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II.- Problemas actuales de la Iglesia en África
46. Los Obispos de África se encuentran frente a dos interrogantes fundamentales: La Iglesia, cómo debe desarrollar su misión evangelizadora al aproximarse el año 2000? Los cristianos africanos, cómo podrán ser testigos cada vez más fieles del Señor Jesús? Para ofrecer adecuadas respuestas a estos interrogantes los Obispos, antes y durante la Asamblea especial, han examinado los principales desafíos que debe afrontar hoy la comunidad eclesial africana.
Evangelización en profundidad
47. El primer y fundamental dato puesto de relieve por los Padres sinodales es la sed de Dios de los pueblos africanos. Para no defraudar esta expectativa, los miembros de la Iglesia deben ante todo profundizar su fe.54 En efecto, la Iglesia, precisamente porque es evangelizadora, debe comenzar «por evangelizarse a sí misma».55 Es necesario que afronte el desafío derivado de «este tema de la Iglesia que se evangeliza, a través de una conversión y una renovación constantes, para evangelizar el mundo de manera creíble».56
El Sínodo ha visto la urgencia de proclamar en África la Buena Nueva a millones de personas todavía no evangelizadas. La Iglesia respeta y estima ciertamente las religiones no-cristianas profesadas por numerosísimas personas en el continente africano, porque constituyen la expresión viva del espíritu de amplios sectores de la población, aunque «ni el respeto ni la estima hacia estas religiones, ni la complejidad de las cuestiones planteadas implican para la Iglesia una invitación a silenciar ante los no cristianos el anuncio de Jesucristo. Al contrario, la Iglesia piensa que estas multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio de Cristo (cf. Ef 3, 8) dentro del cual creemos que toda la humanidad puede encontrar, con insospechada plenitud, todo lo que busca a tientas acerca de Dios, del hombre y de su destino, de la vida y de la muerte, de la verdad».57
48. Los Padres sinodales afirman con razón que «un profundo interés por una inculturación verdadera y equilibrada de este mismo Evangelio resulta necesario para evitar la confusión y la alienación en nuestra sociedad, que está sufriendo una rápida evolución».58 Al visitar Malawi, en 1989, tuve ocasión de decir: «Pongo hoy ante vosotros un desafío, un desafío a que rechacéis un camino de vida que no corresponda con lo mejor de vuestras tradiciones locales y de vuestra fe cristiana. Mucha gente en África mira más allá de África, hacia la llamada "libertad del estilo moderno de vida". Hoy os urjo a que miréis dentro de vosotros mismos. Mirad a las riquezas de vuestras tradiciones, mirad a la fe que estamos celebrando en esta asamblea. Aquí encontraréis la libertad genuina, encontraréis aquí a Cristo que os guiará hacia la verdad».59
Superación de las divisiones
49. Otro desafío señalado por los Padres sinodales se refiere a las diversas formas de división que es necesario superar gracias a una sincera práctica del diálogo.60 Con razón se ha puesto de relieve que, dentro de las fronteras heredadas de las potencias coloniales, la coexistencia de grupos étnicos, tradiciones, lenguas e incluso religiones diversas, a menudo encuentra obstáculos debido a graves hostilidades recíprocas. «Las oposiciones tribales ponen a veces en peligro, si no la paz, al menos la búsqueda del bien común para el conjunto de la sociedad, creando así dificultades a la vida de las Iglesias y a la acogida de pastores de otro origen étnico».61 Por esto la Iglesia en África se siente interpelada por el deber preciso de superar dichas divisiones. También desde este punto de vista, la Asamblea especial ha subrayado la importancia del diálogo ecuménico con las otras Iglesias y Comunidades eclesiales, así como del diálogo con la religión tradicional africana y con el Islam. Además, los Padres se han preguntado con qué medios se puede alcanzar dicha meta.
Matrimonio y vocaciones
50. Un desafío importante, subrayado casi unánimemente por las Conferencias Episcopales de África en las respuestas a los Lineamenta, es el matrimonio cristiano y la vida familiar.62 Lo que está en juego es mucho: en efecto, «el futuro del mundo y de la Iglesia pasa a través de la familia».63
Otro tema fundamental que la Asamblea especial ha puesto de relieve es la atención de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada: es necesario discernirlas con sabiduría, acompañarlas con formadores capaces y controlar la calidad de la formación que se les ofrece. De la solicitud puesta en la solución de este problema depende que se realice la esperanza de un florecimiento de vocaciones misioneras africanas, como requiere el anuncio del Evangelio en cualquier parte del continente e incluso más allá de sus confines.
Dificultades sociopolíticas
51. «En África se siente muy vivamente esta exigencia de aplicación del Evangelio a la vida concreta. Cómo se podría anunciar a Cristo en ese inmenso continente, olvidando que coincide con una de las zonas más pobres del mundo? Cómo se podría no tener en cuenta la historia, tejida de sufrimientos, de una tierra donde muchas naciones luchan aún contra el hambre, la guerra, las rivalidades raciales y tribales, la inestabilidad política y la violación de los derechos humanos? Todo ello constituye un desafío a la evangelización».64
Todos los documentos preparatorios, así como las discusiones durante la Asamblea, han puesto ampliamente de relieve el hecho de que cuestiones como la pobreza creciente en África, la urbanización, la deuda internacional, el comercio de armas, el problema de los refugiados y los prófugos, los problemas demográficos y las amenazas que pesan sobre la familia, la emancipación de las mujeres, la propagación del SIDA, la supervivencia en algunos lugares de la práctica de la esclavitud, el etnocentrismo y la oposición tribal, son parte de los desafíos fundamentales examinados por el Sínodo.
Invasión de los medios de comunicación social
52. Finalmente, la Asamblea especial se ha preocupado de los medios de comunicación social, cuestión de enorme importancia porque se trata, al mismo tiempo, de instrumentos de evangelización y medios de difusión de una nueva cultura que necesita ser evangelizada.65 Los Padres sinodales han constatado así el triste hecho de que «los países subdesarrollados, en vez de transformarse en naciones autónomas, preocupadas de su propia marcha hacia la justa participación en los bienes y servicios destinados a todos, se convierten en piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco. Esto sucede a menudo en el campo de los medios de comunicación social, los cuales, al estar dirigidos mayormente por centros de la parte Norte del mundo, no siempre tienen en la debida consideración las prioridades y los problemas propios de estos países, ni respetan su fisonomía cultural; a menudo, imponen una visión desviada de la vida y del hombre y así no responden a las exigencias del verdadero desarrollo».66
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