos fragmentos diseminados en numerosas catenae, donde esperan una mano que los reúna y edite críticamente. Ha empezado a hacerlo ahora H. de Riedmatten. San Gerónimo menciona explícitamente sus escritos sobre el Eclesiastés (Comm. in Eccl. ad 4,13s y ad 12,5), sobre Isaías (Comm. in Is., pról.), sobre Oseas (Comm. in Hos., pról.) y sobre Malaquías (Comm. in Mal., pról.); pero da a entender que escribió también sobre otros profetas (Comm. in Hos., pról.). Siempre según la misma fuente, Apolinar compuso además comentarios sobre el evangelio de San Mateo (Comm. in Matth., pról.), sobre la primera a los Corintios (Ep. 49,3; 119,4), sobre las epístolas a los Gálatas (Comm. in Gal., pról.) y a los Efesios (Comm. in Eph., pról.). Tenemos igualmente noticia de un comentario a los Romanos; los fragmentos de esta obra, recogidos por K. Staab en varias catenae, arrojan una luz interesante sobre el método exegético del autor. Su interpretación subraya la importancia dogmática de la epístola, pero no revela la más mínima inclinación ni hacia el método filológico de la escuela de Antioquía ni hacia el método alegórico de los Alejandrinos. Jerónimo advierte que los comentarios de Apolinar fueron muy breves y pocos en número y que a veces eran poco más que un índice de materias (Comm. in Is., pról.).
2. Obras apologéticas
Entre sus numerosas obras apologéticas merecieron de San Jerónimo y de Filostorgio una mención honorífica especial los treinta libros contra el neoplatónico Porfirio. San Jerónimo dice (De vir. ill. 104) que "se los consideraba generalmente como una de sus mejores obras"; Filostorgio no duda en declarar (Hist. eccl. 8,14) que los tratados escritos anteriormente contra Porfirio por Metodio (cf. vol.1 p.429) y por Eusebio quedaron eclipsados por la gran refutación de Apolinar.
Otra obra apologética, titulada La Verdad (Ύπέρ άληθείας), la dirigió contra el emperador Juliano. Probaba en ella, sin recurrir a la autoridad de la Escritura y sólo por argumentos de razón, que los filósofos paganos, en los cuales se apoyaba el emperador, estuvieron muy lejos de haber alcanzado ideas justas sobre Dios (SOZOMENO, Hisl. eccl. 5,18).
Fuera de unos fragmentos, los dos escritos se han perdido.
3. Obras polémicas
Sólo sabemos de unos pocos escritos antiheréticos. Uno de ellos iba dirigido contra el obispo arriano Eunomio de Cícico (cf. supra, p.321), y otro contra Marcelo de Ancira (cf. supra, p.207), a quien acusó de sabelianismo (jerónimo, De vir. ill. 86). Se han salvado solamente los títulos. En cambio, se conservan algunos fragmentos de sus tratados contra Diodoro de Tarso y contra Flaviano de Antioquía, donde defendía la unidad de divinidad y humanidad en Cristo. No queda nada de las obras que escribió contra Orígenes y contra Dionisio de Alejandría.
4. Obras dogmáticas
A primera vista resulta extraño que se haya conservado el texto íntegro de algunas de sus obras donde se encuentran sus errores cristológicos. La explicación está en que han sobrevivido con nombres falsos o de escritores ortodoxos a quienes se los atribuyeron intencionadamente sus seguidores para ocultar eme su verdadero autor era un hereje. El Adversus fraudes Apollinaristarum, atribuido a Leoncio de Bizancio (485-543), asegura que los apolinaristas y monofisitas pusieron en circulación algunos escritos de Apolinar bajo los autorizados nombres de Gregorio Taumaturgo, Atanasio y Julio Papa. Las investigaciones de Caspari, Lietzmann y de Riedmatten han venido a corroborar esta afirmación. De esta manera han llegado hasta nosotros los siguientes escritos de Apolinar:
a) Una Profesión detallada de fe (ή κατά μέρος πιστις). atribuida a Gregorio Taumaturgo.
b) A San Atanasio le fueron atribuidas tres obras: 1) Un sermón de Epifanía, titulado Quod unus sit Christus (οτι εις ο Χριστου); 2) De incarnatione Dei Verbi (περι σαρκώσεως του Θεού Λόγου), y 3) una Profesión de fe dirigida al emperador Joviano.
c) Bajo el nombre del papa Julio I (337-352) se han podido descubrir tres obras: 1) De unione corporis et divinitatis in Christo; 2) De fide et incarnatione, y 3) una extensa carta dirigida al presbítero Dionisio.
d) Su obra dogmática más importante se puede reconstruir en parte gracias a la refutación de Gregorio de Nisa en su Antirrheticus, mencionado más arriba (p.271). Su título era Demostración de la encarnación de Dios según la imagen de Dios (Αποδείξις περί της Θειας σαρκώσεως). La compuso entre los años 376 y 380. Seguía en ella la división tripartita del hombre, que había puesto en circulación Platón: cuerpo, alma y espíritu. Gregorio rechaza esta ?tricotomía,? basándose en que la Escritura sólo reconoce una ?dicotomía? en cuerpo y alma, como puede verse en la narración de la creación del hombre en el Génesis y en la narración de la muerte del Señor en los Evangelios (Antirrhet. 8,35).
e) Del diálogo 5 pseudoatanasiano De sancta Trinitate se puede entresacar un corto tratado, Recapitulatio (Άνακεφαλαίωσις). Resume las principales doctrinas cristológicas y es, al parecer, un epítome de una obra más extensa que ya no existe.
f) En florilegios y en citas de otros autores se conservan numerosos fragmentos de sus estudios cristológicos. Por ejemplo, el Eranistes de Teodoreto contiene algunos fragmentos muy extensos.
5. Poesía
Cuando el emperador Juliano, por decreto del año 362, prohibió a los hijos de los cristianos frecuentar las escuelas públicas y estudiar los poetas y escritores griegos, para compensarles de la pérdida, Apolinar y su padre transcribieron en formas clásicas gran parte de la Biblia. Tomando materiales de la Biblia, hizo comedias, tragedias y poemas épicos:
La única razón que tuvo [Juliano] para impedir que los hijos de padres cristianos se instruyeran en la cultura de los griegos fue el considerar que tales estudios llevaban a la adquisición del poder dialéctico y persuasivo. Por tanto. Apolinar empleó su gran cultura e ingenio en la producción de un poema épico heroico sobre las antigüedades de los hebreos hasta el reino de Saúl, que sustituyera al poema de Hornero. Dividió su obra en veinticuatro partes, dando a cada una de ellas el nombre de una de las letras del alfabeto griego, según su número y orden. También escribió comedias al estilo de Menandro, tragedias parecidas a las de Eurípides y odas según el modelo de Píndaro. Para decirlo brevemente, tomando de las Escrituras temas de todo el ámbito del conocimiento, produjo en breve espacio de tiempo un conjunto de obras que en estilo, expresión, carácter y composición se consideran semejantes a las literaturas griegas (Sozomeno, Hist. eccl. 5,18).
Llegó aun a componer diálogos platónicos con material tomado de los evangelios (Sócrates, Hist. eccl. 3,16). Todas estas obras se han perdido, a excepción de una Paráfrasis de los Salmos en hexámetros, abundantemente entretejida de reminiscencias de antiguos poetas griegos. Pero aun ella es de autenticidad dudosa. Colega cree que su autor fue quizás el presbítero Marciano, que murió en Constantinopla después del año 471. Según Sozomeno (Hist. eccl. 6,25,4/5), Apolinar compuso también himnos litúrgicos, que por su dulzura indujeron a muchos a adherirse a él, y cantos religiosos para uso privado: "Los hombres cantaban sus melodías en los banquetes y durante su trabajo diario, y las mujeres las cantaban mientras tejían. Pero, aunque sus tiernos poemas se adaptaban a las fiestas, a los festejos y a otras ocasiones, todos ellos eran igualmente para honra y gloria de Dios." De ellos no ha quedado nada.
6. Correspondencia con Basilio Magno
Su correspondencia con Basilio el Grande, que se encuentra entre las cartas de este último (Epp. 361-4), y que consiste en dos cartas de San Basilio y dos respuestas de Apolinar, hay que considerarla probablemente como auténtica, según se desprende de las últimas investigaciones hechas por Prestige, De Riedmatten y Weijenberg (cf. supra, p.235), aun cuando sigan sin disiparse algunas dudas.
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