conoZe.com » bibel » Documentos » Juan Pablo II » Exhortaciones Apostólicas de Juan Pablo II » Ecclesia in Africa » Capítulo V.- «Seréis mis Testigos» en África

II.- Estructuras para la evangelización

99. Es motivo de alegría y consuelo constatar que «los fieles laicos están asociados cada vez más a la misión de la Iglesia en África y Madagascar», gracias especialmente «al dinamismo de los movimientos de acción católica, de las asociaciones de apostolado y de los nuevos movimientos de espiritualidad». Los Padres del Sínodo han propiciado ardientemente que «este impulso continúe y se desarrolle en todos los niveles del laicado, con los adultos, con los jóvenes y con los mismos niños».200

Parroquias

100. La parroquia es por su naturaleza el lugar habitual de vida y culto de los fieles. Éstos pueden expresar y realizar allí las iniciativas que la fe y la caridad cristiana sugieren a la comunidad de los creyentes. La parroquia es el lugar donde se manifiesta la comunión de los diversos grupos y movimientos, que encuentran en ella apoyo espiritual y material. Sacerdotes y laicos se deben comprometer para que la vida de la parroquia sea armoniosa, en el contexto de una Iglesia como Familia, donde todos son asiduos «a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (Hch 2, 42).

Movimientos y asociaciones

101. La unión fraterna para un testimonio vivo del Evangelio debe ser también la finalidad de los movimientos apostólicos y de las asociaciones de carácter religioso. En efecto, los fieles laicos encuentran en ellos una ocasión privilegiada para ser levadura en la masa (cf. Mt 13, 33), especialmente cuando se ocupan de las cosas temporales según Dios y en lo referente a la lucha por la promoción de la dignidad humana, de la justicia y la paz.

Escuelas

102. «Las escuelas católicas son contemporáneamente lugares de evangelización, educación integral, inculturación y aprendizaje del diálogo entre jóvenes de religiones y ambientes sociales diferentes».201 La Iglesia en África y en Madagascar debe ofrecer, por lo tanto, la propia contribución para la promoción de la «escuela para todos» 202 en el marco de la escuela católica, sin descuidar «la educación cristiana de los alumnos de las escuelas no católicas. Se procurará facilitar a los universitarios un programa de formación religiosa correspondiente a su nivel de estudios».203 Todo esto supone obviamente la preparación humana, cultural y religiosa de los educadores mismos.

Universidades e Institutos Superiores

103. «Las Universidades e Institutos Superiores católicos en África tienen un papel importante en la proclamación de la Palabra salvífica de Dios. Son un signo del crecimiento de la Iglesia cuando incorporan en sus investigaciones las verdades y las experiencias de la fe y ayudan a interiorizarlas. Estos centros de estudio están así al servicio de la Iglesia, ofreciéndole personal bien preparado; estudiando importantes cuestiones teológicas y sociales; desarrollando la teología africana; promoviendo el trabajo de inculturación especialmente en la celebración litúrgica; publicando libros y difundiendo el pensamiento católico; emprendiendo las investigaciones que les encargan los Obispos y contribuyendo a un estudio científico de las culturas».204

En estos tiempos de profundos cambios sociales generalizados en el continente, la fe cristiana puede iluminar eficazmente la sociedad africana. «Los centros culturales católicos ofrecen a la Iglesia singulares posibilidades de presencia y acción en el campo de los cambios culturales. En efecto, éstos son unos foros públicos que permiten la amplia difusión, mediante el diálogo creativo, de convicciones cristianas sobre el hombre, la mujer, la familia, el trabajo, la economía, la sociedad, la política, la vida internacional y el ambiente».205 Son así un lugar de escucha, de respeto y tolerancia.

Medios materiales

104. Precisamente en esta perspectiva, los Padres sinodales han puesto de relieve cómo es necesario que cada comunidad cristiana sea capaz de satisfacer por sí misma, en cuanto sea posible, las propias necesidades.206 La evangelización requiere, además de personal cualificado, medios materiales y financieros consistentes y las diócesis no siempre disponen de los mismos de modo suficiente. Por tanto, es urgente que las Iglesias particulares de África se propongan el objetivo de llegar cuanto antes a satisfacer ellas mismas sus necesidades, asegurando así su autosuficiencia. Por lo cual, invito de modo apremiante a las Conferencias episcopales, a las diócesis y a todas las comunidades cristianas de las Iglesias del continente, en lo que es de su competencia, a comprometerse para que esta autosuficiencia sea cada vez más real. Al mismo tiempo, dirijo una llamada a las Iglesias hermanas del mundo para que sostengan más generosamente las Obras Misionales Pontificias, de manera que, mediante sus organismos de ayuda, puedan ofrecer a las diócesis necesitadas subsidios económicos destinados a proyectos de inversión, capaces de producir recursos que llevan a su progresiva autofinanciación.207 Además, no se debe olvidar que una Iglesia puede llegar a la autosuficiencia material y financiera sólo si su pueblo no sufre condiciones de extrema miseria.

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