conoZe.com » Historia de la Iglesia » Historia de la Iglesia » II.- Edad Media: El Periodo Romano-Germánico » Primera época.- Fundamentos de la Edad Media Epoca de los Merovingios » §39.- Alianza del Papado con los Francos. el Estado de la Iglesia. Ruptura con Bizancio » Período segundo.- El Siglo XIII, Apogeo de la Edad Media. Grandeza y Limites de la Teocracia Pontificia

§59.- Apogeo de la Escolastica

1. Posibilidad, necesidad, realidad, utilidad y peligros de la teología constituyen uno de los grandes -fatídicos- temas de la historia de la Iglesia en general y de la Iglesia occidental en particular. Ya en la Sagrada Escritura las cuestiones resumidas en los susodichos términos aparecen como un factor decisivo para la predicación cristiana, especialmente en Pablo y en Juan. El problema puede formularse brevemente así: ¿cuándo o en qué lugar de la Escritura su palabra religioso-profética (expresada, por ejemplo, en fórmulas exclusivistas o valoraciones superlativas) es una afirmación teológica en sentido estricto, esto es, debe tomarse en sentido literal?

a) La lucha por lo «literal» y lo «estrictamente teológico» (o sea, la lucha por una terminología precisa y adecuada) en afirmaciones, diferenciaciones o también negaciones constituye el núcleo último de todo estudio teológico. La mayor proximidad o lejanía de la terminología (utilizada en cada caso) respecto a la palabra o los símbolos de la Sagrada Escritura determina, dentro de la teología, diferentes grados no sólo de comprensión científica de la materia revelada, sino también de valoración cristiana de las formulaciones abstractas de la verdad revelada en la Biblia.

b) Después de que el pensamiento cristiano antiguo había tocado las más altas cumbres con Orígenes, los Capadocios y Agustín, tuvo el Medievo que iniciar, como heredero menor de edad del legado (greco) agustiniano, un pesadísimo camino hasta reelaborar una teología occidental independiente. Más allá de los simples tradicionalistas y recopiladores, los primeros intentos los encontramos en Beda el Venerable y Escoto Eriúgena. Un nuevo impulso, cualitativamente importante, lo dieron Bernardo de Claraval y Abelardo. Cuando Bernardo echó en cara a Abelardo que iba más allá de sus límites, esto es, de los límites señalados a los hombres, quedó indicado claramente el grado de desarrollo: la filosofía y teología dialécticas, la Escolástica, eran una respuesta a la búsqueda del hombre occidental, que se hacía mayor de edad (incluido naturalmente el seglar). La teología propiamente «monástica» de Bernardo planteó expresamente un doble problema, que afectaba la misma esencia de lo teológico: primero, si se puede hacer teología científica prescindiendo de una terminología abstracta, rigurosamente elaborada; segundo, si no puede ocurrir que dicha terminología abstracta, en ciertos casos, no acerque a la verdad, sino, al contrario, dé pie a un alejamiento del clima de la palabra bíblica y, con ello, de la comprensión de su plenitud.

Bien puede decirse que el logro máximo de la alta Escolástica, cuya duración fue relativamente corta, consistió en alcanzar una insuperable y proporcionada «univocidad» en el artificioso lenguaje conceptual y a un mismo tiempo expresar la riqueza de la Escritura y su paradójica incomprensibilidad en forma creyente.

c) La alta Edad Media se caracteriza por su gran unidad interna. Una significativa demostración de esta unidad es la armonía entre la fe y la ciencia que proclama. La exposición científica de esta convicción dio como resultado la alta Escolástica.

La alta Escolástica fue la coronación de un largo desarrollo, que comenzó con el discurso de Pablo en el Areópago y en el que participaron, en diversa medida, los apologetas del siglo II y todos los teólogos cristianos posteriores que mantuvieron viva la fuerza del pensamiento. Fue la conclusión provisional de un esfuerzo de siglos por determinar correctamente la relación entre razón y revelación, logró una formulación válida y duradera -al menos en los puntos decisivos- del problema de la teología y dio la solución (clásica) al problema fundamental del mundo griego (§ 15).

Con esto no se quiere dar la impresión de una línea de desarrollo plenamente unitaria (que no existe) ni defender la opinión de que después de la Escolástica en el campo católico ya no se ha planteado fundadamente ninguna otra cuestión esencial. ¡Si todo nuestro saber creyente es fragmentario (1 Cor 13,9), cuánto más lo será el esfuerzo de la razón por describirlo!

La Escolástica construyó su sistema sobre las afirmaciones de la Escritura, bien comentando sus libros, bien recogiendo sentencias dimanadas de las glosas a la Escritura. Pero no nos ofrece solamente una enseñanza. Presenta, en sus «sumas», todo un orden cristiano, hasta el punto de convertirse en un «espacio vital» para el espíritu (Guardini).

d) La alta Escolástica creció en las universidades del siglo XIII como ulterior y vivo desarrollo de la nueva ciencia aparecida en el siglo XII (§ 51). En las universidades (especialmente en París) no se enseñaba en francés o italiano, sino en latín; eran visitadas por maestros y discípulos de todo el Occidente. Constituían una expresión viviente de la cultura eclesiástica unitaria, supranacional y universal de la alta Edad Media.

Dada la libertad de movimientos de los maestros y estudiantes, el espíritu que se cultivaba en París se transmitió también a otras universidades de Occidente. Las universidades contribuyeron así en gran medida a fomentar y robustecer la espiritualidad unitaria del Occidente. En su nacimiento como en su florecimiento desempeñaron los papas un importantísimo papel. Sin los privilegios y prebendas pontificios, a muchos (a la mayoría) no les hubiera sido posible visitar estas escuelas superiores, y mucho menos a los maestros ejercer allí su docencia.

Las universidades más antiguas son las de Bolonia, París, Salerno, Montpellier, Oxford. Los maestros estaban organizados por facultades; los estudiantes, por naciones. Todos los alumnos tenían que estudiar primeramente filosofía (facultad de artes), antes de tener acceso a las facultades superiores. En la facultad de teología la lectura y el estudio de la Sagrada Escritura era la base para todo lo demás. En Alemania aparecieron las primeras universidades en el siglo XIV (Praga [1347], luego Viena, Heidelberg, Colonia, Erfurt, Würzburgo). Las órdenes fundaron muy pronto sus Estudios Generales (véase mapa núm. 27).

2. El florecimiento de la teología científica en las universidades guardó estrecha relación con el extraordinariamente rápido progreso de toda la vida intelectual de Occidente desde el siglo XII (tan significativamente distinto del lento ritmo del despertar espiritual en los siglos siguientes a la invasión de los bárbaros). Para este florecimiento espiritual general, como para el teológico en particular, el gran factor fecundante volvió a serlo el Oriente, y en concreto Aristóteles, el máximo representante del pensamiento griego.

a) Hasta el siglo XII pocas de sus obras fueron conocidas en Occidente. Ahora comenzaron a conocerse también sus escritos metafísicos, físicos y éticos. El máximo resultado de la avanzadísima filosofía del pueblo mejor dotado para pensar irrumpió -por decirlo así- de golpe en el pensamiento occidental.

b) Esto implicaba una fecundación profunda, pero también un grave peligro. Muy bien puede decirse que en Aristóteles el anima naturaliter christiana había llegado a resultados que en gran parte «concordaban» con la doctrina cristiana. Pero Aristóteles fue un pagano; su idea de lo divino no era clara ni profunda, su distinción entre Dios y el mundo más bien imprecisa. Sus doctrinas, además, habían sido explicadas de forma enteramente panteísta por los filósofos árabes y judíos (por ejemplo, Averroes, nacido en 1126 en Córdoba y muerto en 1198 en Marruecos; Moisés Maimónides, nacido en 1135 en Córdoba y muerto en 1204 en El Cairo). Precisamente de manos de esos filósofos recibió el Occidente las obras de Aristóteles.

c) El pensamiento cristiano logró eliminar estas escorias y obtener un Aristóteles «cristiano», consiguió -digamos- «bautizarlo». El máximo mérito a este respecto corresponde al dominico Alberto Magno (descendiente de una familia de caballeros de Suabia, maestro en París y luego, desde el 1248, en el Estudio General de los dominicos de Colonia; muerto en 1280 siendo obispo de Ratisbona; canonizado y declarado doctor de la Iglesia el 8 de enero de 1932). La sorprendente amplitud de su saber le convirtió en el mayor científico de la Edad Media. El, el gran escolástico, fue también uno de los primeros en comprender la importancia de la observación «exacta» y amorosa de la naturaleza[46].

Fue maestro del máximo pensador católico, santo Tomás de Aquino. A su lado un número creciente de pensadores occidentales, en su mayoría pertenecientes a las órdenes mendicantes, por ejemplo, Alejandro de Hales († 1245, franciscano desde 1230), se esforzó por profundizar especulativamente en las tesis cristianas con la ayuda de Aristóteles.

d) Aristóteles no solamente había tratado cuestiones aisladas de filosofía, sino que había indagado las relaciones de todo lo existente hasta en sus últimos elementos. Elevándose desde esta base, había presentado toda la amplitud del ser en una sistemática estructura de pensamiento.

Sirviéndose de este trabajo especulativo de Aristóteles, la alta Escolástica se propuso: 1) conocer el contexto de la revelación del modo más científico posible y 2) presentarlo a) en un plan unitario y b) exhaustivo. La construcción mental aristotélica era una imagen del mundo natural. La Escolástica hizo de ella, incluyendo la revelación, una imagen del más acá y el más allá, de este y el otro mundo.

3. La vida de la teología en el siglo XIII fue extraordinariamente rica y polifacética. Pero la palma corresponde por entero a un solo hombre: Tomás de Aquino, de la Orden de Predicadores.

Tomás († 1274) nació hacia 1226 de una familia de condes de la Italia meridional. Tuvo que imponer su vocación venciendo una fuerte oposición externa; en Nápoles ingresó en la orden de los dominicos. Marchó a Colonia con Alberto Magno, del cual fue discípulo en París, Roma, Bolonia, Pisa y Nápoles. Entre sus numerosas obras, las más importantes son la Summa theologica y la anterior Summa contra gentiles (= contra los filósofos mahometanos).

Tomás es el más sabio de los santos y el más santo de los sabios. En él alentaba el afán aristotélico de conocer las relaciones íntimas de todo ser, y un extraordinario poder de unificación y sistematización. Y todo ser fue para él un camino hacia Dios. No permitió que la filosofía irrumpiese en el contenido de la revelación, sino que él enseñó a la filosofía a callar humildemente ante el misterio divino.

En el artículo 13 de la cuestión 12 de la primera parte de la Suma teológica, donde trata del conocimiento intelectual de la existencia de Dios, él, que construye la prueba con tanta sobriedad y aparente frialdad analítica, confiesa: Deo quasi ignoto coniungimur: estamos unidos a Dios como a un desconocido. En otro pasaje (De potentia Dei, 7,5 ad 14) dice: «Este es el supremo conocimiento humano de Dios: saber que no le conocemos». Y hacia la mitad de la tercera parte de la colosal Suma teológica, todavía en la plenitud de sus fuerzas, deja la pluma a un lado, porque todo lo que él escribe es como tamo ante la realidad divina.

Tomás poseía también un claro talento arquitectónico de escritor. Su gran obra, que debía constituir la suma de la ciencia teológica para «principiantes», es, en su estructura como en las soluciones particulares, de una armonía clásica: una maravilla de síntesis unitaria, múltiple y orgánica. Tomás tenía también lo que faltó a muchos de sus sucesores: un cierto sentido histórico (naturalmente no como se entiende hoy). Aunque su pensamiento estaba íntegramente orientado hacia la verdad ahistórica, en su teología encontramos notables elementos de la historia de nuestra salvación y conocimientos sobre su desarrollo esencial (Congar). También dominaba críticamente todo el trabajo realizado hasta entonces, y exigía expresamente que no se pasase a la solución aislada de un problema antes de conocer las soluciones dadas ya con anterioridad[47].

El propio Tomás fue un seguidor modélico de este método. La gran prueba en este sentido la tenía en su postura ante san Agustín, y la superó. En sus métodos especulativos, ciertamente, desplazó a Platón y Agustín hacia la periferia en beneficio de Aristóteles. Pero en su sistema, sin embargo, conservó a la vez todo san Agustín, con su pensamiento personal y su comprensión más intuitiva de la realidad divina y la realidad psíquica. Así, su agudo y denodado método de análisis racional evitó el intelectualismo y el racionalismo. Esto cobra toda su importancia si consideramos la estrecha relación, hace poco descubierta, entre Agustín y Aristóteles.

Tanto para su encuadramiento histórico, es decir, para conocer su función histórico-espiritual, como para entender el inusitado aprecio actual de la doctrina de santo Tomás por parte de la Iglesia es muy importante no perder de vista que sus opiniones y métodos fueron tenidos por nuevos y hasta por subversivos en aquella época y, como tales, alabados y combatidos. Tomás, con su gigantesca obra, tendió sobre todo a ayudar a la Iglesia a vencer dos grandes peligros: 1) venció el ataque de los filósofos árabes, remitiéndose a su primitiva fuente, Aristóteles, en vez de combatirlos vanamente desde fuera; 2) llevó a feliz término la lucha con la herejía de la época, que él llamaba la herejía maniquea. En realidad se trataba de los cátaros.

Para su justa valoración también es fundamental entender que Tomás mismo no quiso elaborar, o creyó no haber elaborado, un sistema concluso, no susceptible de nuevo desarrollo. Antes bien, él fue consciente de la perfectibilidad de su doctrina (Hufnagel).

La característica de la Escolástica se puede observar magníficamente en la Suma teológica de santo Tomás. Cada uno de sus artículos muestra los elementos que hemos reconocido como esenciales de la Escolástica. 1) Se aducen las opiniones que parecen contradecir la tesis y se resuelven con una distinción de conceptos; 2) se hace uso del depósito de la tradición; 3) en una exposición positiva se presenta la comprensión científica del contenido de fe.

Tomás no solamente fue un pensador claro. También un gran hombre de oración. Estudiar y escribir eran para él un acto de culto a Dios. La misma pluma que transcribió tan sutiles definiciones de conceptos escribió también cánticos profundamente sentidos. Tomás es la demostración viviente del íntimo parentesco de la Escolástica con la mística de la alta Edad Media (§69).

Tomás es el maestro de la gracia. Nadie anunció con mayor claridad que él la doctrina básica de la religión cristiana, a saber: que todo lo que sirve para la salvación viene de la gracia. En la explicación del célebre pasaje de Rom 3,28, al cual Lutero en el texto de su traducción posteriormente añadió la palabra «sola», este mismo término sola ya lo encontramos en Tomás. En su magnífica plegaria de acción de gracias después de la misa (Gratias tibi ago) se revela abundantemente la confesión católico-evangélica del «pecador y al mismo tiempo justo», que no da lugar a la justificación por las obras ni al mérito propio de la ley[48]. Pero este mismo hombre fue monje durante toda su vida, defendió el libre albedrío del hombre y su colaboración en el proceso de la salvación y reconoció a la Iglesia jerárquica sacramental como la nave necesaria para alcanzar la eterna salvación.

4. San Buenaventura († 1274), de la orden de los Menores, muy apreciado y, a veces, literalmente citado por santo Tomás, es otra muestra de la afinidad de la Escolástica y la mística. Poco después de los dominicos, también los franciscanos llegaron a París como maestros y estudiantes. Buenaventura fue su máximo representante en el siglo XIII. A la edad de treinta y seis años fue hecho ministro general de la orden, que entonces se hallaba en una situación sumamente peligrosa. El antecesor de Buenaventura como general, Juan de Parma, había sucumbido a la seducción del «joaquinismo» espiritualista (§ 62, 3). Este peligro quiso atajarlo el teólogo Buenaventura, tratando de conservar para la Iglesia cuanto de legítimo había en la herencia de Joaquín de Fiore. Y, efectivamente, logró restablecer la paz entre los dos partidos de la orden. Con este fin escribió una biografía (verdaderamente normativa) de san Francisco. También tuvo cierta importancia su colaboración para la unión de los griegos en el Concilio de Lyón (donde murió).

5. Buenaventura fue un místico ardiente. Ante el crucificado se abismaba en sí mismo y desde allí se elevaba, en triple ascensión mística, hasta la unión con el Santísimo. Pero también fue, esencialmente, un pastor de almas con una infatigable y meritoria actividad de predicador ante los más diversos auditorios, ante frailes, ante estudiantes, ante la corte de París... En el aspecto filosófico-teológico acusó preferentemente (como en general la escuela franciscana, a diferencia de la dominicana, orientada en sentido aristotélico) influencias platónico-agustinianas; su misma teología fue acentuadamente cristológica. También vio claramente el peligro de la teología filosófica en santo Tomás; opinaba que no se debía mezclar tanta agua de la filosofía con el vino de la teología. Teología y oración no fueron en él conceptos dispares: «nos dedicamos a la teología para ser buenos».

La adhesión de cada una de las órdenes (especialmente de los franciscanos y dominicos) a una determinada escuela filosófico-teológica estimuló, por una parte, el progreso de las ciencias, dada la competencia de los sistemas. Pero, por otra, la obstinada vinculación a determinadas opiniones doctrinales acabó, de muchas formas, cristalizando en una inerte dictadura de escuela. Y así, a consecuencia de todo esto, hubo en la Iglesia verdaderas luchas de competencia que, a finales del Medievo y en los tiempos modernos (controversias sobre la gracia), hipotecaron indirectamente la unidad de la Iglesia. Cuando, por ejemplo, las tesis teológicas se equiparaban prácticamente a la doctrina de fe, o parecían estar muy íntimamente ligadas a ella, este elemento nocivo se hacía mucho más visible.

6. Especial mención merece la Escolástica inglesa, con su postura más bien empirista-positivista. Roberto Grosseteste (1175-1253), que siendo obispo de Lincoln tanto había hecho por la disciplina de la Iglesia y que incluso frente al rey y al papa se había negado a conceder prebendas a pretendientes indignos, fue como teólogo un conservador. Fue, sin embargo, el primer inglés que aceptó íntegramente a Aristóteles y tradujo muchas cosas del griego. En 1246, por ejemplo, publicó la primera traducción completa de la Etica a Nicómaco. Por su polifacética actividad científica llegó a ser el «padre de la Universidad de Oxford». El franciscano Rogerio Bacon (nacido hacia 1214 y muerto hacia 1292) estuvo fuertemente influido por él. Bacon fue la cabeza más avanzada de su tiempo; un espíritu polifacético (interesado también en la historia) con sorprendentes visiones del futuro progreso (científico y técnico). Descubrió muchas lagunas y defectos del substrato del pensamiento medieval y fue contrario del mencionado turare in verba magistri; intentó promover la teología dándole mayor base de la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia. Mas con sus concepciones sobre una ciencia universal, dentro de la cual la tradición debería ir acorde con la razón y la experiencia («científico-natural»), chocó con fuerte oposición, pero se vio favorecido por el papa Clemente IV (1265-1268).

Notas

[46] Por eso, en sus leyendas, el pueblo lo convirtió en mago; la investigación de la naturaleza era algo misterioso en la Edad Media.

[47] Mas esto, ciertamente, no para tomar simple conocimiento de los sistemas anteriores, sino para comprobar lo que es verdadero; también puede decirse que para medirlas con la verdad.

[48] «...que te has dignado saciarme a mí, pecador... ciertamente no por mis méritos... sino por tu misericordia... con el precioso cuerpo y sangre de tu Hijo».

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=4993 el 2006-07-21 11:59:23