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Pitagóricos

Pitagóricos

Características y épocas.

Los pitagóricos son el conjunto de pensadores que formaron parte de la Escuela creada por Pitágoras en el siglo VI a. C. El pitagorismo se extendió, después, hasta el final del mundo antiguo; en realidad puede afirmarse que ha continuado a lo largo de toda la historia del pensamiento humano, no sólo en el campo estrictamente filosófico, sino penetrando en otros, p. ej., en la Cábala . Un movimiento ideológico de tal amplitud histórica tuvo que experimentar profundas transformaciones; de ahí que sea difícil señalar una línea de pensamiento común a todos los pitagóricos No obstante, pueden señalarse como puntos en los que estarían de acuerdo, los siguientes:

  1. Veneración por el maestro, que les llevó a transformarle en un taumaturgo e incluso a divinizarle, caso de Apolonio en su Vida de Pitágoras.
  2. Misticismo numérico; el número, para los pitagóricos, no es, al menos de un modo exclusivo, un ente ideal matemático, sino que goza de un profundo sentido simbólico-ontológico; la realidad se captaría en toda su plenitud mediante la lectura fiel del simbolismo encerrado en los números.
  3. Teologismo; los pitagóricos no son únicamente pensadores o filósofos; es más, su pensamiento o doctrina es para ellos un medio para conseguir una concepción religiosa del Universo; de ahí la íntima conexión del pitagorismo primitivo con la religión órfica y de los ulteriores neopitagóricos con el sincretismo religioso imperante en el mundo romano.

El movimiento pitagórico podría representarse mediante una línea sinusoidal, continua, pero con crestas y depresiones. Una vez creado por Pitágoras, influye sin interrupción en el pensamiento antiguo, de forma que muchos filósofos, no considerados como pitagóricos, caso de Platón, toman en gran parte doctrinas del pitagorismo. Ateniéndonos a las crestas, a los momentos de esplendor, señalaremos las siguientes fases:

  1. Pitagóricos antiguos, en el siglo VI a. C.: Pitágoras, Petrón e Hipaso.
  2. Pitagóricos de los siglos IV-V a. C.: Arquipo, Lisis, Alcmeón, Filolao, Arquitas, Clinias, Simmias, Cebes, Timeo.
  3. Neopitagóricos, que se inician en el siglo I a. C. con Nigidio Fígulo y continúan durante los siglos I y II d. C. con Apolonio, Moderato, Nicómaco, Numenio y los llamados escritos herméticos. Aún podría señalarse un renacer del pitagorismo, en el s. III d. C. con Jámblico y sus discípulos; pero tanto aquél como éstos se incluyen tradicionalmente dentro del neoplatonismo .

El pitagorismo ha aportado al pensamiento humano, lo que es un valor innegable, la idea de que la Naturaleza puede ser expresada en términos matemáticos. Igualmente representó un movimiento filosófico-religioso de gran influencia en el mundo antiguo. Pero el misticismo numérico les apartó de un camino que pudo ser muy fecundo. Por otra parte, en los neopitagóricos, y por causa de su sincretismo, se llegó a una total carencia de sistematización y a teorías que se pueden considerar como auténticas aberraciones filosóficas.

Pitagorismo antiguo del siglo VI.

Los pitagóricos de esta época, de escasa importancia, con la natural excepción de Pitágoras, se caracterizan por su mayor fidelidad al pensamiento del maestro. En ellos aparece el pitagorismo con una pureza que posteriormente perdió.

Petrón: n. en Himera, ciudad de Sicilia; su vida transcurre probablemente durante el s. vi, aunque también se le ha situado en el v. Preocupado por los problemas cosmológicos, admitía la existencia de 183 mundos, situados en forma de triángulo equilátero (Diels, Frag. Vors., 16).

Hipaso: n. en Metaponto; vivió en el s. VI y parte del v. Experimentó sobre los sonidos percutiendo en recipientes con líquidos a diversa altura. Según la tradición, expulsado de la Escuela pitagórica por haber revelado la teoría de las cantidades inconmensurables, recibió el nombre de Apóstata (Diels, Frag. Vors., 18).

Pitagorismo de los siglos V-IV.

Es el momento de máximo esplendor de la Escuela. El pensamiento pitagórico se sistematiza y perfecciona gracias a Alcmeón, Filolao y Arquitas.

Arquipo: n. en Tarento, en el Sur de Italia. Uno de los pocos pitagóricos que escaparon a la persecución sufrida en Crotona. Parece que se interesó por la interpretación simbólica de los números.

Lisis de Tarento, también eludió la matanza de Crotona. Enseñó en Tebas, teniendo como discípulo a Epaminondas. Fue maestro de Filolao. Se le atribuye un tratado Perí cósmou (Sobre el mundo), aunque otros consideran autor del mismo a Pitágoras. En la controversia tenida entre los pitagóricos sobre cuál debía ser el número representativo de la Divinidad, Lisis sostenía que el número divino era inefable (cfr. Diógenes Laercio, VIII,7).

Alcmeón de Crotona; se le atribuye un tratado Perí fyseos (Sobre la naturaleza). Más que como filósofo, destacó como médico. Situó en el cerebro el centro de la vida cognoscitiva humana; las numerosas disecciones de animales le llevaron a descubrir el nervio óptico; estudió los diversos órganos sensoriales. La salud se da cuando hay isonomía, armonía entre todos los órganos y sus funciones; cuando ésta se perturba, surge la enfermedad (Diels, Frag. Vors., 24).

Filolao de Crotona; estuvo en Tebas, regresando a Italia. Discípulo de Pitágoras y de Lisis, fue maestro de Arquitas, Simmias y Cebes. Escribió un tratado Perí fyseos. Sistematizó algunos de los temas fundamentales del pitagorismo: el número como esencia de la realidad; la teoría de la armonía, a la que Filolao considera como la unidad en la pluralidad; la doctrina de las oposiciones, analizando diversos tipos de opuestos, especialmente lo par y lo impar. Parece ser creación suya la tesis de que las cosas naturales están integradas por cinco elementos: aire, tierra, agua, fuego y éter. Estudió los poliedros regulares, considerándolos como figuras geométricas perfectas. Exaltó el valor de la Tetractys como número perfecto . Sostuvo que el conocimiento tiene su sede en el cerebro, la sensibilidad en el corazón, la vida vegetativa en el vientre y la actividad reproductora en los órganos genitales. Defendió la transmigración de las almas (Diels, Frag. Vors., 44).

Arquitas de Tarento; n. en el límite de los s. v-¡v, transcurriendo su vida en la primera mitad del IV. Político insigne, gobernó su ciudad natal; amigo de Platón. Con él alcanzó el pitagorismo uno de sus momentos de mayor esplendor. Se consagró al estudio de las matemáticas, de la mecánica y del análisis numérico de la teoría musical (Diels, Frag. Vors., 47).

Climas de Tarento; vivió en la primera mitad del s. IV. Mantuvo las tesis generales del pitagorismo sin aportar nada interesante.

Simmias de Tebas; vivió en la segunda mitad del s. V; de él se sabe poco. La fuente más interesante es Platón, que en él Fedón lo presenta como discípulo de Filolao, interviniendo con Cebes y Sócrates en la controversia sobre el alma. Simmias sostiene que el alma es la armonía de los contrarios, una síntesis armónica de los elementos corpóreos, al modo como la musicalidad nace de la armonía entre las diversas cuerdas de la lira.

Cebes: contemporáneo de Simmias; n. en Tebas; discípulo de Filolao. Platón lo presenta con el Fedón como codefensor con Simmias de la tesis sobre el alma como armonía de los contrarios.

Timeo de Locres; poco se sabe de él, habiéndose llegado a dudar de su existencia, considerándole como un pseudónimo de Arquitas. Es el personaje más importante del diálogo platónico que lleva su nombre. Se le atribuye una obra, escrita en dialecto dórico, titulada Perí psychás cósmo caí fyseos (Sobre el alma del Universo y la naturaleza).

Neopitagorismo.

Se conoce con este nombre al movimiento filosófico, renovador de las doctrinas pitagóricas, que surge en el s. I a. C. y se continúa hasta el II d. C. La Escuela Pitagórica, en plena decadencia desde la segunda mitad del s. IV a. C., experimenta un renacimiento iniciado especialmente en Alejandría. Allí aparecen un conjunto de escritos, atribuidos a los antiguos pitagóricos, entre los que destacan los famosos Versos áureos y las Cartas, que habrían sido escritos por el propio Pitágoras. Las características principales del neopitagorismo son las siguientes:

  1. exaltación del maestro, hasta hacer de Pitágoras un ser casi divino;
  2. sincretismo filosófico; junto con las doctrinas estrictamente pitagóricos, aparecen teorías de corte platónico, aristotélico y estoico;
  3. sincretismo religioso, introduciendo en su filosofía numerosas tesis tomadas de las diversas religiones, en especial de la egipcia y de otras nacidas en el cercano Oriente.

Publio Nigidio Fígulo: es considerado como el primer pensador, cronológicamente hablando, entre los neopitagóricos. Vivió durante el s. I a. C., muriendo ca. el 45. Intervino en la guerra civil al lado de Pompeyo. Se le atribuye un tratado De dis (Sobre los dioses), en el que combina lo pitagórico, lo estoico y lo astrológico; otro titulado de De hominum natura (Sobre la naturaleza humana), en el que sincretiza elementos pitagóricos con otros platónicos y estoicos.

Apolonio: n. en Tiana, Capadocia, entre el 30-40 d. C. y m. a finales del s. i; es un personaje curioso, de más interés en una historia de las religiones que de la filosofía. Se le atribuye una Vida de Pitágoras en la que se habrían inspirado las escritas por Porfirio y iámblico . En su tratado Perí thysión (Sobre los sacrificios) habría defendido una especie de monoteísmo, con un dios supremo, Helios, y diversos dioses secundarios (cfr. Eusebio, Praep. evang., IV,13). Filóstrato de Lemnos (s. II-III d. C.) dejó un relato sobre la vida de Apolonio por encargo de la mujer del emperador Septimio Severo; en él aparece como un ser dotado de poderes divinos, realizador de milagros. Diversos autores paganos, entre ellos Porfirio, contrapusieron la figura de Apolonio a la de Cristo.

Moderato: n. en Gades (Cádiz) y vivió durante el s. I d. C. Su obra principal son las Pythagoricaí scholaí (Lecciones pitagóricas), en las que une elementos pitagóricos y platónicos. Establece una escala jerárquica en lo real. En la cúspide está el primer Uno, que trasciende de las esencias; siguen el segundo Uno, que es el mundo inteligible, y el tercer Uno, el alma del mundo sensible. Al final está la Díada, la materia, que es organizada de acuerdo con el mundo de las Ideas. Puede verse un claro precedente del neoplatonismo.

Nicómaco: n. en Gerasa (Arabia) y vivió durante el s. II d. C. Escribió una Arithmetiké eisagogé (Introducción aritmética) y una Arithmetiká theologoúmena (Teología aritmética). Su interés por la Aritmética le llevó.a tratar a esta ciencia como autónoma, con separación de la Geometría, frente a lo que se había hecho hasta entonces. Veía en los números un exacto reflejo de la realidad. El orden numérico se corresponde con el ontológico, por ello, así como la mónada, la unidad, es el origen de los números, así también el uno, la Divinidad, es la fuente de todas las cosas. Asimiló los números a las Ideas divinas, arquetipos de las cosas.

Numenio: n. en Apamea (Siria) y vivió durante el s. II d. C. Sus obras más interesantes son Perí agathoú (Sobre el bien) y otra en la que intenta mostrar a Platón como un predecesor del neopitagorismo (Sobre las doctrinas secretas en Platón). En Numenio hay claros atisbos neoplatónicos, de forma que se le puede considerar como un puente entre neopitagóricos y neoplatónicos. Distingue entre tres dioses: el primer dios, identificado con el Bien y la Inteligencia sumos; el segundo dios, en el que están ubicadas las ideas y conforme a las cuales da origen al mundo (se trata de Demiurgo platónico); el tercer dios, el mundo creado. Por último está la Díada, la materia, sometida a la actividad del Demiurgo o segundo dios.

Hermetismo: es la doctrina atribuida a Hermes Trimegisto (Hermes el tres veces muy grande). Entre los griegos Hermes estaba ligado a la palabra y al pensamiento, siendo posteriormente identificado con el dios egipcio Thot. En los s. II-III d. C. aparecen un conjunto de escritos considerados como obra de Hermes, que reflejan un claro sincretismo en el que se combinan elementos pitagóricos, platónicos estoicos y de las religiones orientales. Estos libros, llamados escritos herméticos, forman un Corpus hermetismm, con 17 tratados, traducidos por Marsilio Ficino con el título de Poimandres (Pastor de hombres) -título que sólo corresponde al primer tratado- y por el diálogo Asclepius, que es la versión latina del denominado Lógos téleios (Discurso perfecto). Gran afinidad con los escritos herméticos guardan los Oráculos caldeos, de gran influencia gnóstica . La esencia del hermetismo radica en una jerarquización de los seres; en la cima el primer dios, que crea un segundo dios; el tercer escalón es el hombre; por último, la materia, principio del mal. El hombre debe liberarse de la materia mediante la gnosis o conocimiento perfecto, que le acerca y le asemeja a la Divinidad .

Bibliografía

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