conoZe.com » Actualidad » Educación » Educación diferenciada

Educación diferenciada y libertad escolar (y II)

Finalizaba mi artículo anterior con un cierto alegato a favor de la libertad escolar, y una particular referencia al derecho de los padres a elegir una educación diferenciada por sexos, para sus hijos. Y, por consiguiente, al derecho de estos centros a existir con las mismas coordenadas jurídicas y económicas que los restantes. También incluyo lógicamente la presencia de centros estatales de este tipo. Podría pensarse que los últimos compases del citado artículo sonaban a temas demasiado concretos, que me alejaban del propósito de navegar por la ley natural contenida en la doctrina social de la Iglesia. Traté simplemente de pegar al terreno esa doctrina. Porque la moral es conducta, no una teoría. También parece útil advertir -para evitar actitudes confesionales- que la doctrina social no ha de imponerse por ser cristiana, sino justamente al revés: esta moral social es cristiana porque da razón del hombre. Nadie como la Iglesia explica y defiende al hombre entero. Además, la mayoría de los contenidos de esta moral son anteriores a la revelación de Cristo, que sí los purifica, eleva y perfecciona. No me he referido a verdades exclusivamente cristianas. Recordemos algunas en conexión con lo dicho.

Primera y capital: la persona humana es libre porque está dotada de inteligencia, voluntad y afectos. El único límite de esa libertad es su propia naturaleza. Por eso existe para buscar el bien y la verdad que hacen al hombre mismo bueno y verdadero, como afirmó Benedicto XVI. Otro límite implícito en el anterior es la libertad de los demás que, si es maltratada, incapacita a la nuestra para ser humana. Bien cerca de estas afirmaciones está el derecho a madurar la propia inteligencia y la propia libertad a través de la búsqueda y el conocimiento de la verdad, como decía Juan Pablo II en Centesimus Annus , o el de fundar libremente una familia que acoge y educa a los hijos. Las exigencias del bien común -escribía Juan XXIII en Mater et Magistra - están estrechamente vinculadas al respeto y a la promoción íntegra de la persona y de sus derechos fundamentales, entre los que se cita el de la educación. El bien común -dijo el último concilio- es el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección. Es obvio que promoverlo es fin principal del Estado y exige que no expolie a la familia en la tarea de formar al hombre en toda su dignidad, en todas sus dimensiones. Al contrario, ha de ver en ella la primera escuela de virtudes sociales, con un derecho y un deber original y primario en la educación de sus hijos, insustituible e inalienable. Por tanto, nadie debe usurparlo.

Trataba en el artículo anterior de que la educación diferenciada no es discriminatoria. Aludo ahora brevemente a que tampoco disminuye la sociabilidad entre sexos. Un motivo elemental es que hay muchas otras formas de relacionarse. Y otro, que lo prioritario no parece la simple convivencia social y relacional, sino la búsqueda real del bien, es decir, del sentido y de la verdad que se encuentran en las formas de vida social existente, sin eludir nunca el bien común. Vuelvo después al argumento, pero adelanto que, a mi modo de ver, la sociabilidad está, sobre todo, en darse.

El reiteradísimo principio de subsidiaridad del Estado -presente en el Magisterio desde la primera encíclica dedicada a la cuestión social, la Rerum Novarum de León XIII- tiene mucho que ver con la sociabilidad porque, en consonancia con la naturaleza humana, enseña que es imposible promover la dignidad de la persona si no se cuidan aquellas expresiones asociativas de diverso tipo, a las que el hombre da vida y hace crecer de modo libre y espontáneo. Estas no solamente son los partidos políticos; hay otras muchas formas de asociacionismo que podrían ser más importantes. Pues bien, es difícil negar la libertad de constituir y sostener partidos, pero a veces el Estado absorbe o dificulta la libertad individual o la vida de las sociedades menores, que son escuelas de sociabilidad. Eso es totalitarismo más o menos completo o encubierto. En el tema educativo, la Iglesia se reafirma en que las distintas formas de subvención económica han de repartirse de tal manera que los padres sean verdaderamente libres para ejercer sus derechos sin soportar cargas injustas. También afirmaba recientemente que, de no ser así, se camina a un injusto monopolio escolar estatal, que conculca la justicia e impide variadas formas de relación.

La subsidiaridad del Estado conduce a una mayor participación de los ciudadanos, expresada en multitud de actividades, para la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenecen, como dijo Pablo VI en Octogesima Adveniens . Así se hace y expresa la sociabilidad honda y duradera; se estructuran y traban vínculos entre las personas y sociedades que vertebran ese ámbito de convivencia. Se muestra que cifrar la sociabilidad entre sexos en la educación mixta, sin negar legitimidad a esta, constituye una visión pobre. Por otro lado, la sociabilidad recibe particular relieve de la solidaridad, que sintetiza la exigencia de reconocer, en el conjunto de los vínculos que unen a los hombres y a los grupos sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertad humana para ocuparse del crecimiento común, compartido por todos. Hay, pues, una línea que une subsidiaridad, solidaridad y libertad, en la que ha de buscarse la sociabilidad y no discriminación de seres humanos.

En síntesis, podemos decir que la convivencia humana -y su educación- es ordenada, fecunda y digna del hombre, cuando se funda en la verdad; cuando se modela según la justicia, con respeto y leal cumplimiento de deberes y derechos; cuando se realiza en libertad, exigencia inseparable de la naturaleza humana, que sólo es verdadera si une a las personas; cuando es vivificada por el amor, que hace sentir como propias las necesidades y exigencias legítimas de los demás. Así se determina la calidad de una sociedad. Nunca, por lo que aleja del ser del hombre.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=5854 el 2006-09-19 23:17:14