André Maurois

André Maurois es el seudónimo artístico de Emile Herzog. Escritor francés, cultivó como pocos el difícil arte de la biografía. Una de sus notas características, es que siempre escribió acerca de personajes que él admiró, por distintas cualidades. Su maestro fue el renombrado y conocido filósofo Alain, que lo convenció a inclinarse por la literatura cuando debatía internamente si seguir con el negocio textil del padre o dedicarse a las letras.

Miembro de la Academia Francesa de Letras, murió en París a los 82 años, en 1967. Su vida estuvo repleta de aventuras, entre ellas, la dolorosa experiencia de vivir en carne propia las dos Guerras Mundiales: en la Primera, sirvió como intérprete del Estado Mayor Británico, que luego le permitió escribir, analizar y conocer muchos aspectos de la cultura inglesa. Hasta escribió, con el tiempo, una brillante Historia de Inglaterra. En la Segunda Guerra, en cambio, estuvo del lado de Francia, y luchó por la libertad de su patria cuando los nazis se hicieron con el gobierno de Vichy. Aquí, en este período de su vida, comenzará un largo exilio en los Estados Unidos.

La pluma de Maurois tiene algo fantástico, que es la facilidad con la que escribe acerca del paso del tiempo. En sus novelas, en sus biografías, en sus escritos en general, el lector siempre podrá apreciar que no abruma ni con fechas ni con datos. Simplemente, es la cana gris que le cambia su lugar al cabello lozano; el bastón que ayuda a las piernas débiles que sepultaron su juventud. A medida que se avanza en el relato, el tiempo pasa sin darnos cuenta, casi como en la vida real. Y solo los buenos autores son capaces de lograr este efecto. La lectura fluye, no se estanca en nimiedades, ni en estilos rebuscados. Habla y escribe con gran sabiduría matizada de humildad.

Caballero, esmerado cuidador de la apariencia física y espiritual, dijo en sus escritos que «ser sincero no es decir todo lo que se piensa, sino no decir nunca lo contrario de lo que se piensa». Maurois tiene páginas llenas de sentido común, que aún llamándose común no es precisamente lo que más abunda. A pesar de llevar una vida difícil, sobre todo sufrida, dijo en una oportunidad: «si no quieres ser desgraciado, trata a las catástrofes como a molestias, pero de ninguna manera a las molestias como catástrofes». Psicología de un hombre que huyó del victimismo, pese a que tuvo suficiente materia prima como para convertirse en un quejoso errante.

Hay, en una de sus cientos de hojas escritas, una frase hermosa acerca del matrimonio, que dice así: «un matrimonio feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta». Enamorado de su mujer y de su familia, a las que retrato con inmenso cariño en sus Memorias.

Mientras otras gentes buscan la solución a sus vidas en la lotería o en la improvisación, Maurois es un ferviente trabajador y esmerado intelectual: «el horizonte es negro, la tempestad amenaza; trabajemos. Este es el único remedio para el mal del siglo».

Recomendamos de André Maurois:

1. Vida de Disraelí: Benjamín Disraelí fue un reconocido Primer Ministro inglés durante buena parte del reinado del la Reina Victoria, con quien el primer ministro estableció una profunda y verdadera amistad. Esta biografía es un exhaustivo y novelado análisis psicológico que gira en torno a esta relación, y a través de ella, pinta los pormenores políticos, económicos y sociales de la época. Un libro para no perderse.
2. El profesor de matrimonios. En este caso, es una obra de teatro. Un profesor que imparte divertidas lecciones acerca del arte del buen matrimonio, con consejos que, llenos de inocencia, buscan la ansiada armonía entre los cónyuges. Un libro muy difícil de conseguir, pero que es una joya literaria.
3. Historia de los Estados Unidos: Un estudio histórico impecable, desde la colonización de los ingleses hasta fines de la década del 50 del siglo pasado. Junto a esta obra, Maurois escribió otras dos historias más, la de Francia, su país natal y la de Inglaterra. Lo interesante de esta obra es que no se trata de un análisis seco y pesado, sino que guarda un estilo más bien novelado, con innumerables anécdotas y datos de color.

Por Mariano Martín Castagneto