» bibel » Documentos » Juan Pablo II » Encíclicas de Juan Pablo II » Redemptoris missio » Capítulo VI.- Responsables y Agentes de la Pastoral Misionera
Misioneros e Institutos «ad gentes»
65. Entre los agentes de la pastoral misionera, ocupan aún hoy, como en el pasado, un puesto de fundamental importancia aquellas personas e instituciones a las que el Decreto Ad gentes dedica el capítulo del título: «Los misioneros».[128]A este respecto, se impone ante todo, una profunda reflexión, para los misioneros mismos, que debido a los cambios de la misión pueden sentirse inclinados a no comprender ya el sentido de su vocación, a no saber ya qué espera precisamente hoy de ellos la Iglesia.
Punto de referencia son estas palabras del Concilio: «Aunque a todo discípulo de Cristo incumbe la tarea de propagar la fe según su condición, Cristo Señor, de entre los discípulos, llama siempre a los que quiere, para que lo acompañen y para enviarlos a predicar a las gentes. Por lo cual, por medio del Espíritu Santo, que distribuye los carismas según quiere para común utilidad, inspira la vocación misionera en el corazón de cada uno y suscita al mismo tiempo en la Iglesia institutos que asuman como misión propia el deber de la evangelización, que pertenece a toda la Iglesia».[129]
Se trata, pues, de una «vocación especial», que tiene como modelo la de los Apóstoles: se manifiesta en el compromiso total al servicio de la evangelización; se trata de una entrega que abarca a toda la persona y toda la vida del misionero, exigiendo de él una donación sin límites de fuerzas y de tiempo. Quienes están dotados de tal vocación, «enviados por la autoridad legítima, se dirigen por la fe y obediencia a los que están alejados de Cristo, segregados para la obra a que han sido llamados, como ministros del Evangelio».[130] Los misioneros deben meditar siempre sobre la correspondencia que requiere el don recibido por ellos y ponerse al día en lo relativo a su formación doctrinal y apostólica.
66. Los Institutos misioneros, pues, deben emplear todos los recursos necesarios, poniendo a disposición su experiencia y creatividad con fidelidad al carisma originario, para preparar adecuadamente a los candidatos y asegurar el relevo de las energías espirituales, morales y físicas de sus miembros.[131] Que éstos se sientan parte activa de la comunidad eclesial y que actúen en comunión con la misma. De hecho, «todos los Institutos religiosos han nacido por la Iglesia y para ella; obligación de los mismos es enriquecerla con sus propias características en conformidad con su espíritu peculiar y su misión específica» y los mismos Obispos son custodios de esta fidelidad al carisma originarlo.[132]
Los Institutos misioneros generalmente han nacido en las Iglesias de antigua cristiandad e históricamente han sido instrumentos de la Congregación de Propaganda Fide para la difusión de la fe y la fundación de nuevas Iglesias. Ellos acogen hoy de manera creciente candidatos provenientes de las jóvenes Iglesias que han fundado, mientras nuevos Institutos han surgido precisamente en los países que antes recibían solamente misioneros y que hoy los envían. Es de alabar esta doble tendencia que demuestra la validez y la actualidad de la vocación misionera específica de estos Institutos, que todavía «continúan siendo muy necesarios»,[133] no sólo para la actividad misionera ad gentes, como es su tradición, sino también para la animación misionera tanto en las Iglesias de antigua cristiandad, como en las más jóvenes.
La vocación especial de los misioneros ad vitam conserva toda su validez: representa el paradigma del compromiso misionero de la Iglesia, que siempre necesita donaciones radicales y totales, impulsos nuevos y valientes Que los misioneros y misioneras, que han con sagrado toda la vida para dar testimonio del Resucitado entre las gentes, no se dejen atemorizar por dudas, incomprensiones, rechazos, persecuciones. Aviven la gracia de su carisma especifico y emprendan de nuevo con valentía su camino, prefiriendo —con espíritu de fe obediencia y comunión con los propios Pastores— los lugares más humildes y difíciles.
Notas
[128] Cf. Decr. Ad gentes, sobre la acuvidad misionera de la Iglesia, 23-27.
[129] Ibid., 23.
[130] Ibid.
[131] Cf. ibid., 23. 27.
[132] Cf. S. Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares y S. Congregación para los Obispos, Criterios para la relación entre los Obispos y los Religiosos en la Iglesia, Mutuae relationes (14 de mayo de 1978), 14 b: AAS 70 (1978), 482; cf. 28: l.c., 490.
[133] Conc . Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 27.
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