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Capítulo V.- «Seréis mis Testigos» en África
Testimonio y santidad
86. Los desafíos señalados muestran lo oportuna que ha sido la Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos: la tarea de la Iglesia en el continente es inmensa; para afrontarla es necesaria la colaboración de todos. El testimonio constituye su elemento central. Cristo interpela a sus discípulos en África y les confía el mandato que dio a los apóstoloes el día de la Ascensión: «Seréis mis testigos» (Hch 1, 8) en África.
87. El anuncio de la Buena Nueva con la palabra y las obras abre el corazón de las personas al deseo de la santidad, de la configuración con Cristo. San Pablo, en la primera Carta a los Corintios, se dirige «a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro» (1, 2). La predicación del Evangelio tiene también como objetivo la construcción de la Iglesia de Dios, en la perspectiva de la llegada del Reino, que Cristo entregará al Padre al final de los tiempos (cf. 1 Cor 15, 24).
«La entrada en el Reino de Dios pide un cambio de mentalidad (metanoia) y de comportamiento, y un testimonio de vida en palabras y obras, alimentado dentro de la Iglesia por la participación en los sacramentos, particularmente en la Eucaristía, sacramento de salvación».167
La inculturación es un camino para la santidad, pues mediante aquélla la fe penetra en la vida de las personas y de sus comunidades originarias. Así como en la Encarnación Cristo asumió la naturaleza humana, excepto en el pecado, así de manera análoga mediante la inculturación el mensaje cristiano asimila los valores de la sociedad a la que se anuncia, descartando lo que está marcado por el pecado. En la medida en que una comunidad eclesial es capaz de integrar los valores positivos de una determinada cultura, se hace instrumento de su apertura a las dimensiones de la santidad cristiana. Una inculturación de la fe realizada con sabiduría purifica y eleva las culturas de los diversos pueblos.
Un papel importante, desde este punto de vista, corresponde a la liturgia. Como modo eficaz de proclamar y vivir los misterios de la salvación, puede contribuir válidamente a elevar y enriquecer las manifestaciones específicas de la cultura de un determinado pueblo. Será, pues, tarea de la autoridad competente cuidar la inculturación, según modelos de reconocido carácter artístico, de los elementos litúrgicos que, a la luz de las normas vigentes, pueden ser modificados.168
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