conoZe.com » bibel » Otros » Julián Marías » Breve tratado de la ilusión

I.- Un secreto de la lengua española

La palabra ilusión, que aparece en todas las lenguas románicas y en algunas con un elemento románico, como el inglés, se deriva directamente del latín illusio, sustantivo procedente del verbo illudere, cuya forma simple es ludere, derivado a su vez del nombre ludus. Ludus quiere decir 'juego', más bien de hecho o acción, a diferencia de iocus, juego verbal, aunque esta distinción se va borrando pronto. Illudere es jugar, divertirse con algo, pero su sentido fuerte es bromear, burlarse, ridiculizar; a veces, estropear o destruir. Illusio es burla, escarnio (en retórica, a veces ironía, equivalente de la eironeía griega); en la Vulgata adquiere un sentido que va a predominar después y ser decisivo: engaño; así, en el Salmo 37, 8: Quoniam lumbi mei impleti sunt illusionibus; y en Isaías, 66, 4: Unde et ego eligam illusiones eorum, et quae timebant adducam eis. (Por cierto, la última edición vaticana de la Vulgata, 1979, donde el Salmo 37 -38 en la nueva numeración- decía illusionibus, dice ardoribus; y en el texto de Isaías illusiones se sustituye por malam sortem, sin duda por una aproximación mayor al original hebreo, que reflejan también las versiones recientes a lenguas modernas. )

En las lenguas románicas, ilusión es voz relativamente reciente. En el Universal vocabulario en latín y en romance de Alfonso de Palencia (Sevilla 1490) no aparece la palabra illusio, pero sí el verbo ludere, que se traduce «saltar jugando: y engañar: y escarneçer». En el Diccionario de Nebrija no aparece 'ilusión' como palabra romance, y ni siquiera como traducción de illusio;illudo es «escarnecer, y burlar»; illusio, «aquella obra de escarnecer».

Ilusión aparece, en cambio, definida en el Tesoro de la Lengua Castellana o Española, de Sebastián de Covarrubias (Madrid 1611), y con considerable amplitud: «Vale tanto como burla, del verbo latino illudo, dis, derideo, ludibrio habeo; quando nos representan una cosa en apariencia diferente de lo que es, o por causas secretas de naturaleza, aplicando activa passivis, o por alteración del medio o del órgano del sentido, o por vehemente aprehensión de cosa imaginada, que parece tenerla presente. El demonio es gran maestro de ilusiones, por su gran sutileza y agilidad, junto con su malicia, y con ellas ha tentado a muchos santos, los quales le han vencido con la gracia de Dios y le han embiado corrido y acovardado, como San Antonio, San Benito y otros muchos santos. »

En el tomo IV del Diccionario de Autoridades (1734) se trata ampliamente de la voz 'ilusión', con documentación muy interesante. En una primera acepción, «Engaño, falsa imaginación u aprehensión errada de las cosas. Es del Latino Illusio, que significa lo mismo». Y se aducen varias autoridades: Nieremberg: «La oración sin mortificación, o es ilusión, o no será ilusión. » Solís: «Serán ilusiones de algún encantamento, semejantes a los engaños de la vista. » Pero hay una segunda acepción: «Se toma también por falsa o engañosa aparición: como las que suele hacer el Demonio, transformado en Ángel de luz, y de otro modo. » Y las autoridades: G. Gracián: «Ilusión es un engaño que hace el Demonio, transfigurado en Ángel de luz, con apariencia de espíritu y santidad. » El Diccionario da como equivalente latino Inane spectrum. Y añade una autoridad más literaria, de Calderón en su auto Sueños hay que verdades son:

En cuyo pasmo el sentido
absorto, atender procura,
por si ilusión que se ve,
es ilusión que se escucha.

Finalmente, una tercera acepción: «En términos Rhetóricos. Especie de ironía viva y picante, con que se hace zumba de alguna cosa. Lat. Illusio. »

No se contenta el Diccionario de Autoridades con la voz 'ilusión', y añade las palabras derivadas 'ilusivo, 'iluso', 'ilusor', 'ilusorio'. Todas ellas con los significados negativos de engaño o burla. Así, 'ilusivo': «Falso, engañoso, phantástico y aparente. » Y un ejemplo de Villamediana:

Que nunca bien ilusivo
engaña mal verdadero.

'Iluso': «Rigurosamente quiere decir engañado, o burlado; pero en nuestro Castellano se toma casi siempre, y se aplica al que está engañado y falsamente persuadido del Demonio, en materias de aparente virtud. » 'Ilusor': «El que engaña, o se burla de otro. Es voz puramente Latina. » 'Ilusorio': «Lo que es capaz de engañar. En lo forense significa nulo, revocado, y sin ningún valor ni efecto: como Causa ilusoria, juicio ilusorio. » Y siempre las correspondientes autoridades.

No cabe mayor negatividad: burla, escarnecimiento, engaño, especialmente diabólico; con este matiz se emplea frecuentísimamente en la literatura ascética y mística del Siglo de Oro.

Ese sentido negativo se encuentra igualmente en otras lenguas. El Dictionnaire de l'Académie Françoise (Nismes 1789) trata ampliamente esa palabra y algún derivado. La idea de engaño, espontáneo o provocado, domina; no falta la referencia a los engaños del Demonio, o de la magia; también «pensamientos e imaginaciones quiméricas»; finalmente, «ciertos sueños o fantasmas agradables o desagradables que halagan o turban la imaginación». Lo mismo en italiano, en inglés (véase el minucioso artículo en el Webster International): engaño, ilusión, óptica, por ejemplo; en caso extremo, alucinación. Esta es la significación, antigua o actual, de la palabra ilusión en todas las lenguas que conozco.

Con una excepción: en español, desde un momento que será menester precisar, aparece un sentido completamente distinto, positivo, valioso, que alcanza la más alta estimación. Es el que tiene en expresiones como «tener ilusión» por algo o por alguien; hacer una cosa «con ilusión»; una cosa es «hacerse ilusiones» y otra bien distinta «estar lleno de ilusión». No es lo mismo «ilusorio» que «ilusionante»; en nada se parece «ser un iluso» a «estar ilusionado».

¿Cómo se pasa de una interpretación de la ilusión a la otra? ¿Cuándo? ¿Qué significa este cambio, cómo influye en la visión de la realidad? ¿Qué consecuencias tiene para la vida española -y de los demás pueblos que hablan la misma lengua- ese tránsito semántico tan extraño y original? ¿A qué responde ese secreto tan desconocido, siempre pasado por alto, de la lengua española? Porque lo interesante es, sin duda, ese sentido positivo: esa es la ilusión por la cual vale la pena preguntarse.

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