conoZe.com » Historia de la Iglesia » Historia de la Iglesia » III.- Edad Moderna: La Iglesia frente a la Cultura Autónoma » Primera época.- Fidelidad a la Revelacion Desde 1450 Hasta la Ilustracion » Periodo tercero.- El Siglo de la Iglesia Galicana. Apogeo y Decadencia » §95.- VIsion General

II.- El Imperio y las Potencias Politicas

La existencia de un movimiento de Contrarreforma desde mediados del siglo XVI no significó en modo alguno que la Reforma dejara de hacer notables progresos. Aparte del crecimiento de la Reforma en Francia y Polonia, revistió especial importancia el progreso del protestantismo en el sudeste del Imperio (Austria, Bohemia, Silesia). Con esto tuvo relación el desencadenamiento de la Guerra de los Treinta Años, que llegó a convertirse en un gran problema para toda Europa y en una catástrofe para Alemania. En esta conflagración la curia estuvo muy lejos de adoptar una postura inequívocamente favorable a las fuerzas católicas de Alemania.

1. El emperador Matías (1612-1619) se esforzó siempre por adoptar un papel mediador en la lucha eclesiástica, pero apoyó la Contrareforma. Su principal consejero fue el cardenal Klesl. En 1618 se sublevaron los estamentos protestantes de Bohemia por supuesta vulneración de una cédula de libertad concedida por el hermano y predecesor de Matías, Rodolfo II, que contenía ventajas para ellos.

2. Fernando II (1619-1637), de Estiria, fue odiado por los protestantes por la violenta re-catolización de su país. Y no fue reconocido en Bohemia.

a) Los intentos de reprimir violentamente el protestantismo en Austria y Bohemia condujeron a la Guerra de los Treinta Años. Es verdad que esta manera de proceder acusó en algunos aspectos una enorme falta de visión y una actitud nada cristiana (egoísta). Pero también hemos de tener en cuenta que, según el derecho vigente en el imperio, estos intentos fueron del todo correctos y estuvieron motivados por una seria intención religiosa. Pero de todos modos padecieron la tragedia general de la Reforma, que por lógica interna había llegado a convertirse en una revolución política y social en la que las cuestiones de conciencia y de patrimonio andaban inseparablemente mezcladas.

b) Desarrollo de los acontecimientos: clausura y posterior demolición de las iglesias protestantes de Bohemia; rebelión de Praga en 1618 y defenestración. Elección del príncipe calvinista del Palatinado, Federico V («Winterkönig»); anexión de los territorios limítrofes de Bohemia. Resultado: la Guerra de los Treinta Años, con sus cuatro períodos.

1) Primer período: Guerra de Bohemia y el Palatinado. La situación del emperador se tornó desesperada. Le salvó la ayuda de España, de la Liga católica y de la Sajonia luterana («¡antes papista que calvinista!»). Victoria de Monte Blanco en 1620. Represión del protestantismo de Bohemia (juicios sangrientos en Praga), en los territorios limítrofes y en el Palatinado.

2) Segundo período: Los daneses tomaron el mando de los ejércitos protestantes: victorias de Tilly y Wallenstein. La insensatez del Edicto de Restitución (1629)[2] trajo consigo un cambio de situación y el triunfo de los protestantes; también sembró la desconfianza en Suecia y Francia e interrumpió la evolución favorable a los católicos; una de las grandes ocasiones perdidas de sacar provecho empleando la moderación.

Por el Edicto de Restitución fueron restituidas por la fuerza, en un año y medio, siete diócesis, dos abadías directamente dependientes del imperio y una gran cantidad de parroquias, iglesias y monasterios.

Por otra parte, la ceguera de la liga católica tuvo consecuencias igualmente funestas. También por presiones de Richelieu, la liga obligó al emperador a despedir a Wallenstein y su ejército, precisamente cuando Gustavo Adolfo llegaba a Usedom (véase tercer período). Wallenstein, llamado nuevamente, no consiguió un triunfo definitivo. Batalla no decisiva en Lützen (1632). Victoria del emperador en 1634. Pero en 1635 se firmó la paz separada de Praga: suspensión del Edicto de Restitución.

3) Tercer período: Comenzó con la intervención de Gustavo Adolfo en 1630. La guerra se extendió por toda Europa.

El acuerdo alcanzado entre el emperador y los príncipes alemanes tras la muerte de Wallenstein supuso la renuncia práctica a la recatolización de Alemania[3]. La muerte de Gustavo Adolfo y el mencionado acuerdo pusieron término a este período de la guerra y a su carácter originariamente religioso.

4) Cuarto período: De 1635 a 1648. Este período, el más terrible de los cuatro, tuvo un carácter puramente político, si bien su iniciación se debió también a la tensa relación de las confesiones en el Imperio. Esta vez Francia intervino abiertamente. La guerra acarreó la total devastación del territorio alemán y condujo a la ruina moral, eclesiástica, religiosa y económica del Imperio.

5) Por fin, la «Paz de Westfalia», garantizada por Francia y Suecia (para la historia de la Iglesia fueron decisivos los acuerdos de Osnabrück), determinó la vuelta a la situación eclesiástica de 1618, con la excepción del alto Palatinado, que con su dignidad electoral quedó anexionado a Baviera. Para el Palatinado renano se creó una octava jurisdicción. Brandenburgo y Mecklemburgo fueron indemnizados por sus pérdidas ante Suecia con territorios eclesiásticos. Los obispos de Metz, Toul y Verdún quedaron en poder de Francia. La Paz de Augsburgo de 1555 se aplicó también a los calvinistas.

Siguió vigente (con algunas reservas) el ius reformationis. En las dietas imperiales los asuntos religiosos debían ser tratados por libre negociación (no por votación) entre el corpus catholicum y el corpus evangelicum.

Presupuesto evidente de la Paz de Wesfalia fue la validez exclusiva de la confesión cristiana. En modo alguno se proclamó una tolerancia general, ni eclesiástica ni religiosa.

3. En 1683, gran número de príncipes cristianos acudió a salvar a Viena, sitiada por los turcos. En 1684, con la cooperación del papa Inocencio XI, surgió la «Santa Liga» para luchar contra la Media Luna. En 1697 comenzó la liberación de Hungría y de Transilvania por obra del príncipe Eugenio. El avance hacia el Este continuó y los alemanes se asentaron en estos territorios.

Notas

[2] Este edicto preveía la recatolización de todos los territorios que desde el Tratado de Passau (1552), y en contra de sus resoluciones, se habían hecho católicos (por ejemplo, la diócesis y ciudad de Magdeburgo).

[3] Richelieu había asignado al canciller Oxenstjerna las diócesis de Maguncia y Worms, a favor de Suecia, y además prometido que permitiría, por ejemplo, que territorios de Bohemia, católicos en su totalidad, quedasen bajo dominio protestante.

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