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Camino de Perfección (IV)
Capítulo 19
Que comienza a tratar de la oración. -Habla con almas que no pueden discurrir con el entendimiento.
1. Ha tantos días que escribí lo pasado sin haber tenido lugar para tornar a ello, que si no lo tornase a leer no sé lo que decía. Por no ocupar tiempo habrá de ir como saliere, sin concierto. Para entendimientos concertados y almas que están ejercitadas y pueden estar consigo mismas, hay tantos libros escritos y tan buenos y de personas tales, que sería yerro hicieseis caso de mi dicho en cosa de oración, pues, como digo, tenéis libros tales adonde van por días de la semana repartidos los misterios de la vida del Señor y de su Pasión, y meditaciones del juicio e infierno y nuestra nonada y lo mucho que debemos a Dios, con excelente doctrina y concierto para principio y fin de la oración. Quien pudiere y tuviere ya costumbre de llevar este modo de oración, no hay que.decir, que por tan buen camino el Señor le sacará a puerto de luz, y con tan buenos principios el fin lo será, y todos los que pudieren ir por él llevarán descanso y seguridad; porque, atado el entendimiento, vase con descanso.
Mas de lo que querría tratar y dar algún remedio, si el Señor quisiese acertase (y) si no, al menos que entendáis hay muchas almas que pasan este trabajo, para que no os fatiguéis las que le tuviereis), es esto:
2. Hay unas almas y entendimientos tan desbaratados como unos caballos desbocados, que no hay quien las haga parar. Ya van aquí, ya van allí, siempre con desasosiego. Es su misma naturaleza, o Dios que lo permite. Heles mucha lástima, porque me parecen como unas personas que han mucha sed y ven el agua de muy lejos, y cuando quieren ir allá, hallan quien las defienda el paso al principio y medio y fin. Acaece que, cuando ya con su trabajo -y con harto trabajo- han vencido los primeros enemigos, a los segundos se dejan vencer y quieren más morir de sed que beber agua que tanto ha de costar. Acabóseles el esfuerzo, faltóles ánimo. Y ya que algunos le tienen para vencer también los segundos enemigos, a los terceros se les acaba la fuerza, y por ventura no estaban dos pasos de la fuente de agua viva que dijo el Señor a la Samaritana, que quien la bebiere no tendrá sed. Y con cuánta razón y verdad, como dicho de la boca de la misma Verdad, que no la tendrá de cosa de esta vida, aunque crece muy mayor de lo que acá podemos imaginar de las cosas de la otra por esta sed natural. Mas ¡con qué sed se desea tener esta sed! Porque entiende el alma su gran valor, y aunque es sed penosísima que fatiga, trae consigo la misma satisfacción con que se mata aquella sed, de manera que es una sed que no ahoga sino a las cosas terrenas, antes da hartura, de manera que cuando Dios la satisface, la mayor merced que puede hacer al alma es dejarla con la misma necesidad, y mayor queda siempre de tornar a beber esta agua.
3. El agua tiene tres propiedades, que ahora se me acuerda que me hacen al caso, que muchas más tendrá.
La una es que enfría, que, por calor que hayamos, en llegando al agua, se quita; y si hay gran fuego, con ella se mata, salvo si no es de alquitrán, que se enciende más. ¡Oh, válgame Dios, qué maravillas hay en este encenderse más el fuego con el agua, cuando es fuego fuerte, poderoso, no sujeto a los elementos, pues.éste, con ser su contrario, no le empece, antes le hace crecer! Mucho valiera aquí poder hablar con quien supiera filosofía, porque sabiendo las propiedades de las cosas, supiérame declarar, que me voy regalando en ello y no lo sé decir y aun por ventura no lo sé entender.
4. De que Dios, hermanas, os traiga a beber de esta agua y las que ahora lo bebéis, gustaréis de esto y entenderéis cómo el verdadero amor de Dios -si está en su fuerza, ya libre de cosas de tierra del todo y que vuela sobre ellas- cómo es señor de todos los elementos y del mundo. Y como el agua procede de la tierra, no hayáis miedo que mate este fuego de amor de Dios; no es de su jurisdicción.
Aunque son contrarios, es ya señor absoluto; no le está sujeto.
Y así no os espantaréis, hermanas, de lo mucho que he puesto en este libro para que procuréis esta libertad. ¿No es linda cosa que una pobre monja de San José pueda llegar a señorear toda la tierra y elementos? Y ¿qué mucho que los santos hiciesen de ellos lo que querían, con el favor de Dios? A San Martín el fuego y las aguas le obedecían; a San Francisco hasta las aves y los peces, y así a otros muchos santos. Se veía claro ser tan señores de todas las cosas del mundo, por haber bien trabajado de tenerle en poco y sujetádose de veras con todas sus fuerzas al Señor de él. Así que, como digo, el agua que nace en la tierra no tiene poder contra él; sus llamas son muy altas, y su nacimiento no comienza en cosa tan baja.
Otros fuegos hay de pequeño amor de Dios, que cualquiera suceso los matará; mas a éste no, no: aunque toda la mar de tentaciones venga, no le harán que deje de arder de manera que no se enseñoree de ellas.
5. Pues si es agua de lo que llueve del cielo, muy menos le matará.
No son contrarios, sino de una tierra. No hayáis miedo se hagan mal el un elemento al otro, antes ayuda el uno al otro a su efecto.
Porque el agua de las lágrimas verdaderas (que) son las que proceden en verdadera oración, bien dadas del Rey del cielo) le ayuda a encender más y hace que dure, y el fuego ayuda al agua a enfriar. ¡Oh, válgame Dios, qué cosa tan hermosa y de tanta maravilla, que el fuego enfría! Sí, y aun hiela todas las afecciones del mundo, cuando se junta con el agua viva del cielo, que es la fuente de donde proceden las lágrimas que quedan dichas, que son dadas y no adquiridas por nuestra industria. Así que a buen seguro.que no deja calor en ninguna cosa del mundo para que se detenga en ellas, si no es para si puede pegar este fuego, que es natural suyo no se contentar con poco, sino que, si pudiese, abrasaría todo el mundo.
6. Es la otra propiedad limpiar cosas no limpias. Si no hubiese agua para lavar, ¿qué sería del mundo? ¿Sabéis qué tanto limpia esta agua viva, esta agua celestial, esta agua clara, cuando no está turbia, cuando no tiene lodo, sino que cae del cielo? Que de una vez que se beba, tengo por cierto deja el alma clara y limpia de todas las culpas. Porque -como tengo escrito- no da Dios lugar a que beban de esta agua (que) no está en nuestro querer, por ser cosa muy sobrenatural esta divina unión), si no es para limpiarla y dejarla limpia y libre del lodo y miseria en que por las culpas estaba metida. Porque otros gustos que vienen por medianería del entendimiento, por mucho que hagan, traen el agua corriendo por la tierra; no lo beben junto a la fuente; nunca falta en este camino cosas lodosas en que se detengan, y no va tan puro ni tan limpio.
No llamo yo esta oración -que, como digo, va discurriendo con el entendimiento- «agua viva», conforme a mi entender, digo; porque, por mucho que queramos hacer, siempre se pega a nuestra alma, ayudada de este nuestro cuerpo y bajo natural, algo de camino de lo que no querríamos.
7. Quiérome declarar más: estamos pensando qué es el mundo y cómo se acaba todo, para menospreciarlo. Casi sin entendernos, nos hallamos metidos en cosas que amamos de él. Y deseándolas huir, por lo menos nos estorba un poco pensar cómo fue y cómo será y qué hice y qué haré. Y para pensar lo que hace al caso para librarnos, a las veces nos metemos de nuevo en el peligro. No porque esto se ha de dejar, mas hase de temer. Es menester no ir descuidados.
Acá lleva este cuidado el mismo Señor, que no quiere fiarnos de nosotros. Tiene en tanto nuestra alma, que no la deja meter en cosas que la puedan dañar por aquel tiempo que quiere favorecerla; sino pónela de presto junto cabe sí y muéstrale en un punto más verdades y dala más claro conocimiento de lo que es todo, que acá pudiéramos tener en muchos años. Porque no va libre la vista; ciéganos el polvo como vamos caminando. Acá llévanos el Señor al fin de la jornada sin entender cómo
8. La otra propiedad del agua es que harta y quita la sed. Porque sed me parece a mí quiere decir deseo de una cosa que nos hace gran falta, que si del todo nos falta nos mata. Extraña cosa es que si nos falta nos mata, y si nos sobra nos acaba la vida, como se ve morir muchos ahogados. ¡Oh Señor mío, y quién se viese tan engolfada en esta agua viva que se le acabase la vida! Mas ¿no puede ser esto? Sí, que tanto puede crecer el amor y deseo de Dios, que no lo pueda sufrir el sujeto natural, y así ha habido personas que han muerto. Yo sé de una que, si no la socorriera Dios presto con esta agua viva tan en gran abundancia, que casi la sacaba de sí con arrobamientos. Digo que casi la sacaban de sí, porque aquí descansa el alma. Parece que, ahogada de no poder sufrir el mundo, resucita en Dios, y Su Majestad la habilita para que pueda gozar lo que, estando en sí, no pudiera sin acabarse la vida.
9. Entiéndase de aquí que, como en nuestro sumo Bien no puede haber cosa que no sea cabal, todo lo que El da es para nuestro bien, y por mucha abundancia de esta agua que dé, no puede haber demasía en cosa suya; porque si da mucho, hace -como he dicho- hábil el alma para que sea capaz de beber mucho; como un vidriero, que hace la vasija del tamaño que ve es menester para que quepa lo que quiere echar en ella.
En el desearlo, como es de nosotros, nunca va sin falta. Si alguna cosa buena lleva, es lo que en él ayuda el Señor. Mas somos tan indiscretos que, como es pena suave y gustosa, nunca nos pensamos hartar de esta pena; comemos sin tasa, ayudamos como acá podemos a este deseo, y así algunas veces mata. ¡Dichosa tal muerte! Mas, por ventura, con la vida ayudara a otros para morir por deseo de esta muerte. Y esto creo hace el demonio, porque entiende el daño que ha de hacer con vivir, y así tienta aquí de indiscretas penitencias para quitar la salud, y no le va poco en ello.
10. Digo que quien llega a tener esta sed tan impetuosa, que se mire mucho, porque crea que tendrá esta tentación; y aunque no muera de sed, acabará la salud y dará muestras exteriores, aunque no quiera, que se han de excusar por todas vías. Algunas veces aprovechará poco nuestra diligencia, que no podremos todo lo que se quiere encubrir. Mas estemos con cuidado, cuando vienen estos ímpetus tan grandes de crecimiento de este deseo, para no añadir en él, sino con suavidad cortar el hilo con otra consideración; que nuestra naturaleza a veces podrá ser obre tanto como el amor, que hay personas que cualquier cosa, aunque sea mala, desean con.gran vehemencia. Estas no creo serán las muy mortificadas, que para todo aprovecha la mortificación.
Parece desatino que cosa tan buena se ataje. Pues no lo es, que yo no digo se quite el deseo, sino que se ataje, y por ventura será con otro que se merezca tanto.
11. Quiero decir algo para darme mejor a entender. Da un gran deseo de verse ya con Dios y desatado de esta cárcel, como le tenía San Pablo: pena por tal causa y que debe en sí ser muy gustosa; no será menester poca mortificación para atajarla, y del todo no podrá. Mas cuando viere aprieta tanto que casi va a quitar el juicio (como) yo vi a una persona no ha mucho, y de natural impetuosa, aunque demostrada a quebrar su voluntad -me parece lo ha ya perdido, porque se ve en otras cosas- digo que por un rato, que la vi como desatinada de la gran pena y fuerza que se hizo en disimularla), digo que en caso tan excesivo, aunque fuese espíritu de Dios, tengo por humildad temer, porque no hemos de pensar tenemos tanta caridad, que nos pone en tan gran aprieto.
12. Y digo que no tendré por malo (si) puede -digo- que por ventura todas veces no podrá) que mude el deseo pensando si vive servirá más a Dios, y podrá ser a alguna alma que se había de perder la dé luz, y que con servir más, merecerá por donde pueda gozar más de Dios, y témase lo poco que ha servido. Y son buenos consuelos para tan gran trabajo, y aplacará su pena y ganará mucho, pues por servir al mismo Señor se quiere acá pasar y vivir con su pena. Es como si uno tuviese un gran trabajo o grave dolor, consolarle con decir tenga paciencia y se deje en las manos de Dios, y que cumpla en él su voluntad, que dejarnos en ellas es lo más acertado en todo.
13. Y si el demonio ayudó en alguna manera a tan gran deseo, que sería posible, como cuenta creo Casiano de un ermitaño de asperísima vida, que le hizo entender se echase en un pozo porque vería más presto a Dios; yo bien creo no debía haber servido con humildad ni bien; porque fiel es el Señor y no consintiera Su Majestad se cegara en cosa tan manifiesta. Mas está claro si el deseo fuera de Dios, no le hiciera mal: trae consigo la luz y la discreción y la medida. Esto es claro, sino que este adversario, enemigo nuestro, por dondequiera que puede, procura dañar. Y pues él no anda descuidado, no lo andemos nosotros. Este es punto importante para muchas cosas, así para acortar el tiempo de la oración, por gustosa que sea, cuando se ven acabar las fuerzas.corporales o hacer daño a la cabeza. En todo es muy necesario discreción.
14. ¿Para qué pensáis, hijas, que he pretendido declarar el fin y mostrar el premio antes de la batalla, con deciros el bien que trae consigo llegar a beber de esta fuente celestial, de esta agua viva? Para que no os congojéis del trabajo y contradicción que hay en el camino, y vayáis con ánimo y no os canséis. Porque -como he dicho- podrá ser que después de llegadas, que no os falta sino bajaros a beber en la fuente, lo dejéis todo y perdáis este bien, pensando no tendréis fuerza para llegar a él y que no sois para ello.
15. Mirad que convida el Señor a todos. Pues es la misma verdad, no hay que dudar. Si no fuera general este convite, no nos llamara el Señor a todos, y aunque los llamara, no dijera: «Yo os daré de beber». Pudiera decir: «Venid todos, que, en fin, no perderéis nada; y los que a mí me pareciere, yo los daré de beber». Mas como dijo, sin esta condición, «a todos», tengo por cierto que todos los que no se quedaren en el camino, no les faltará esta agua viva.
Dénos el Señor, que la promete, gracia para buscarla como se ha de buscar, por quien Su Majestad es.
Capítulo 20
Trata cómo por diferentes vías nunca falta consolación en el camino de la oración, y aconseja a las hermanas de esto sean sus pláticas siempre.
1. Parece que me contradigo en este capítulo pasado de lo que había dicho; porque, cuando consolaba a las que no llegaban aquí, dije que tenía el Señor diferentes caminos por donde iban a El, así como había muchas moradas. Así lo torno ahora a decir; porque, como entendió Su Majestad nuestra flaqueza, proveyó como quien es. Mas no dijo: «por este camino vengan unos y por éste otros»; antes fue tan grande su misericordia, que a nadie quitó procurase venir a esta fuente de vida a beber. ¡Bendito sea por siempre, y con cuánta razón me lo quitara a mí!
2. Pues no me mandó lo dejase cuando lo comencé e hizo que me echasen en el profundo, a buen seguro que no lo quite a nadie,.antes públicamente nos llama a voces. Mas, como es tan bueno, no nos fuerza, antes da de muchas maneras a beber a los que le quieren seguir, para que ninguno vaya desconsolado ni muera de sed. Porque de esta fuente caudalosa salen arroyos, unos grandes y otros pequeños, y algunas veces charquitos para niños, que aquello les basta, y más sería espantarlos ver mucha agua; éstos son los que están en los principios.
Así que, hermanas, no hayáis miedo muráis de sed en este camino.
Nunca falta agua de consolación tan falto que no se pueda sufrir. Y pues esto es así, tomad mi consejo y no os quedéis en el camino, sino pelead como fuertes hasta morir en la demanda, pues no estáis aquí a otra cosa sino a pelear. Y con ir siempre con esta determinación de antes morir que dejar de llegar al fin del camino, si os llevare el Señor con alguna sed en esta vida, en la que es para siempre os dará con toda abundancia de beber y sin temor que os ha de faltar. Plega al Señor no le faltemos nosotras, amén.
3. Ahora, para comenzar este camino que queda dicho de manera que no se yerre desde el principio, tratemos un poco de cómo se ha de principiar esta jornada, porque es lo que más importa; digo que importa el todo para todo. No digo que quien no tuviere la determinación que aquí diré le deje de comenzar, porque el Señor le irá perfeccionando; y cuando no hiciese más de dar un paso, tiene en sí tanta virtud, que no haya miedo lo pierda ni le deje de ser muy bien pagado.
Es -digamos- como quien tiene una cuenta de perdones, que si la reza una vez gana, y mientras más veces, más. Mas si nunca llega a ella, sino que se la tiene en el arca, mejor fuera no tenerla. Así que, aunque no vaya después por el mismo camino, lo poco que hubiere andado de él le dará luz para que vaya bien por los otros, y si más andare, más. En fin, tenga cierto que no le hará daño el haberle comenzado para cosa ninguna, aunque le deje, porque el bien nunca hace mal.
Por eso todas las personas que os trataren, hijas, habiendo disposición y alguna amistad, procurad quitarlas el miedo de comenzar tan gran bien. Y por amor de Dios os pido que vuestro trato sea siempre ordenado a algún bien de quien hablareis, pues vuestra oración ha de ser para provecho de las almas. Y pues esto habéis siempre de pedir al Señor, mal parecería, hermanas, no lo procurar de todas maneras
4. Si queréis ser buen deudo, ésta es la verdadera amistad. Si buena amiga, entended que no lo podéis ser sino por este camino.
Ande la verdad en vuestros corazones, como ha de andar por la meditación, y veréis claro el amor que somos obligadas a tener a los prójimos.
No es ya tiempo, hermanas, de juego de niños, que no parece otra cosa estas amistades del mundo, aunque sean buenas; ni haya entre vosotras tal plática de «si me queréis», «no me queréis», ni con deudos ni nadie, si no fuere yendo fundadas en un gran fin y provecho de aquel ánima. Que puede acaecer, para que os escuche vuestro deudo o hermano o persona semejante una verdad y la admita, haber de disponerle con estas pláticas y muestras de amor que a la sensualidad siempre contentan; y acaecerá tener en más una buena palabra -que así la llaman- y disponer más que muchas de Dios, para que después éstas quepan. Y así, yendo con advertencia de aprovechar, no las quito. Mas si no es para esto, ningún provecho pueden traer, y podrán hacer daño sin entenderlo vosotras. Ya saben que sois religiosas y que vuestro trato es de oración. No se os ponga delante: «no quiero que me tengan por buena», porque es provecho o daño común el que en vos vieren. Y es gran mal a las que tanta obligación tienen de no hablar sino en Dios, como las monjas, les parezca bien disimulación en este caso, si no fuese alguna vez para más bien.
Este es vuestro trato y lenguaje; quien os quisiere tratar, depréndale; y si no, guardaos de deprender vosotras el suyo: será infierno.
5. Si os tuvieren por groseras, poco va en ello; si por hipócritas, menos. Ganaréis de aquí que no os vea sino quien se entendiere por esta lengua. Porque no lleva camino uno que no sabe algarabía, gustar de hablar mucho con quien no sabe otro lenguaje.
Y así, ni os cansarán ni dañarán, que no sería poco daño comenzar a hablar nueva lengua, y todo el tiempo se os iría en eso. Y no podéis saber como yo, que lo he experimentado, el gran mal que es para el alma, porque por saber la una se le olvida la otra, y es un perpetuo desasosiego, del que en todas maneras habéis de huir.
Porque lo que mucho conviene para este camino que comenzamos a tratar es paz y sosiego en el alma
6. Si las que os trataren quisieren deprender vuestra lengua, ya que no es vuestro de enseñar, podéis decir las riquezas que se ganan en deprenderla. Y de esto no os canséis, sino con piedad y amor y oración porque le aproveche, para que, entendiendo la gran ganancia, vaya a buscar maestro que le enseñe; que no sería poca merced que os hiciese el Señor despertar a algún alma para este bien.
Mas ¡qué de cosas se ofrecen en comenzando a tratar de este camino aun a quien tan mal ha andado por él como yo! Plega al Señor os lo sepa, hermanas, decir mejor que lo he hecho, amén.
Capítulo 21
Que dice lo mucho que importa comenzar con gran determinación a tener oración, y no hacer caso de los inconvenientes que el demonio pone.
1. No os espantéis, hijas, de las muchas cosas que es menester mirar para comenzar este viaje divino, que es camino real para el cielo. Gánase yendo por él gran tesoro, no es mucho que cueste mucho a nuestro parecer. Tiempo vendrá que se entienda cuán nonada es todo para tan gran precio.
2. Ahora, tornando a los que quieren ir por él y no parar hasta el fin, que es llegar a beber de esta agua de vida, cómo han de comenzar, digo que importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces acaece con decirnos: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezaba mucho, cayó», «hacen daño a la virtud», «no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menester esas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría».
3. Esto así lo digo yo, hermanas, y ¡cómo si basta! Siempre es gran bien fundar vuestra oración sobre oraciones dichas de tal boca como la del Señor. En esto tienen razón, que si no estuviese ya.nuestra flaqueza tan flaca y nuestra devoción tan tibia, no eran menester otros conciertos de oraciones, ni eran menester otros libros. Y así me ha parecido ahora (pues,) como digo, hablo con almas que no pueden recogerse en otros misterios, que les parece es menester artificio y hay algunos ingenios tan ingeniosos que nada les contenta), iré fundando por aquí unos principios y medios y fines de oración, aunque en cosas subidas no me detendré; y no os podrán quitar libros, que si sois estudiosas, y teniendo humildad, no habéis menester otra cosa.
4. Siempre yo he sido aficionada y me han recogido más las palabras de los Evangelios que libros muy concertados. En especial, si no era el autor muy aprobado, no los había gana de leer. Allegada, pues, a este Maestro de la sabiduría, quizá me enseñará alguna consideración que os contente.
No digo que diré declaración de estas oraciones divinas (que) no me atrevería y hartas hay escritas; y que no las hubiera, sería disparate), sino consideración sobre las palabras del Paternóster.
Porque algunas veces con muchos libros parece se nos pierde la devoción en lo que tanto nos va tenerla, que está claro que el mismo maestro cuando enseña una cosa toma amor con el discípulo, y gusta de que le contente lo que le enseña, y le ayuda mucho a que lo deprenda, y así hará este Maestro celestial con nosotras.
5. Por eso, ningún caso hagáis de los miedos que os pusieren ni de los peligros que os pintaren. Donosa cosa es que quiera yo ir por un camino adonde hay tantos ladrones, sin peligros, y a ganar un gran tesoro. Pues bueno anda el mundo para que os le dejen tomar en paz; sino que por un maravedí de interés se pondrán a no dormir muchas noches y a desasosegaros cuerpo y alma. Pues cuando yéndole a ganar -o a robar, como dice el Señor que le ganan los esforzados- y por camino real y por camino seguro, por el que fue nuestro Rey y por el que fueron todos sus escogidos y santos, os dicen hay tantos peligros y os ponen tantos temores, los que van, a su parecer, a ganar este bien sin camino, ¿qué son los peligros que llevarán?
6. ¡Oh hijas mías!, que muchos más sin comparación, sino que no los entienden hasta dar de ojos en el verdadero peligro, cuando no hay quien les dé la mano, y pierden del todo el agua sin beber poca ni mucha, ni de charco ni de arroyo Pues ya veis, sin gota de esta agua ¿cómo se pasará camino adonde hay tantos con quien pelear? Está claro que al mejor tiempo morirán de sed; porque, queramos que no, hijas mías, todos caminamos para esta fuente, aunque de diferentes maneras. Pues creedme vosotras y no os engañe nadie en mostraros otro camino sino el de la oración. [7] Yo no hablo ahora en que sea mental o vocal para todos; para vosotras digo que lo uno y lo otro habéis menester. Este es el oficio de los religiosos. Quien os dijere que esto es peligro, tenedle a él por el mismo peligro y huid de él. Y no se os olvide, que por ventura habéis menester este consejo. Peligro será no tener humildad y las otras virtudes; mas camino de oración camino de peligro, nunca Dios tal quiera. El demonio parece ha inventado poner estos miedos, y así ha sido mañoso a hacer caer a algunos que tenían oración, al parecer.
8. Y mirad qué ceguedad del mundo, que no miran los muchos millares que han caído en herejías y en grandes males sin tener oración, sino distracción, y entre la multitud de éstos, si el demonio, por hacer mejor su negocio, ha hecho caer a algunos que tenían oración, ha hecho poner tanto temor a algunos para las cosas de virtud. Estos que toman este amparo para librarse, se guarden; porque huyen del bien para librarse del mal. Nunca tan mala invención he visto: bien parece del demonio. ¡Oh Señor mío!, tornad por Vos; mirad que entienden al revés vuestras palabras. No permitáis semejantes flaquezas en vuestros siervos.
9. Hay un gran bien: que siempre veréis algunos que os ayuden.
Porque esto tiene el verdadero siervo de Dios, a quien Su Majestad ha dado luz del verdadero camino, que en estos temores le crece más el deseo de no parar. Entiende claro por dónde va a dar el golpe el demonio, y húrtale el cuerpo y quiébrale la cabeza. Más siente él esto, que cuantos placeres otros le hacen le contentan.
Cuando en un tiempo de alboroto, en una cizaña que ha puesto -que parece lleva a todos tras sí medio ciegos, porque es debajo de buen celo-, levanta Dios uno que los abra los ojos y diga que miren los ha puesto niebla para no ver el camino, ¡qué grandeza de Dios, que puede más a las veces un hombre solo o dos que digan verdad, que muchos juntos!; tornan poco a poco a descubrir el camino, dales Dios ánimo. Si dicen que hay peligro en la oración, procura se entienda cuán buena es la oración, si no por palabras, por obras. Si dicen que no es bien a menudo las comuniones, entonces las frecuentan más. Así que como haya uno o dos que sin.temor sigan lo mejor, luego torna el Señor poco a poco a ganar lo perdido.
10. Así que, hermanas, dejaos de estos miedos. Nunca hagáis caso en cosas semejantes de la opinión del vulgo. Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo. Procurad tener limpia conciencia y humildad, menosprecio de todas las cosas del mundo y creer firmemente lo que tiene la Madre Santa Iglesia, y a buen seguro que vais buen camino.
Dejaos -como he dicho- de temores, adonde no hay qué temer. Si alguno os los pusiere, declaradle con humildad el camino. Decid que Regla tenéis que os manda orar sin cesar -que así nos lo manda- y que la habéis de guardar. Si os dijeren que sea vocalmente, apurad si ha de estar el entendimiento y corazón en lo que decís. Si os dijeren que sí -que no podrán decir otra cosa-, veis adonde confiesan que habéis forzado de tener oración mental, y aun contemplación, si os la diere Dios allí.
Capítulo 22
En que declara qué es oración mental.
1. Sabed, hijas, que no está la falta para ser o no ser oración mental en tener cerrada la boca. Si hablando, estoy enteramente entendiendo y viendo que hablo con Dios con más advertencia que en las palabras que digo, junto está oración mental y vocal. Salvo si no os dicen que estéis hablando con Dios rezando el Paternóster y pensando en el mundo; aquí callo. Mas si habéis de estar, como es razón se esté, hablando con tan gran Señor, que es bien estéis mirando con quién habláis y quién sois vos, siquiera para hablar con crianza. Porque ¿cómo podéis llamar al rey Alteza, ni saber las ceremonias que se hacen para hablar a un grande, si no entendéis bien qué estado tiene y qué estado tenéis vos? Porque conforme a esto se ha de hacer el acatamiento, y conforme al uso, porque aun esto es menester también que sepáis. Si no, enviaros han para simple y no negociaréis cosa.
Pues ¿qué es esto, Señor mío? ¿Qué es esto, mi Emperador? ¿Cómo se puede sufrir? Rey sois, Dios mío, sin fin, que no es reino.prestado el que tenéis. Cuando en el Credo se dice «vuestro reino no tiene fin», casi siempre me es particular regalo. Aláboos, Señor, y bendígoos para siempre; en fin, vuestro reino durará para siempre. Pues nunca Vos, Señor, permitáis se tenga por bueno que quien fuere a hablar con Vos, sea sólo con la boca.
2. ¿Qué es esto, cristianos, los que decís no es menester oración mental, entendéisos? Cierto, que pienso que no os entendéis, y así queréis desatinemos todos: ni sabéis cuál es oración mental ni cómo se ha de rezar la vocal ni qué es contemplación, porque si lo supieseis no condenaríais por un cabo lo que alabáis por otro.
3. Yo he de poner siempre junta oración mental con la vocal, cuando se me acordare, porque no os espanten, hijas; que yo sé en qué caen estas cosas, que he pasado algún trabajo en este caso, y así no querría que nadie os trajese desasosegadas, que es cosa dañosa ir con miedo este camino. Importa mucho entender que vais bien, porque en diciendo a algún caminante que va errado y que ha perdido el camino, le hacen andar de un cabo a otro, y todo lo que anda buscando por dónde ha de ir se cansa y gasta el tiempo y llega más tarde.
¿Quién puede decir es mal, si comenzamos a rezar las Horas o el rosario, que comience a pensar con quién va a hablar y quién es el que habla, para ver cómo le ha de tratar? Pues yo os digo, hermanas, que si lo mucho que hay que hacer en entender estos dos puntos se hiciese bien, que primero que comencéis la oración vocal que vais a rezar, ocupéis harto tiempo en la mental. Sí, que no hemos de llegar a hablar a un príncipe con el descuido que a un labrador, o como con una pobre como nosotras, que como quiera que nos hablaren va bien.
4. Razón es que, ya que por la humildad de este Rey, si como grosera no sé hablar con él, no por eso me deja de oír ni me deja de llegar a sí ni me echan fuera sus guardas; porque saben bien los ángeles que están allí la condición de su Rey, que gusta más de estas groserías de un pastorcito humilde que ve que si más supiera más dijera, que de los muy sabios y letrados, por elegantes razonamientos que hagan, si no van con humildad. Así que no porque El sea bueno, hemos de ser nosotros descomedidos.
Siquiera para agradecerle el mal olor que sufre en consentir cabe sí una como yo, es bien que procuremos conocer su limpieza y quién es. Es verdad que se entiende luego en llegando, como con los.señores de acá, que con que nos digan quién fue su padre y los cuentos que tiene de renta y el dictado, no hay más que saber.
Porque acá no se hace cuenta de las personas para hacerlas honra, por mucho que merezcan, sino de las haciendas.
5. ¡Oh miserable mundo! Alabad mucho a Dios, hijas, que habéis dejado cosa tan ruin, adonde no hacen caso de lo que ellos en sí tienen, sino de lo que tienen sus renteros y vasallos; y si ellos faltan, luego falta de hacerle honra. Cosa donosa es ésta para que os holguéis cuando hayáis todas de tomar alguna recreación, que éste es buen pasatiempo, entender cuán ciegamente pasan su tiempo los del mundo.
6. ¡Oh Emperador nuestro, sumo poder, suma bondad, la misma sabiduría, sin principio, sin fin, sin haber término en vuestras obras, son infinitas, sin poderse comprender, un piélago sin suelo de maravillas, una hermosura que tiene en sí todas las hermosuras, la misma fortaleza! ¡Oh, válgame Dios! ¡quién tuviera aquí junta toda la elocuencia de los mortales, y sabiduría para saber bien -como acá se puede saber, que todo es no saber nada, para este caso-dar a entender alguna de las muchas cosas que podemos considerar para conocer algo de quién es este Señor y bien nuestro!
7. Sí, llegaos a pensar y entender, en llegando, con quién vais a hablar o con quién estáis hablando. En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor, que los ángeles tiemblan delante de él. Todo lo manda, todo lo puede, su querer es obrar. Pues razón será, hijas, que procuremos deleitarnos en estas grandezas que tiene nuestro Esposo y que entendamos con quién estamos casadas, qué vida hemos de tener.
¡Oh, válgame Dios!, pues acá, cuando uno se casa, primero sabe con quién, quién es y qué tiene. Nosotras, ya desposadas, antes de las bodas, que nos ha de llevar a su casa, pues acá no quitan estos pensamientos a las que están desposadas con los hombres, ¿por qué nos han de quitar que procuremos entender quién es este hombre y quién es su Padre y qué tierra es ésta adonde me ha de llevar y qué bienes son los que promete darme, qué condición tiene, cómo podré contentarle mejor, en qué le haré placer, y estudiar cómo haré mi condición que conforme con la suya? Pues si una mujer ha de ser bien casada, no le avisan otra cosa sino que procure esto, aunque sea hombre muy bajo su marido
8. Pues, Esposo mío, ¿en todo han de hacer menos caso de Vos que de los hombres? Si a ellos no les parece bien esto, dejen os vuestras esposas, que han de hacer vida con Vos. Es verdad que es buena vida. Si un esposo es tan celoso que quiere no trate con nadie su esposa, ¡linda cosa es que no piense en cómo le hará este placer y la razón que tiene de sufrirle y de no querer que trate con otro, pues en él tiene todo lo que puede querer! Esta es oración mental, hijas mías, entender estas verdades. Si queréis ir entendiendo esto y rezando vocalmente, muy enhorabuena. No me estéis hablando con Dios y pensando en otras cosas, que esto hace no entender qué cosa es oración mental. Creo va dado a entender. Plega al Señor lo sepamos obrar, amén.
Capítulo 23
Trata de lo que importa no tornar atrás quien ha comenzado camino de oración, y torna a hablar de lo mucho que va en que sea con determinación.
1. Pues digo que va muy mucho en comenzar con gran determinación, por tantas causas que sería alargarme mucho si las dijese. Solas dos o tres os quiero, hermanas, decir: La una es que no es razón que a quien tanto nos ha dado y continuo da, que una cosa que nos queremos determinar a darle, que es este cuidadito (no,) cierto, sin interés, sino con tan grandes ganancias), no se lo dar con toda determinación sino como quien presta una cosa para tornarla a tomar. Esto no me parece a mí dar, antes siempre queda con algún disgusto a quien han emprestado una cosa cuando se la tornan a tomar, en especial si la ha menester y la tenía ya como por suya, o que si son amigos y a quien la prestó debe muchas dadas sin ningún interés: con razón le parecerá poquedad y muy poco amor, que aun una cosita suya no quiere dejar en su poder, siquiera por señal de amor.
2. ¿Qué esposa hay que recibiendo muchas joyas de valor de su esposo no le dé siquiera una sortija, no por lo que vale, que ya todo es suyo, sino por prenda que será suya hasta que muera? Pues ¿qué menos merece este Señor, para que burlemos de él, dando y.tomando una nonada que le damos? Sino que este poquito de tiempo que nos determinamos de darle de cuanto gastamos en nosotros mismos y en quien no nos lo agradecerá, ya que aquel rato le queremos dar, démosle libre el pensamiento y desocupado de otras cosas, y con toda determinación de nunca jamás se le tornar a tomar, por trabajos que por ello nos vengan, ni por contradicciones ni por sequedades; sino que ya como cosa no mía tenga aquel tiempo y piense me le pueden pedir por justicia cuando del todo no se le quisiere dar.
3. Llamo «del todo», porque no se entiende que dejarlo algún día, o algunos, por ocupaciones justas o por cualquier indisposición, es tomársele ya. La intención esté firme, que no es nada delicado mi Dios: no mira en menudencias. Así tendrá qué os agradecer; es dar algo. Lo demás, bueno es a quien no es franco, sino tan apretado que no tiene corazón para dar; harto es que preste. En fin, haga algo, que todo lo toma en cuenta este Señor nuestro; a todo hace como lo queremos. Para tomarnos cuenta no es nada menudo, sino generoso; por grande que sea el alcance, tiene El en poco perdonarle. Para pagarnos es tan mirado, que no hayáis miedo que un alzar de ojos con acordarnos de El deje sin premio.
4. Otra causa es porque el demonio no tiene tanta mano para tentar. Ha gran miedo a ánimas determinadas, que tiene ya experiencia le hacen gran daño, y cuanto él ordena para dañarlas, viene en provecho suyo y de los otros y que sale él con pérdida. Y ya que no hemos nosotros de estar descuidados ni confiar en esto, porque lo habemos con gente traidora, y a los apercibidos no osan tanto acometer, porque es muy cobarde; mas si viese descuido, haría gran daño. Y si conoce a uno por mudable y que no está firme en el bien y con gran determinación de perseverar, no le dejará a sol ni a sombra. Miedos le pondrá e inconvenientes que nunca acabe. Yo lo sé esto muy bien por experiencia, y así lo he sabido decir, y digo que no sabe nadie lo mucho que importa.
5. La otra cosa es -y que hace mucho al caso- que pelea con más ánimo. Ya sabe que, venga lo que viniere, no ha de tornar atrás. Es como uno que está en una batalla, que sabe, si le vencen, no le perdonarán la vida, y que ya que no muere en la batalla ha de morir después; pelea con más determinación y quiere vender bien su vida -como dicen- y no teme tanto los golpes, porque lleva adelante lo que le importa la victoria y que le va la vida en vencer Es también necesario comenzar con seguridad de que, si no nos dejamos vencer, saldremos con la empresa; esto sin ninguna duda, que por poca ganancia que saquen, saldrán muy ricos. No hayáis miedo os deje morir de sed el Señor que nos llama a que bebamos de esta fuente. Esto queda ya dicho, y querríalo decir muchas veces, porque acobarda mucho a personas que aún no conocen del todo la bondad del Señor por experiencia, aunque le conocen por fe. Mas es gran cosa haber experimentado con la amistad y regalo que trata a los que van por este camino, y cómo casi les hace toda la costa.
6. Los que esto no han probado, no me maravillo quieran seguridad de algún interés. Pues ya sabéis que es ciento por uno, aun en esta vida, y que dice el Señor: «Pedid y daros han». Si no creéis a Su Majestad en las partes de su Evangelio que asegura esto, poco aprovecha, hermanas, que me quiebre yo la cabeza a decirlo.
Todavía digo que a quien tuviere alguna duda, que poco se pierde en probarlo; que eso tiene bueno este viaje, que se da más de lo que se pide ni acertaremos a desear. Esto es sin falta, yo lo sé. Y a las de vosotras que lo sabéis por experiencia, por la bondad de Dios, puedo presentar por testigos.
Capítulo 24
Trata cómo se ha de rezar oración vocal con perfección, y cuán junta anda con ella la mental.
1. Ahora, pues, tornemos a hablar con las almas que he dicho que no se pueden recoger ni atar los entendimientos en oración mental ni tener consideración. No nombremos aquí estas dos cosas, pues no sois para ellas, que hay muchas personas en hecho de verdad que sólo el nombre de oración mental o contemplación parece las atemoriza, [2] y porque si alguna viene a esta casa, que también, como he dicho, no van todos por un camino.
Pues lo que quiero ahora aconsejaros (y) aun puedo decir enseñaros, porque, como madre, con el oficio de priora que tengo, es lícito), cómo habéis de rezar vocalmente, porque es razón entendáis lo que decís. Y porque quien no puede pensar en Dios puede ser que oraciones largas también le cansen, tampoco me quiero entremeter en ellas, sino en las que forzado habemos de.rezar, pues somos cristianos, que es el Paternóster y Avemaría; porque no puedan decir por nosotras que hablamos y no nos entendemos, salvo si no nos parece basta irnos por la costumbre, con sólo pronunciar las palabras, que esto basta. Si basta o no, en eso no me entremeto, los letrados lo dirán. Lo que yo querría hiciésemos nosotras, hijas, es que no nos contentemos con solo eso. Porque cuando digo «credo», razón me parece será que entienda y sepa lo que creo; y cuando «Padre nuestro», amor será entender quién es este Padre nuestro y quién es el maestro que nos enseñó esta oración.
3. Si queréis decir que ya os lo sabéis y que no hay para qué se os acuerde, no tenéis razón; que mucho va de maestro a maestro, pues aun de los que acá nos enseñan es gran desgracia no nos acordar; en especial, si son santos y son maestros del alma, es imposible, si somos buenos discípulos. Pues de tal maestro como quien nos enseñó esta oración y con tanto amor y deseo que nos aprovechase, nunca Dios quiera que no nos acordemos de El muchas veces cuando decimos la oración, aunque por ser flacos no sean todas.
4. Pues cuanto a lo primero, ya sabéis que enseña Su Majestad que sea a solas; que así lo hacía El siempre que oraba, y no por su necesidad, sino por nuestro enseñamiento. Ya esto dicho se está que no se sufre hablar con Dios y con el mundo, que no es otra cosa estar rezando y escuchando por otra parte lo que están hablando, o pensar en lo que se les ofrece sin más irse a la mano; salvo si no es algunos tiempos que, o de malos humores -en especial si es persona que tiene melancolía- o flaqueza de cabeza, que aunque más lo procura no puede, o que permite Dios días de grandes tempestades en sus siervos para más bien suyo, y aunque se afligen y procuran quietarse, no pueden ni están en lo que dicen, aunque más hagan, ni asienta en nada el entendimiento, sino que parece tiene frenesí, según anda desbaratado.
5. Y en la pena que da a quien lo tiene, verá que no es a culpa suya. Y no se fatigue, que es peor, ni se canse en poner seso a quien por entonces no le tiene, que es su entendimiento, sino rece como pudiere; y aun no rece, sino como enferma procure dar alivio a su alma: entienda en otra obra de virtud.
Esto es ya para personas que traen cuidado de sí y tienen entendido no han de hablar a Dios y al mundo junto Lo que podemos hacer nosotros es procurar estar a solas, y plega a Dios que baste, como digo, para que entendamos con quién estamos y lo que nos responde el Señor a nuestras peticiones.
¿Pensáis que está callado? Aunque no le oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón.
Y bien es consideremos somos cada una de nosotras a quien enseñó esta oración y que nos la está mostrando, pues nunca el maestro está tan lejos del discípulo que sea menester dar voces, sino muy junto. Esto quiero yo entendáis vosotras os conviene para rezar bien el Paternóster: no se apartar de cabe el Maestro que os le mostró.
6. Diréis que ya esto es consideración, que no podéis ni aun queréis sino rezar vocalmente; porque también hay personas mal sufridas y amigas de no se dar pena, que como no lo tienen de costumbre, esla recoger el pensamiento al principio; y por no cansarse un poco, dicen que no pueden más ni lo saben, sino rezar vocalmente.
Tenéis razón en decir que ya es oración mental. Mas yo os digo, cierto, que no sé cómo lo aparte, si ha de ser bien rezado lo vocal y entendiendo con quién hablamos. Y aun es obligación que procuremos rezar con advertencia. Y aun plega a Dios que con estos remedios vaya bien rezado el Paternóster y no acabemos en otra cosa impertinente. Yo lo he probado algunas veces, y el mejor remedio que hallo es procurar tener el pensamiento en quien enderezó las palabras. Por eso tened paciencia y procurad hacer costumbre de cosa tan necesaria.
Capítulo 25
En que dice lo mucho que gana un alma que reza con perfección vocalmente, y cómo acaece levantarla Dios de allí a cosas sobrenaturales.
1. Y porque no penséis se saca poca ganancia de rezar vocalmente con perfección, os digo que es muy posible que estando rezando el Paternóster os ponga el Señor en contemplación perfecta, o rezando otra oración vocal; que por estas vías muestra Su Majestad que oye al que le habla, y le habla su grandeza, suspendiéndole el.entendimiento y atajándole el pensamiento, y tomándole -como dicen- la palabra de la boca, que aunque quiere no puede hablar si no es con mucha pena; [2] entiende que sin ruido de palabras le está enseñando este Maestro divino, suspendiendo las potencias, porque entonces antes dañarían que aprovecharían si obrasen.
Gozan sin entender cómo gozan. Está el alma abrasándose en amor y no entiende cómo ama. Conoce que goza de lo que ama y no sabe cómo lo goza. Bien entiende que no es gozo que alcanza el entendimiento a desearle. Abrázale la voluntad sin entender cómo.
Mas en pudiendo entender algo, ve que no es éste bien que se puede merecer con todos los trabajos que se pasasen juntos por ganarle en la tierra. Es don del Señor de ella y del cielo, que en fin da como quien es.
Esta, hijas, es contemplación perfecta.
3. Ahora entenderéis la diferencia que hay de ella a la oración mental, que es lo que queda dicho: pensar y entender qué hablamos y con quién hablamos y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor. Pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir es oración mental. No penséis es otra algarabía, ni os espante el nombre. Rezar el Paternóster y Avemaría o lo que quisiereis, es oración vocal.
Pues mirad qué mala música hará sin lo primero: aun las palabras no irán con concierto todas veces. En estas dos cosas podemos algo nosotros, con el favor de Dios; en la contemplación que ahora dije, ninguna cosa: Su Majestad es el que todo lo hace, que es obra suya sobre nuestro natural.
4. Como está dado a entender esto de contemplación muy largamente, lo mejor que yo lo supe declarar, en la relación que tengo dicho escribí para que viesen mis confesores de mi vida -que me lo mandaron-, no lo digo aquí ni hago más de tocar en ello. Las que hubiereis sido tan dichosas que el Señor os llegue a estado de contemplación, si le pudieseis haber, puntos tiene y avisos que el Señor quiso acertase a decir, que os consolarían mucho y aprovecharían, a mi parecer y al de algunos que le han visto, que le tienen para hacer caso de él; que vergüenza es deciros yo que hagáis caso del mío, y el Señor sabe la confusión con que escribo mucho de lo que escribo. ¡Bendito sea que así me sufre! Las que -como digo- tuvieren oración sobrenatural, procúrenle después de yo.muerta; las que no, no hay para qué, sino esforzarse a hacer lo que en éste va dicho, y deje al Señor, que es quien lo ha de dar y no os lo negará si no os quedáis en el camino, sino que os esforzáis hasta llegar a la fin
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