conoZe.com » bibel » Documentos » Juan Pablo II » Encíclicas de Juan Pablo II » Redemptoris missio » Capítulo VI.- Responsables y Agentes de la Pastoral Misionera

Los primeros responsables de la actividad misionera

63. Así como el Señor resucitado confirió al Colegio apostólico encabezado por Pedro el mandato de la misión universal, así esta responsabilidad incumbe al Colegio episcopal encabezado por el Sucesor de Pedro.[119] Consciente de esta responsabilidad, en los encuentros con los Obispos siento el deber de compartirla, con miras tanto a la nueva evangelización como a la misión universal. Me he puesto en marcha por los caminos del mundo «para anunciar el Evangelio, para "confirmar a los hermanos" en la, fe, para consolar a la Iglesia, para encontrar al hombre. Son viajes de fe... Son otras tantas ocasiones de catequesis itinerante, de anuncio evangélico para la prolongación, en todas las latitudes, del Evangelio y del Magisterio apostólico dilatado a las actuales esferas planetarias».[120]

Mis hermanos Obispos son directamente responsables conmigo de la evangelización del mundo, ya sea como miembros del Colegio episcopal, ya sea como pastores de las Iglesias particulares. El Concilio Vaticano II dice al respecto: «El cuidado de anunciar el Evangelio en todo el mundo pertenece al Cuerpo de los Pastores, ya que a todos ellos, en común, dio Cristo el mandato».[121] El Concilio afirma también que los Obispos «han sido consagrados no sólo para la salvación de todo el mundo».[122] Esta responsabilidad colegial tiene consecuencias prácticas. Asimismo, «el Sínodo de los Obispos, ... entre los asuntos de importancia general, había de considerar especialmente la actividad misionera, deber supremo y santísimo de la Iglesia».[123] La misma responsabilidad se refleja, en diversa medida, en las Conferencias Episcopales y en sus organismos a nivel continental, que por ello tienen que ofrecer su propia contribución a la causa misionera. [124]

Amplio es también el deber misionero de cada Obispo, como pastor de una Iglesia particular. Compete a él, «como rector y centro de la unidad en el apostolado diocesano, promover; dirigir y coordinar la actividad misionera... Procure, además, que la actividad apostólica no se limite sólo a los convertidos, sino que se destine una parte conveniente de operarios y de recursos a la evangelización de los no cristianos».[125]

64. Toda Iglesia particular debe abrirse generosamente a las necesidades de las demás. La colaboración entre las Iglesias, por medio de una reciprocidad real que las prepare a dar y a recibir, es también fuente de enriquecimiento para todas y abarca varios sectores de la vida eclesial. A este respecto, es ejemplar la declaración de los Obispos en Puebla: «Finalmente, ha llegado para América Latina la hora ... de proyectarse más allá de sus propias fronteras, ad gentes. Es verdad que nosotros mismos necesitamos misioneros. Pero debemos dar desde nuestra pobreza».[126]

Con este espíritu invito a los Obispos y a las Conferencias Episcopales a poner generosamente en práctica todo lo que ha sido previsto en las Normas directivas, que la Congregación para el Clero emanó para la colaboración entre las Iglesias particulares y, especialmente, para la mejor distribución del clero en el mundo.[127]

La misión de la Iglesia es más vasta que la «comunión entre las Iglesias»: ésta, además de la ayuda para la nueva evangelización, debe tener sobre todo una orientación con miras a la especifica índole misionera. Hago una llamada a todas las Iglesias, jóvenes y antiguas, para que compartan esta preocupación conmigo, favoreciendo el incremento de las vocaciones misioneras y tratando de superar las diversas dificultades.

Notas

[119] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 38.

[120] Discurso a los Cardenales y a los colaboradores de la Curia Romana, de la Ciudad del Vaticano y del Vicariato de Roma, 28 de junio de 1980, Insegnamenti III/1 (1980), 1887.

[121] Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 23.

[122] Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 38.

[123] Ibid., 29.

[124] Cf. ibid., 38.

[125] Ibid., 30.

[126] Documentos de la Conferenda General delEpiscopado Latinoamericano en Puebla, México, 2941 (368).

[127] Cf. Normas directivas para la colaboradón de las Iglesias particulares y especialmente para una mejor distribución del clero en el mundo, Postquam Apostoli (25 de marzo de 1980): AAS 72 (1980), 343-364.

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